Crítica: Abierto Hasta el Amanecer

Corría el año 1996 cuando se estrena en España el tercer largometraje (sin contar su participación en aquella brillante antología hotelera de título “Four Rooms”) de Robert Rodriguez, quien ya por aquel entonces había enamorado cinematográficamente hablando, a mas de uno con las dos primeras entregas de la que terminaría siendo, a posteriori, la trilogía de “El Mariachi”. Si es que no se puede ser adolescente, menuda época de nuestras vidas aquella... recuerdo perfectamente la noche en que servidor y un par de colegas (un abrazo desde aquí al Sr. S.C y al Sr. C.P allá donde quiera que estén) nos dirigimos, ni cortos ni perezosos a una céntrica sala de cine de Barcelona a ver lo nuevo de Rodriguez, en la cual, además, también aparecía otro ídolo de adolescencia, su incombustible compañero de periplos, Quentin Tarantino, quien también se había ganado a pulso a aquellas alturas de la vida, la vitola de cineasta de culto con “Pulp Fiction”. El hecho de que nos pasáramos gran parte del año anterior (esta se estrena en España en 1995), recreando los mil y un legendarios diálogos de tan magna obra en claro detrimento de nuestras obligaciones estudiantiles, es el mejor ejemplo de ello.

Pues eso, lo nuevo de Rodriguez y con Tarantino de por medio... pues más allá de esto, ninguna de estas tres almas en pena que se dirigía sin saberlo hacía su inexorable destino, sabía nada más de la película en cuestión, pues por aquel entonces, huérfanos del siempre sabio consejo de la red, el generoso caudal de ese río de conocimiento por el que hoy somos arrastrados cual meras partículas de arena hasta el mar de la sobreinformación, no era más que el sucio lago estancado de la ignorancia. Dicen que la ignorancia puede ayudar a alcanzar la felicidad, yo no lo creo, pero esta fue la excepción que confirmó la regla. Y es que uno se mete en el cine a ver una película de acción y termina metido sin darse cuenta, sin comerlo ni beberlo, en una vampírica orgía de sangre, terror y humor negro de semejante envergadura bíblica, que es capaz de convertir a tres adolescentes abanderados de la indecisión, violados hasta aquel momento por dudas tales como ¿Metallica o Iron Maiden? ¿muslo o pechuga?¿McRoyal o McPollo?¿rubias o morenas?¿con la izquierda o con la derecha? (masturbarse, se entiende) ¿catalán o español?¿Bruce Lee o Chuck Norris? Y un largo etc de transcendentales cuestiones universales, en tres hombres, tres machos que aparcaban sus dudas e inseguridades para renacer como seres completos y seguros de si mismos que sabían perfectamente lo que querían... ¿que querían? Pues más claro el agua joder, querían ser como el puto Seth Gecko... bueno, ssshhhhhhh, si os acercáis os diré un secreto, venid... un poquito más cerca coño, que no muerdo (casi nunca), vale, así vale... como Seth querían ser el Sr.S.C y el Sr. C.P, yo en realidad, lo único que quería era fornicar hasta la muerte de uno de los dos, con la jodida Satanico Pandemonium, así que esta experiencia, lejos de hacerme un hombre, tan solo dio respuesta a una de las muchas incógnitas con las que entré en la sala: con la izquierda.

Hace unos días, comentaban algunos en la crítica que le dedicó el bueno del Sr.Bates a la primera entrega de “Scream”, que ésta era poseedora del mejor prólogo que se ha visto en una película de genero y, aunque no me gusta tildar a nadie de mentiroso, pues soy un tipo sumamente educado y respetuoso, no me queda otra que tachar dicha afirmación de miserable patraña, porque señores, el mejor prólogo en una cinta de terror visto y por ver, está contenido y con mucho, en “Abierto Hasta el Amanecer”. Y es que superar lo que hacen el duo sacapuntas con ese comercio de carretera, ese tendero nominado por la academia, ese ranger y esos criminales prófugos, está al alcance de muy pocos, por no decir de nadie. Tras esto, tras semejante espectáculo, ¿que puede hacer el pobre e indefenso espectador?¿como resistirse a tan obscena proposición? Porque después de dicho derroche de ingenio guiñolesco y posteriores títulos de crédito al son de ese “Dark Night” de “The Blasters”, uno tiene el culito tan lubricado, que podrían meterle el puto Titanic por el mismo y disfrutar hasta el último jodido milímetro de la travesía.

Hablar de “Abierto Hasta el Amanecer” a estas alturas de la vida, puede parecer algo absurdo, innecesario incluso y nada más lejos de la realidad, pues para ser sincero, no tengo nada que decir que no se haya dicho ya (y además, hacerlo con una sola mano no va a ser empresa fácil). Pero es que joder, después de revisionar a la muy hija puta en HD, a uno no le queda otra que dejarse arrastrar por el suelo por los mismos dedillos diabólicos que una vez hicieron lo propio con el bueno de Ash Williams en “Terroríficamente Muertos”, solo que esta vez en busca del ansiado teclado del ordenador. No obstante, tranquilidad. He quedado dentro de media hora, así que no pienso explayarme demasiado, tan solo dejadme eyacular las cuatro cosas que llevo dentro y me daré por aliviado... por lo menos, hasta la noche.

Ok. Talento aparte de sus creadores, que es una gran obviedad, ¿que hace tan grande a “Abierto Hasta el Amanecer? Pues varias cosas. La primera, los preliminares. Nunca, y digo NUNCA, se ha conseguido poner (a base de lengua) tan cachondas a esas señoritas de nombre curiosidad e ignorancia (del espectador), mientras estas se revuelcan durante más de sesenta minutos en la cama poniendo en entredicho los límites de la moralidad y la flexibilidad humana. En “AHEA”, Rodriguez tensa la cuerda de una forma que no se había atrevido ha hacer nadie antes, y es que no es hasta el último tercio de metraje, donde se nos revela lo que en realidad estamos visionando, que no es otra cosa, que una película de terror. Esto es muy grande, pues llegados a este punto, el impacto de la sorpresa, por inesperada, es tal, que uno debe rebuscar en lo más profundo y sucio de los bolsillos de su gastado pantalón tejano para pescar unos profilácticos que ya creía reservados para mejor ocasión. Yo cuando comencé a ver desfilar a toda esa panda de vampiros por la pantalla, no tenía muy claro si era real, o tan solo una mala reacción del McPollo previo (si, yo siempre he sido más de McPollo).

La segunda, la ilimitada capacidad del cineasta tejano para dar vida a personajes inolvidables, lo que si además, sumamos al hecho de contar con un reparto de actores de primera línea, pues da como resultado el alfa y el omega de la genialidad “personajil”. Todos los personajes contenidos en “AHEA”, son patrimonio universal del cine fantástico, todos, únicos e irrepetibles, incluido el de la odiosa Juliette Lewis. Ni que decir tiene que no hace falta citar nombres... pero lo haré. ¿Que decir de los hermanos Gecko? Penable apología a la delincuencia por parte de Rodriguez, porque todos quisimos ser tan malos como ellos, llevar ese tatuaje trival que nos asomase por el cuello, violar, asesinar, robar... TODOS, pero con la clase de Seth, por supuesto. Pero hay más, mucho más. Ese jodido siervo de dios receloso de su señor tras la trágica muerte de su esposa. Creo que esta ha sido la vez en la que he estado espiritualmente más cerca de la religión en toda mi vida (incluso dejé de quemar iglesias por un par de noches... claro, me la estaba pelando con la izquierda y uno no da para todo). Y luego, bueno, luego el hombre... la perfección hecha carne... ¿sabéis cuando alguien admira tanto a otra persona (personaje en este caso), que dicha admiración se tergiversa como nuestro reflejo en un lago difuminado por las ondas al contacto con una gota de lluvia y da como resultado un sentimiento que difícilmente podemos o queremos entender? Pues eso es lo que me ocurrió a mi con Savini y su Sex Machine. Cuantas noches me he despertado a horas intempestivas, húmedo y erecto con la imagen del maldito motorista en mi cabeza, víctima de la culpa y de los yugos de una sociedad que nos... no joder, no nos pasemos, que quede claro que NUNCA me la he cascado pensando en Tom Savini y podría haberlo hecho, pero no lo hice, que puede que uno no tenga estudios pero de moralidad voy sobrado.

La tercera, la constatación esculpida sobre piedra de que humor y terror pueden ir de la mano (que si, que un pajarillo puede llamarse Attila y una tortuga Samael) y no solo no lastrar a ninguno de ambos géneros, sino compenetrarlos para crear algo nuevo que sea capaz no solo de convivir, sino de funcionar y complementarse en simbiótica relación dentro de una misma obra. Porque a estas alturas, nadie puede dudar, que “AHEA” es una película de terror, pero tampoco se puede negar su infinita capacidad para arrancarnos la carcajada cada vez que se lo propone. Y es que Rodriguez, un sinvergüenza de los pies a la cabeza, no tiene problemas a la hora de plasmar en pantalla todo aquello que pasa por esa cabecita suya, si ello, significa que un actor, interprete a tres personajes en la misma película (grandioso lo de Cheech Marin), pues adelante, a quien no le guste, que se joda. Irreverencia (bien entendida) y talento van inevitablemente de la mano siempre que hablamos del tejano.

Y cuarta y última (porque todo hombre tiene un límite y yo ya me estoy quedando seco), su libreto, el guión. Nacido de dos mentes tan geniales como las de Robert Kurtzman (“The Rage”, “Buried Alive”) y el inigualable Tarantino. Esto es algo que no suele verse en la serie B, hablo de un guión de semejante calidad, más propio de otro tipo de cine que del fantástico de dicha catalogación. No se, es como coger a un clásico del gore como “Braindead” (por decir algo) y meterle un guión de la calidad de “Pulp Fiction”. Juntar lo mejor de dos mundos. El resultado es algo diferente, y lo diferente es especial, y “Abierto Hasta el Amanecer” es lo más especial que he visto nunca. No existe tregua para el espectador, no hay relleno, cada palabra está puesta ahí por una razón, por un propósito y tan solo por eso, guste más o guste menos el género, la película de Rodriguez es un visionado obligado para cualquier amante del cine que se considere tal cosa.

Obra de cabecera y piedra angular del cine de terror y fantástico moderno. Indispensable e irrepetible.

La Teta Enroscada debería aparecer en cualquier guía turística de México que se precie: Todo. Pero por ser algo más específico diré: Su guión, los personajes, la historia y como se cuenta, su gran diseño artístico a nivel de FX tradicionales, la banda sonora y la gran cohesión entre terror y humor negro.

A mi no se me ha perdido nada en México y mucho menos en un antro de carretera: Algunos FX digitales (pocos), no han envejecido muy bien.