domingo, 2 de julio de 2023

Crítica: La Novia del Diablo

NELLIE VANCE NOS HABLA SOBRE UNO DE LOS TÍTULOS MÁS EMBLEMÁTICOS DE TERENCE FISHER Y CLÁSICO ATEMPORAL DE LA HAMMER


A pesar de contar con una extensa carrera previa a su vinculación con el cine de género, Terence Fisher es recordado principalmente por sus producciones asociadas a Hammer Productions, productora con la que desarrollaría ampliamente su gusto por el gótico a todo color y que nos dejaría obras maestras del género como “Frankenstein” (1957), “Drácula” (1958) o “La momia” (1959). De su vinculación habitual con Christopher Lee nacería también “La novia del Diablo” o “The Devil Rides Out”, una de las películas más relevantes sobre lo oculto y el satanismo a menudo comparada con “La semilla del diablo” (1968) o “The Wicker man” (1973), y que constituye una de las cúspides artísticas de la productora. 


“laureada incluso por la crítica convencional, que supo ver en ella el potencial de culto que alcanzaría años más tarde” 


La película cuenta la historia que sigue a la sospechosa ausencia de Simon (Patrick Mower) a la reunión anual celebrada con el Duque de Richleau (Christopher Lee) y Rex Van Ryn (Leon Greene). Ante la creciente preocupación, ambos amigos se presentan en la mansión de Simon y no tardan en descubrir que ha ingresado en una secta satánica cuyo líder, el Duque Mocata (Charles Gray), busca inocentes que sacrificar en honor al diablo. 

Basada en la novela homónima del escritor Dennis Wheatley (principalmente conocido por sus libros sobre satanismo y ocultismo, en los que cultivó un acercamiento riguroso, casi académico hacia la magia negra), “La novia del Diablo” (1968) es una paradoja de la Hammer: eludiendo los distintivos característicos de las obras de la productora (la sangre y el erotismo fundamentalmente, pero también un humor muy británico) la película parece haber aguantado mejor que otras muchas el paso de los años. Fue, de hecho, laureada incluso por la crítica convencional, que supo ver en ella el potencial de culto que alcanzaría años más tarde


“a estas alturas poco se puede decir que no se haya dicho ya sobre la magnificencia de Lee y lo que su figura significa para el cine de terror” 


Por un lado, gracias a un reparto en estado de gracia que rebosa carisma y atractivo, quizá el componente más significativo de la película. Sin embargo y a pesar de que todos ellos despiertan enorme simpatía, es necesario recalcar la envergadura de dos actuaciones en concreto. Evidentemente, a estas alturas poco se puede decir que no se haya dicho ya sobre la magnificencia de Lee y lo que su figura significa para el cine de terror. El papel de Duque de Richleau (que el propio actor recordaría como una de sus mejores experiencias en su autobiografía Lord of Misrule), es una muestra más de la elegancia y destreza actoral de Lee, que imprime autoridad y sabiduría en cada frase. Del mismo modo, Charles Grey como Mocata es simplemente encantador y aterrador al mismo tiempo, ofreciéndonos un villano a la altura de los mejores satanistas del cine contemporáneo


“una de las películas mejor conservadas de la Hammer, una de las que seguirá encontrando seguidores con el paso de los años y que alimentaran su merecido estatus de culto” 


Por otro lado, (y quizás sea este el mayor elemento constitutivo de la buena salud de la película) el trepidante ritmo que “La novia del diablo” maneja desde el principio se configura como uno de los elementos clave, especialmente para su apreciación dentro de los tiempos que a menudo se manejan en el cine de terror contemporáneo. Gracias a la labor del guionista Richard Matheson (que supo comprimir la densidad de la obra original en un guion convencional dividido en 3 actos), la película ha aguantado el paso del tiempo constituyéndose como una de las huidas de las fuerzas del mal más emblemáticas del cine británico. 

Con un primer acto donde ya se nos ofrece toda la información necesaria sobre los personajes, los dos siguientes actos son un cúmulo de situaciones frenéticas y surrealistas que pondrán a prueba al trío protagonista, entre las que se encuentra la aparición de The Goat of Mendes o Baphometh (una aparición que poco necesita para causar terror) o una celebración subida de tono que, aunque pensada como una orgía en el guion original a la que tuvieron que bajarle los decibelios para su adaptación cinematográfica, sorprende que pasase el corte por su retrato bastante sexual de lo que sería misa negra. A pesar de un final algo anticlimático, el ágil desarrollo de la acción convierte el visionado en una experiencia divertida e increíblemente amena, especialmente si tenemos en cuenta la densidad y complejidad del folclore que se desarrolla en la novela. En resumen, “La novia del Diablo” es una de las películas mejor conservadas de la Hammer, una de las que seguirá encontrando seguidores con el paso de los años y que alimentaran su merecido estatus de culto.


3 comentarios:

Victor dijo...

Muy buena esta producción de la Hammer.
Un saludo

Art0rius dijo...

Clasicazo que da gusto de ver por estos lares! Le estais dando mucha vida a los clasicos, merci!

J dijo...

Hay una peli mejor, mi novia es un diablo, basada en este titulo. Muy ochentera, de esas de videoclub, sexy y divertida que recomiendo febrilmente. Lastima que se olvido incluso para un cinefilo Rector.

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