Crítica: Marui Video

MISTER MOLOKO NOS HABLA SOBRE EL ENÉSIMO MOCKUMENTARY LLEGADO DESDE EL CINE ASIÁTICO. DICEN, LA PELÍCULA "MÁS ATERRADORA DEL AÑO"

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Hace unos meses tuve la ocasión de ver en pantalla grande la obra maestra de Ruggero Deodato “Holocausto Caníbal” (1980). Con esta película siempre he tenido una duda razonable sobre qué elementos de la historia estaban planificados y cuales fueron meramente incidentales y casuales. Aunque nunca sabremos con exactitud la verdad, considero que si la película es verdaderamente única es porqué Deodato supo sacar partido a un guion sumamente inteligente que se vio enriquecido por unas condiciones ambientales y de rodaje extremas y caóticas. Vamos, que se dieron todas las circunstancias posibles, previstas e imprevistas, como para dar lugar a una obra maestra. 

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“gestiona muy bien los recursos narrativos propios del documental para manufacturar una historia que, obviedades mediante, es capaz de generar inquietud” 

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A mi casa, como en miles de hogares de todo el país, también llego el número 235 de la revista Interviú (con una portada protagonizada por Norma Duval) en el que se incluía el famoso reportaje en el que se afirmaba que la historia de “Holocausto Caníbal” era algo real. No sé si aquello fue una estrategia de la distribuidora o una idea brillante del director de la revista para vender más ejemplares, pero el caso es que mis padres, en su bendita inocencia, se creyeron todo aquello a pies juntillas y no dudaron en ir con un puñado de amigos a ver esa película que prometía morbo y emociones fuertes. El reportaje era un timo… pero causó el revuelo necesario como para que la cinta fuera vista por más de un millón de espectadores y se convirtiera, con todo merecimiento, en un éxito comercial. 

Esta referencia a “Holocausto Caníbal” no es baladí a la hora de hablar del found footage o el mockumentary (tanto monta, monta tanto). No sólo es la pionera (“El proyecto de la bruja de Blair” (1999) no existiría sin la obra de Deodato), sino que también sentó las bases de todo lo que ha venido a posteriori. En el fondo, una gran parte del éxito de estos subgéneros radica en, argumento mediante, lograr que los espectadores sean capaces de establecer sinergias emocionales con las ficciones que estas películas pretenden hacernos pasar por reales. Aunque sabemos que lo que se proyecta en pantalla es el producto de un guion y de unas interpretaciones más o menos creíbles, su máximo objetivo se fundamenta en lograr que, como espectadores, obviemos los artificios cinematográficos y nos metamos en las entrañas de unas historias que juegan con la principal baza del verismo. Primer mandamiento: la ficción debe parecer real. Tal vez por ello si dos obras recientes como “Murder Death Koreatown“ (2020) o “The Medium” (2021) no me interesaron lo más mínimo es, simple y llanamente, por que no me las creí en ningún momento. 

“Marui video” (2023), la cinta coreana que ahora nos ocupa, es una mezcla entre el mockumentary y el found footage. Durante los dos primeros tercios asistimos a un falso documental en el que se investigan los sucesos acaecidos en un hotel en el que un hombre asesino a su pareja de forma brutal y sin motivación aparente, así como la relación que tiene todo ello con la muerte, bastantes años antes, de una familia en extrañas circunstancias. Desde mi punto de vista esta es la parte más interesante del film ya que el realizador gestiona muy bien los recursos narrativos propios del documental para manufacturar una historia que, obviedades mediante, es capaz de generar inquietud. La utilización de la voz en off, en este caso creo que acertada, la inserción de gráficos explicativos o la inclusión de entrevistas, hacen que el documental resulte muy creíble y la trama, que no deja de ser una historia de fantasmas bastante al uso, fluya con bastante interés. Los primeros sesenta minutos me han pasado como un suspiro y enseguida me he visto atrapado por una trama que juega más con los resortes del suspense que con los del terror puro. El director es muy meticuloso a la hora de darnos la información y todo se mueve dentro de una coherencia interna que, si entras en el juego, te permite pasar de largo ciertos aspectos de guion discutibles u otros momentos que, como el exorcismo, resultan algo impostados. 

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“es capaz de ofrecernos una trama que, aunque no es un alarde de originalidad, si resulta ser un ejercicio de terror honesto y bien planificado” 

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El problema viene en el último tercio de la película. Ahí es cuando el realizador (el cuasi debutante Yoon Joon-Hyeong) abandona el formato mockumentary, que tan buen resultado le estaba dando hasta ese momento, y abraza el found footage (un cartel nos avisa que lo que viene a continuación se encontró de forma casual y que está sin editar) puro y duro. Desde el punto de vista del guion puedo entender la decisión (se buscaba darle un final impactante a la historia), pero, y ahí radica el gran problema, se le nota tanto que la verdadera intencionalidad es la de intentar epatar a los espectadores que por el camino se pierde la credibilidad y el sentido que tenía todo lo anterior. 

Por volver al inicio del análisis, es evidente que uno de los grandes aciertos de “Holocausto caníbal” es que puedes llegar a creerte que, aunque literalmente se los están comiendo vivos, los protagonistas continúen grabando con las cámaras. Durante todo el metraje nos los han mostrado como a unos auténticos psicópatas desalmados, algo que provoca que esa acción final resulta coherente con su perfil psicológico. En el caso de “Marui video” esa “lógica” tan “ilógica” no resulta para nada creíble. Se ve impostada, falsa y lastra todo el trabajo anterior en el que la sutileza y la construcción progresiva de la trama y el suspense habían funcionado. Sinceramente creo que la mezcla de los dos formatos (si es que podemos hablar de formatos distintos entre mockumentary y found footage) no funciona y, honestamente, yo me hubiera quedado con el primero y hubiera utilizado una resolución más imaginativa y sutil. Además, por adolecer, ni siquiera se entiende muy bien todo lo que acontece en pantalla. Esta rematadamente mal narrado. A pesar de ello, reitero, estamos ante una película sumamente estimulante que creo que es capaz de ofrecernos una trama que, aunque no es un alarde de originalidad, si resulta ser un ejercicio de terror honesto y bien planificado que, además, esta aderezado por algunos giros de guion sencillos pero efectivos. 

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“una película con no pocos puntos de interés que se ve perjudicada por un segmento final que lastra una historia que hasta entonces estaba resultando de lo más estimulante” 

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Cuando me estaba documentando sobre la cinta he constatado que, en general, las críticas que ha recibido no han sido demasiado halagüeñas. La palabra más utilizada en muchos de esos análisis ha sido “aburrimiento”. Dejando de lado la inexorable subjetividad del término, no es menos cierto que en algunos casos las expectativas son las peores enemigas de algunas películas. Ejemplos tenemos a cientos, pero en el caso de “Marui video” este film se ha vendido con los típicos/tópicos “la más terrorífica del año”, “los espectadores abandonaban la sala antes de finalizar”, etc., que ni son ciertos ni le hacen justicia. Sinceramente no se a quien se le ocurren estas estrategias de márketing, que al final son más perjudiciales que otra cosa, pero la realidad es que en “Marui video” no hay nada de eso. La película claramente juega con otras intenciones mucho más sutiles. Esta es una película con no pocos puntos de interés que se ve perjudicada por un segmento final que lastra una historia que hasta entonces estaba resultando de lo más estimulante. De acuerdo con que hay algunas interpretaciones mejorables o que algunos pasajes están muy sobre explicados, pero el conjunto, su estructura y su por momentos bizarra (en positivo) mezcla de ideas funciona bastante bien. A mí, final mediante, me ha resultado una grata sorpresa.