Desde tierras estadounidenses nos llega otra (sí, otra) película de fantasmas con aires de thriller y con una maldición como semilla que germina la historia de un drama familiar entre madre e hijo con traumas del pasado. Todos sabemos que las películas de fantasmas y maldiciones siempre acaban recurriendo a los tópicos y clichés del género, con formas oscuras y siniestras que se deslizan por las esquinas de una habitación o aspectos sonoros que hacen el golpe de efecto para asustar al espectador. Una vertiente dentro del género que se encuentra especialmente trillada y desgastada, si hablamos de originalidad artística.
Ahí es donde We Go On consigue ofrecernos mínimamente algo distinto dentro de las películas con una maldición de por medio. La presente obra no intenta eso, aunque en algunos momentos cumple con el apartado visual que conocemos, no es la verdadera intención de la película. Su inicio resulta algo disperso y no parece encaminarse hacia un sitio concreto, los directores Jesse Holland y Andy Mitton, que también han ejercido como guionistas y cabezas pensantes de la historia, sacan a flote la propuesta sin tener que recurrir constantemente a los mencionados tópicos y aspectos técnicos del género de terror como la iluminación (salvo la escena de la escuela) que cualquier aficionado se conoce a leguas.
Miles Grissom, es un escéptico que padece amaxofobia (miedo a conducir) debido a un trauma del pasado que se manifiesta en forma de pesadillas que le llevan a ofrecer una recompensa económica a la primera persona que le dé pruebas irrefutables de que hay vida después de la muerte. Él reduce las respuestas a tres candidatos viables: un científico, un médium y un emprendedor mundano. Y junto con su madre protectora, se embarca en una aventura a través de Los Ángeles que se convierte en una pesadilla impensable.
Más allá de unos simples chascarrillos donde se deja ver el fraude de los médiums, que puede ser simpática (con guiño a Hellraiser incluido) en el primer tercio del film, no se nos ofrece nada que realmente nos interese, al menos en mi caso, ha sido así. Pero We Go On se pone interesante cuando su protagonista encuentra con las pruebas que andaba buscando, la presencia de fantasmas. Aunque, intentar solventar un trauma del pasado, buscando fantasmas no me parece de lo más apropiado, es justamente esa parte la que saca de la profunda oscuridad una película que desde su inicio damos por perdida.
Pero advierto, We Go On requiere un punto de paciencia extra para llegar a ese punto en que el film se pone un poco más interesante frente a su inicio. Al principio la película es más bien aburrida y la forma en que su protagonista despierta de sus pesadillas automovilísticas es tosca, además, la solución que éste busca a su problema (poner un anuncio gastando una gran suma de dinero) no tiene mucho sentido para el espectador. El verdadero punto flaco, es la dirección de actores con la que cuenta el film, para mí, ha sido más bien regular. Y donde más lo he notado, incluso, por encima de las interpretaciones (que me han parecido correctas) ha sido en la puesta en escena, me ha parecido un tanto artificial, pero nada tan drástico que no se pueda obviar.
Llegando al ecuador de la historia cuando se desvelan ciertos aspectos, aquí sí que recurre a ciertos tópicos argumentales, pero no había mucha opción para poder desarrollar la relación entre sus dos principales protagonistas Charlotte y Miles, interpretados por Annette O’Toole (Límite 48 horas) y Clark Freeman. Este último ha trabajado anteriormente con Holland y Mitton en YellowBrickRoad. La pareja de actores, no interpretan mal a sus personajes. Pero, como he dicho, la puesta en escena no me resulta muy convincente, pienso que mejorando ese aspecto, la película habría sido más redonda. Por el resto del reparto asoman caras como John Glover (Gremlins 2) y Giovanna Zacarías (La leyenda del Zorro), ésta con una interpretación un tanto extraña.
Es gracias a su tramo central con el que Holland y Mitton nos deparan una pequeña sorpresa cambiando el rumbo de la historia con la cual el film gana algo de consistencia. Un pequeño giro que personalmente no he visto venir. Al llegar a ese punto, la película se centra en algo más concreto y, respecto al primer tramo, adquiere un mayor interés para el espectador. De todas formas, el que espere encontrar una película que le haga pasar miedo o que le aporte algún fehaciente susto, se va a decepcionar. Si hablamos de asustar al personal, las apariciones aleatorias que atormentan al protagonista, no son muy convincentes que digamos.
La película cierra la historia con pulso firme, pero el epílogo deja al espectador con la misma sensación que al inicio. El plano que cierra el film, es inconcluso, igual o más que su inicio. Un final abierto del que no he sabido sacar una conclusión fehaciente. No es de vital importancia, pero nos ofrece un remate final con total libertad de interpretación de los hechos que deja incompleto al conjunto.
Lo mejor: El tramo central, si no te lo esperas.
Lo peor: La puesta en escena por una mala dirección de actores.
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