Crítica: Downrange

Viajar tiene miles de significados y connotaciones porque siempre implica un nuevo inicio en el lugar de destino. Los inicios pueden ser más o menos trascendentes, más o menos familiares, pero un viaje significa mucho más que un traslado físico porque durante el trayecto siempre hay que tener en cuenta el traslado emocional, la proyección de los planes al final del viaje se nos presentan expresados de diferentes maneras en nuestra mente, sólo hay que esperar que el viaje termine para ver si se cumplen o no las expectativas. Durante el viaje, mirada en la carretera, mirada al lado a través de la ventanilla y alguna charla intrascendente que no requiera demasiada atención. El viaje es una herramienta para conseguir lo que queremos, no tiene mayor significado, a no ser que los imprevistos superen a la realidad y el viaje se convierta en pasado, presente y futuro. Esto es viajar y en “Downrange” el viaje está interrumpido.

En algún punto del camino siempre te sientes indefenso. Viajar.

Mucha veces hablamos de ideas simples pero bien definidas, que extendidas se convierten en películas repetitivas y aburridas pero que de haberse condensado, tendrían un lugar muy destacado en el mundo del cortometraje. Esto pasa más a menudo de lo que nos gustaría, por poner ejemplos recientes, mencionaré películas como “Seuls” ( 2017) o “Dave Made a Maze” (2017), aunque es cierto también, que ocurre a la inversa y grandes películas han nacido de cortometrajes: “Evil Dead” (1981), “Saw” (2004) o “The Babadook” ( 2014). Con este tipo de ejemplos en la cabeza, es lógico que al leer la sinopsis de “Dawnrange”, uno pueda pensar que es una idea demasiado limitada como para rellenar una hora y media sin caer en el tedio. Nuestros prejuicios son así y permitidme que os diga también, que nuestra soberbia asimismo juega un papel importancia en este tipo de juicios.

Yo misma caí en la trampa y juzgué antes de lo debido. ¿Cómo podía una historia en la que un grupo de jóvenes eran tiroteados en la carretera como único argumento, aguantar las necesidades de un largometraje? El resultado se antojaba complicado y a los que nos gusta hablar a veces sin saber porque en realidad somos más ignorantes de lo que creemos, olvidamos un pequeño detalle que sin duda marca la diferencia y es que estamos ante una película dirigida por Ryûhei Kitamura. Este tipo es capaz de montar auténticos espectáculos cueste lo que cueste y caiga quien caiga, sin importar la verosimilitud de las historias, las licencias en el guión o la coherencia de lo que nos está contando. Kitamura es un grande del entretenimiento asociado al exceso. Lo demostró con creces en “The Midnight Meat Train” (2008) y sobre todo en “No One Lives” (2012). Considero que “The Midnight Meat Train” no fue una gran adaptación del relato de Clive Barker, pero que era un espectáculo de sangre y violencia tan descarnado que hacía que te olvidaras de lo que estaba contando para que te centraras en cómo lo estaba contando. En cuanto a “No One Lives”, sólo puedo reivindicar esta película una y otra vez, porque no tuvo el reconocimiento que debió tener y es una exhibición tan extrema de giros argumentales imposibles tan sumamente bañados en gore, exageraciones y dinamismo que para mí fue una sorpresa mayúscula.

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“Kitamura es un grande del entretenimiento asociado al exceso”

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En cada trayecto siempre hay un bache que te hace saltar y en el que parece que tu cuerpo se seccione en dos. Viajar.

Teniendo en cuenta pues, que la sinopsis parecía limitar mucho la acción, comencé la película con una sensación que mezclaba la curiosidad y la apatía, hasta que en menos de quince minutos, Ryûhei Kitamura ya pega un puñetazo en la mesa para que se nos quite la tontería y sepamos de qué va el tema. La idea es sencilla y da para lo que da, se elige un único escenario poco provisto de atrezo y un número reducido de personajes, se opta por un arma de fuego para perpetrar los asesinatos y no se buscan los giros argumentales que justifiquen exceso de metraje. Si “Downrange” quería salir airosa, estaba claro que tenía que apostar por la tensión y la visceralidad, tanto en toma de decisiones como en lo explícito de las imágenes y justamente eso es lo que ocurre desde el inicio de la película. No se juega con el espacio y el tiempo porque estos aspectos en esta película están muy acotados, pero se apuesta por el riesgo de no ceder ante la posibilidad de darle movimiento a los personajes. La tensión viene dada precisamente por la inmovilidad de los protagonistas, por la agilidad de un buen montaje y la dosificación justa de muerte y gore para que no perdamos perspectiva.

En una película así, el guión debería resultar determinante y aquí Kitamura, vuelve a no estar demasiado fino. Si pienso en el guión como historia, la compro al precio que sea, sin duda el argumento es sencillo pero impactante, directo y bien estructurado. Es en el guión dialogado donde ya se notan más las costuras, pues la mayor parte de los diálogos son de un relleno innecesario y no ayudan para nada en la generación tan necesaria de tensión. Teniendo en cuenta, además, que “Downrange” es una película donde el peso de los personajes debería ser determinante, cabe destacar como una de las partes más negativas de la cinta, el paupérrimo dibujo que se hace de los mismos y lo torpemente interpretados que están por un casting amateur casi en su mayoría. Y aun así, aun con este peso extra puesto en una película que si se hubiera descuidado hubiera resultado un bucle de repetición casi infinita, “Downrange” sale totalmente airosa porque cuando apuesta por su gran baza, lo hace a lo grande y resulta un despiporre donde se vuelve a levantar todo el ánimo del espectador para crear un gran entretenimiento.

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“Si Downrange quería salir airosa, estaba claro que tenía que apostar por la tensión y la visceralidad, tanto en toma de decisiones como en lo explícito de las imágenes”

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En cada momento de sol, ansiamos la sombra y en cada momento de sombra miramos al cielo en busca del sol. Viajar.

Respecto a los protagonistas y los antagonistas, los buenos y los malos, los tontos y los listos o como queráis definirlos, como comentaba todo es bastante plano, tanto unos como otros. Tenemos un asesino que tiene una función muy marcada y que no cumple más misión que esa y unas jóvenes víctimas con las que probablemente no empatices nunca porque no saben generar emociones. Obviamente, el casting le resta puntos al conjunto, pero el personaje más importante aquí va a ser el responsable de los efectos especiales, que sobresale por encima de la media y viendo el resultado final, tampoco parece demasiado necesario que los chicos tengan conversaciones filosóficas sobre Kant o Descartes, porque la película se concibe desde una perspectiva en la que lo que importa es el fin y no los medios, aunque yo pienso en un guión mucho más oscuro y retorcido para crear una subtrama que rellene los “tiempos muertos”, donde se cree una desconfianza infinita entre los personajes, por aquello de que en realidad no se conocen (algo que para nada está explotado en el film) y se me hace la boca agua. Creo que si se hubiera tenido esto presente, se habrían ganado las estrellas que le faltan a esta película para sobresalir.

Un recorrido con desconocidos siempre se hace más largo, pero el silencio de la soledad es una bala certera a través del parabrisas. Viajar.

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“la película se concibe desde una perspectiva en la que lo que importa es el fin y no los medios”

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Respecto al plano más técnico, “Downrange” tiene todo de su parte porque Kitamura es un buen director y sabe cómo hacer películas con un acabado notable. El montaje es uno de los puntos fuertes, así como la elección de los diferentes planos y ritmos de cámara, que son precisamente lo que más ayuda a la creación de esa sensación de incertidumbre tan necesaria para “Downrange”. También destaca la fotografía, que favorece mucho para restar importancia al hecho de que tu pupila se acostumbre a ver casi en todo momento las mismas imágenes. En cuanto a la banda sonora, no destaca pero cumple su función a la hora de enfatizar determinadas circunstancias. En este terreno más formal de la creación de películas, queda claro, una vez más, que Kitamura es apuesta sobre seguro.

Y si a estas alturas no tenéis ganas de ver la película y disfrutar de un buen entretenimiento, os lanzo un dardito más para ver si doy en la diana. Puede que “Downrange” tenga uno de los mejores finales de un slasher que haya visto en los últimos tiempos, porque sí, considero que “Downrange” es un survival, pero está terriblemente cercano al slasher (aunque es cierto que casi todos lo están). Y si lo pensamos bien, ver cine es como viajar, cuando iniciamos el trayecto, todo son ganas y expectativas. Cuando llegamos al destino, hacemos un balance de la travesía y decidimos si ha sido o no satisfactoria analizando diferentes factores, por tanto la mitad del camino parece decisiva para inclinar la balanza hacia el viaje entretenido, divertido y ameno o hacia el viaje aburrido en el que el tiempo parece detenerse y los kilómetros tener mucho más de mil metros. Este viaje para mí ha sido gratamente agradable, primero por volver a darme una lección sobre prejuicios que valoro y de la que espero aprender y segundo, por haberme hecho pasar un rato estupendo con una película de la que no esperaba nada en absoluto. Ahora os toca montaros en el coche a vosotros, así que Bon Voyage, queridos cuervos.