Crítica: Mal de Ojo

MISSTERROR NOS HABLA SOBRE EL NUEVO TRABAJO DEL MEXICANO ISAAC EZBAN, TERROR CLÁSICO CON MARCADA DENOMINACIÓN DE ORIGEN

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Si pusiéramos en una balanza la cantidad de veces que hemos atribuido los sucesos menos agradables de nuestra vida a la mala suerte, no sería extraño deducir que cada uno de nosotros habremos pensado en un posible mal de ojo, al menos un par de veces en nuestras vidas. Da igual lo supersticioso o escéptico que se sea, en momentos críticos todos nos convencemos de nuestra mala suerte e, incluso, le pedimos a dios que nos ayude, sin creer en absoluto en ningún ser mágico. 

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“mezcla el folklore mexicano y caribeño con la mitología de las brujas, llevándolo al complicado terreno de la abnegación maternal y la rebeldía adolescente para crear un cuento negro” 

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Somos seres conscientes, pero es inevitable que también seamos seres curiosos con lo extraordinario, para bien y para mal. Nos atrae la oscuridad casi más que la luz y supongo que por eso quienes hablan de una luz en el momento de la muerte, explican que no debes caminar hacia ella. Muchos encontramos refugio en la oscuridad, en la magia, en lo sobrehumano y en lo fabuloso. Un cobijo para la curiosidad con los ojos como vehículo para que la deliciosa imaginación juegue a su antojo. Para Isaac Ezban, el ojo en el folklore mexicano está irremediablemente unido al mal. 

Tras el éxito de “Los parecidos” (2015) y la floja acogida de “Parallel” (2018), el director y guionista Isaac Ezban se adentra en el terror con “Mal de ojo” (2022), un largometraje que deja patente su gusto por el cine de género y muestra un fuerte anclaje a las raíces. “Mal de ojo” mezcla el folklore mexicano y caribeño con la mitología de las brujas, llevándolo al complicado terreno de la abnegación maternal y la rebeldía adolescente para crear un cuento negro, con marcadísimos tintes supersticiosos que conviertan al espectador adulto, en el curioso niño encandilado con los cuentos de miedo que una vez fue. Así es cómo, desde la mirada de la infancia y una recién estrenada adolescencia, Ezban narra la leyenda de las trillizas de Veracruz que buscaron en la brujería el remedio para la enfermedad terrenal de una de ellas. Este cuento será el hilo conductor de toda la película. 

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“un universo gótico de mansiones sombrías con una excelente iluminación y un gran uso de maquillajes e incluso animatronics, inclinándose por la artesanía en lugar de los efectos digitales” 

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De ambientación nostálgica, “Mal de ojo” acierta en lo tocante al mundo tétrico, a la ranciedad de la convivencia de diferentes generaciones dispuestas a no entenderse y en el uso que hace de la cámara, especialmente de los primeros planos que acompañan constantemente a los personajes más desagradables. Tal es así que los derrapes del guion y sus cuestionables decisiones no empañan la continua sensación de estar ante una película muy entretenida y juguetona. 

“Mal de ojo” opta por dar el peso de su narración a dos personajes antagónicos: Nala (estupenda Paola Miguel) y la abuela Josefina (estupendísima Ofelia Medina), en un disfrutable duelo que nos retrotrae a un universo gótico de mansiones sombrías con una excelente iluminación y un gran uso de maquillajes e incluso animatronics, inclinándose por la artesanía en lugar de los efectos digitales (algo que se agradece mucho). La película rezuma amor por el cine de terror, presente incluso en los pequeños detalles, pero no se centra solo en las brujas, sino que intenta explorar (sin demasiado éxito) el miedo a la vejez, los conflictos familiares y un cierto coming of age de la joven protagonista. El esquema de ideas está claro, pero en la ejecución, Ezban se arma un lío de conceptos que hace que no se aterricen bien las bases y que todo lo que quede fuera del puro terror se tambalee. 

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“hay tramos alargados donde el ritmo se resiente y otros en los que Ezban pasa tan rápido que terminan siendo incomprensibles” 

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En este cuento de hadas maligno, la fotografía repleta de amarillos, azules y verdes juega un papel crucial, ya que lo que por el ojo entra en la mente reposa. “Mal de ojo” es capaz de envolver al espectador en una ensoñación mágica simplemente con el uso de una gran cinematografía, pero también es capaz de hacer torcer el morro con el abuso de unos jumpscares que no son necesarios en absoluto. En cualquier caso, los recursos para conseguir suspense terminan equilibrándose y hacen que la película se permita unas cuantas licencias sin salir excesivamente penalizada. 

Pese a la comedida duración de la película, hay tramos alargados donde el ritmo se resiente y otros en los que Ezban pasa tan rápido que terminan siendo incomprensibles. No tengo claro si hay un problema en el montaje hacia la parte final o es una decisión consciente del director, pero toda la coherencia que este cuento mágico había adquirido, se tambalea en la parte final, pese a que crea que el desenlace ayuda mucho a la ultimísima sensación final del espectador. Si mezcláis todos estos párrafos en vuestro caldero de brujería, con sus sapos, sus culebras y su mandrágora, la pócima resultante es una llamada de servidora para que todos los que aún no lo hayáis hecho, le deis una oportunidad a “Mal de ojo”. No es una película impecable, pero tiene la personalidad y calidad suficiente para que todos los amantes del terror sientan que aquí está presente el material cinematográfico del que están hechas esas pesadillas con las que nos gusta soñar despiertos.