Crítica: Hellraiser: Judgment

“Sólo Dios puede juzgarme”. Esta frase puede que sea una de las más repetidas de las historia del cine en EEUU. Lo hemos escuchado de boca de los hombres de bien, de los veteranos de guerra, de los criminales que incluso se lo tatuaban, de los asesinos que leían la Biblia antes de descuartizar a sus víctimas, de las amas de casa, de sus maridos infieles, de los trabajadores incansables y de los vagos también. Esta frase ha sido pronunciada en multitud de ocasiones porque supongo que representa las ganas de que algo divino exima de todo lo malo que haces en el plano terrenal. Lo curioso de todo esto es que ese Dios que pretenden que sea el juez, no parece que vaya a hacer la vista gorda ni en la Tierra ni en el Cielo, pues amigos cuervos, una de las primeras cosas que la religión judeocristiana quiere que tengas clara es el temor de Dios y lo poco flexible que este parece ante los hombres. Si Dios sin juzgar se muestra implacable haciendo que las pasemos putas aquí abajo, no me quiero imaginar lo que debe ser con su toga celestial y su mazo celestial, dando su veredicto.

Aquí llega la décima parte de la saga “Hellraiser”, una saga que cuenta ya con treinta y un años de edad y que es una de las más míticas del género. Está claro que las películas que se convierten en sagas, deben todo su éxito al personaje sádico que las protagoniza: Jason Voorhes, Michael Myers, Leatherface, El Hombre Alto, Freddy Krueger, Chucky, Ghostface, Jigsaw y por supuesto Pinhead, rey de reyes. Da igual el guión y da igual lo bien o mal cuidados que estén los personajes antagonistas, el carisma siempre tiene que concentrarse en estos killers, en estos seres de este o el otro mundo para que el fandom sea satisfecho, da igual el deseo completista de la saga por parte de los diferentes directores, da igual que se siga cumpliendo aquello que una vez dijo Don Coscarelli en la presentación de “Phantasma Ravager” (cuanto más suben los palitos en los números romanos que acompañan a las secuelas, más baja el presupuesto que tienes para llevar a cabo el proyecto), todo da igual porque lo que importa es que sigamos reconociendo las características que encumbraron a todos estos personajes desde el principio, por eso cuando ocurren cosas como “Hellraiser Judgment”, solo se nos puede venir una cosa a la cabeza: Blasfemia.

Seguimos como veis con las connotaciones religiosas, algo normal cuando hablamos de aquellos que vienen del Infierno, cuando vamos a referirnos a esos seres que se han ganado por derecho propio ese lugar tan especial en el multiuniverso de este género tan rico y placentero, porque ellos que son dolor y placer y saben muy bien a quien tienen que dirigirse y justamente es a aquellos que no tienen ningún tipo de cuenta pendiente con la religión, aquellos a los que el temor de Dios les pilló de espaldas dirigiendo sus pisadas hacia un lugar mucho más lejano que el que les podía prometer cualquier otro ser divino. Vuelve Pinhead chicos, vuelve después de una agónica carrera donde ha sufrido todo tipo de vejaciones a partir de la cuarta entrega. 

Aquel que fue ángel para unos y demonio para otros se dejó hacer de todo y dejó sentir su presencia en casi todos los escenarios posibles, llegando a límites donde el ridículo encajaba más, si cabe, los clavos en su cabeza. Yo creí que hasta él tenía una línea roja que traspasaría y que no era otra cosa que “Hellraiser Revelations”, donde por suerte para él y desgracia para nosotros, hasta el propio Dough Bradley decidió que se desligaba por completo del proyecto y aparte de otras miserias, nos quedábamos sin el porte de este actor para dar vida a Pinhead, pero no fue así. Y bien, en esta nueva y dolorosa entrega volvemos a tener la fisonomía de otro actor diferente para dejarse clavar esos clavos en su pálida cabeza y eso ya de por sí es una piedra en el zapato a la hora de empezar a pasearse por el Infierno.

Obviando el tema de si este Pinhead está más o menos ajustado a la clara imagen que tenemos todos de su rostro, el principal problema es que esto no es “Hellraiser”, esta película tiene cenobitas como podía haber tenido gnomos, señoras haciendo repostería o presidentes del gobierno a los que no les importa que una mujer cobre menos que un hombre realizando el mismo trabajo. Gary J. Tunicliffe, el jefe de todo este cotarro ha entendido su labor en esta décima parte de la saga como una propuesta independiente al mundo de los cenobitas y sus reglas y no deja de ser curioso porque él fue el guionista de la nefasta “Hellraiser Revelations” donde prácticamente copiaba con calco la película original. Supongo que el hecho de que sea un director que como tal sólo haya participado en cine infantil (“Jack y las judías mágicas” y “Hansel y Gretel”) le haya desubicado un poco ya que su fuerte son los efectos especiales, no la dirección.

Reconozco que el inicio de la película es, cuando menos atractivo. Cierto que no se entiende muy bien la función de los cenobitas en el tinglado y que notas que ya se están saltando una de las pocas reglas que hay en esta saga, que es que el cenobita tiene que ser llamado y que no acude por voluntad propia en busca de sus víctimas. Pero aún siendo consciente de que esto significaba una ruptura y que el inferno se presentaba más terrenal que nunca y olvidando que en esta entrega hay que despedirse del mítico color azulado del Infierno, de luces y atmósfera fría y que todo se torna en un cálido ocre, lo que ves en esta introducción realmente es un gran gancho porque apunta a algo diferente pero que aparentemente merece la pena. Los diálogos iniciales de Pinhead y El Asesor tienen todo el sentido del mundo y hacen presagiar que van a adaptarse al cambio al que nos hemos visto sometidos con nuestra adicción a internet y todo lo que eso conlleva, incluso creí que podrían hacer alguna mezcla curiosa utilizando La Caja de Los Lamentos y alguna red social y enmendar ese desastre llamado “Hellraiser Hellworld”. También parece que hay una suciedad y un feísmo más propio de los tiempos que corren, donde las habitaciones estilo “Saw “ han dejado huella y se ven unos personajes que parece que tienen el carisma necesario para ser unos buenos moradores del Averno. Sorpresa sin duda en sus primeros minutos.

La sorpresa real llegará después de los créditos iniciales, cuando comprobemos totalmente frustrados, que todo se va por el inodoro como el vómito que nunca debió de salir de un estómago. “Hellraiser Judgment” tras esas prometedoras escenas inaugurales, se torna en un anodino telefilm donde tres detectives van tras la pista de un asesino en serie salido de “Seven” y “Saw” que no se sabe muy bien qué pinta en todo eso y lo que es más importante, que no tiene el más mínimo interés por mucho que intenten incomodar sus asesinatos, fuera de plano, dicho sea de paso. El caso es que toda esa historia que no debería pasar de una subtrama secundaria o terciaria que complemente a la trama principal, que por supuesto debería ser la incursión de los Cenobitas en el mundo de los humanos para ser la guía entre el dolor y el placer, se convierte en la trama primordial y todo se va al garete, porque como era de esperar, tanto personajes como actores son de la peor calaña. Esto sumado a un guión que espanta más que atrae, tenemos un plato fuerte que desespera, pero el ansia de ver cenobitismos, hace que sigamos al pie del cañón, esperando escenas con cenobitas.

Eso sí, el director he tenido a bien que entre chorrada y chorrada de los detectives, se nos muestre un poco de ese nuevo mundo rompe-reglas extraño donde los cenobitas juzgan quien pasa al siguiente nivel del dolor y quien no y para que nos conformemos con migajas, al menos hay guiños a las dos primera entregas con unos cenobitas que nos serán familiares, como Chattered y unos otros seres infernales que bien aprovechados podrían haber sido todo un puntazo, como son El Asesor, El Carnicero, El Auditor, el Jurado y las Limpiadoras. Y con el potencial de la cinta echado a perder, se vuelve una y otra vez al terreno de los detectives y su asesino, y temes que de un momento a otro suene la melodía de “Saw” y ves que estos tres personajes viven en un mundo donde parece que sólo existen ellos, porque no se ha querido contratar extras y eso da lugar a una sensación de caspa en la trama detectivesca abrumadora y os aseguro que la paciencia es finita al comprobar la desidia con la que se trata al personaje de Pinhead.

El guión lleva todo un poco más lejos y en este extraño mundo infernal donde las reglas cambian y la búsqueda de nuevas almas atormentadas es un tanto arbitraria, se sacan de la manga a un nuevo personaje dentro de la mitología hellraiseriana que da buena cuenta de la calidad de ese Dios al que se apela para la salvación y que convierte el tinglado en un “Ángeles y Demonios” venido a menos, con una concepción de la dualidad bien-mal que poco tiene que ver con lo visto hasta ahora. Particularmente, siempre que estos extras no sean bochornosos creo que es positivo el hecho de sumar alicientes a una saga tan longeva y maltratada. Lo sangrante viene cuando se suma y se resta a la vez, porque el hecho de que los cenobitas pierdan tanta fuerza y de alguna manera poder, es un lastre pesado de soportar para las siguientes secuelas, si es que las hay, que espero y deseo con todas mis fuerzas que no y que dejen ya de mancillar el buen nombre de Pinhead, que ya solo nos falta ver a un Pinhead Youtuber. Y como broche de oro para esta película, sólo quiero expresar mi total disconformidad con la escena final de esta secuela, que tira todo el trabajazo que se había hecho respecto al carisma de Pinhead a la basura, algo totalmente inaceptable.

Respecto a los efectos especiales y conociendo el bagaje del director en estas lides, han sido algo decepcionantes, no por los efectos artesanales en sí, que están fuera de todo reproche, sino por el hecho de que todas las muertes, excepto una, estén fuera de plano y que se repitan bastante. Es curioso que la escena que más grima provoca sea una que no tiene que ver con la sangre, sino con la saliva. Algo están haciendo mal los cenobitas si esto ocurre. Y como hablamos del apartado técnico, es imposible en esta saga no mencionar la banda sonora y comprobar con satisfacción que se ha respetado la obra de Christopher Young y que la mítica melodía que anuncia el Infierno no se ha perdido y que las campanas siguen anunciando la llegada de Pinhead, rey de reyes. Y por cierto, no os dejáis engañar, aquí no hay intención de crossover ni nada que se le pueda parecer, Heather Langenkamp hace sólo un cameo de menos de un minuto exactamente.

Al final parece que en estas apuestas Cielo- Infierno, no sólo gana uno y que hay varios jueces con diferentes veredictos. Para los que Dios y Satán solo son palabras que quedan bien en los escritos, seguiremos teniendo en mente que la justicia no siempre es tan justa o injusta como el que la puede aplicar, pero que en nuestra clara percepción del bien y del mal y conociendo perfectamente la diferencia entre ambos, el mal lo seguiremos dejando para películas como las que nos ocupa y por muy raro que le pueda parecer al profano en este tipo de cine, seguiremos practicando el bien porque es aquello que nos hace seguir siendo las personas que somos y seguir tomando las decisiones que tomamos.