Crítica: Red State

“Nido de Cuervos, no se responsabiliza de las opiniones vertidas por sus colaboradores, especialmente de las de El Rector.”

Esta vez, voy a intentar ser lo más respetuoso y políticamente correcto que pueda para intentar no herir la sensibilidad de nadie. Veamos. Detesto a Kevin Smith, jamás, y digo jamás, me ha hecho puñetera gracia ninguna de sus películas, ni Jay, ni silencioso Bob ni su puñetera santísima madre y soy consciente, de que el tipo está considerado por algunos, poco menos que un director de culto dentro del género de la comedia. No obstante, no voy a negar que experimentar semejante cambio de registro (pues “Red State” se nos había vendido como un filme de terror de corte clásico), me despertaba por lo menos, algo de curiosidad, lo que en los tiempos que corren, no es poco. Y en realidad, hasta cierto punto, esto es cierto, es decir, no cabe duda de que “Red State” es una cinta de terror, pues cualquier historia que gire entorno a la religión y al fanatismo que genera, no puede ser etiquetada de otra forma. Ahora bien, dejando de lado un dato, este, con el que debe coincidir cualquier persona en su sano juicio que no viva mentalmente en la edad media, lo que vamos a encontrar en la nueva paja mental de Smith, es una amalgama de géneros tales como el susodicho terror, la comedia, el thriller y el cine de acción. Otro dato importante a tener en cuenta antes de ponerme manos a la obra, una de dos, o Smith es un puto genio, o yo soy un puto imbécil, por que tengo que reconocer que en algunos pasajes de la película, he estado mas perdido que Jennifer Connelly dentro del laberinto después de jugar al “duro” (juego idiota en el cual el interesado, debe introducir una moneda en un vaso para conseguir que otro jugador, elegido por el, se beba un ídem de cerveza y que, tiene como única finalidad emborrachar a la tía buena del grupo para llevársela a la cama) hasta altas horas de la madrugada en “La Oveja Negra” (mítico garito barcelonés que tiene como única finalidad, jugar al “duro”).

“Red State” nos sitúa en una pequeña localidad del centro de los Estados Unidos, donde la comunidad católica hace lo que mejor sabe hacer, tocar los cojones y atentar contra la libertad sexual del individuo. En medio de todo este jaleo, tres compañeros de instituto se preparan para una divertida noche de juerga, pues uno de ellos lleva días chateando en Facebook (y hay que estar enfermo) con una tía de 36 años que está dispuesta a practicar sexo con el y sus dos colegas, en una pequeña orgía nocturna. Una vez allí, los chicos descubrirán que la mujer, no es una hembra cachonda sedienta de sexo ilegal con menores, sino una fanática religiosa que “capta” adeptos para su secta de degenerados cristianos.

En tres partes separó yo “Red State”. La primera de ellas, es sin duda la más divertida de todas, comedia en estado puro, aunque hay que matizar algo importante, Smith se deja de los malabarismos característicos de su cine, para meterse de pleno en la “comedia inteligente”, es decir, la comedia en plan “Porky´s”. Y es que este tramo inicial me transportó a aquellos años donde los colegas nos partíamos el culo con tan mítica saga, “Piwi”, “cigarro puro” y cia… joder, no se había hecho pajas alguno con ellas… bueno, el caso es que el prólogo es muy simpático, con un buen puñado de ácidos diálogos, situaciones bochornosas y mucho espíritu “teen”.

La segunda es la que aboga mas por el terror, en concreto por el “torture-porn”, donde los jóvenes son retenidos en una recóndita granja por un grupo de fanáticos religiosos que se dedican a castigar a aquellos que van contra las leyes de su demencial doctrina, poniendo especial énfasis con los homosexuales, los cuales no terminan de estar bien vistos dentro del colectivo. Esta parte también funciona bastante bien, no es original, desde luego, pero gracias al marcado rol de ambos bandos (los malos son terriblemente despreciables, los buenos caen irremediablemente simpáticos), a la crudeza de algunas secuencias y al fuerte contraste con respecto al tramo inicial del filme, hacen de esta parte, una experiencia bastante turbadora a pesar, del interminable sermón homófogo para dormir a las ovejas que se casca el líder de la secta, sacado directamente de alguno de esos programas de “debate” tan didácticos que pueden encontrarse en ese canal de televisión que lleva por nombre “Intereconomía”.

El despiporre llega en el tercer acto de la obra, donde el terror deja paso a la acción pura y dura, incluso con aires de “exploitation”, donde los agentes federales llegan a la granja y se lía (nunca mejor dicho) la de Cristo. Hay que destacar de este tramo, la sorprendente habilidad de Smith para filmar las secuencias de acción, algo de lo cual, ya se habían podido ver destellos en minutos previos pero que es en este momento, cuando alcanza cotas inimaginables, un auténtico frenesí de violencia desatada que hará las delicias de los amantes a este género. Por desgracia, llegados a este punto, el guión se desdibuja tanto y el cúmulo de circunstancias absurdas es tal, que llega un momento, que los menos avispados (ahí entro yo en escena), vamos a tener que sudar sangre para intentar seguir la historia, no voy a desvelar nada al respecto para no destripar el asunto, solo decir que el estrafalario galimatías ya no ofrece tregua de aquí al desenlace final, muy acorde con el metraje que le precede.

Conclusión, “Red State” es una nueva muestra de lo nocivo que es para la sociedad tanto el fanatismo religioso como el cine de Kevin Smith, combinados, motivo mas que suficiente para romper el séptimo sello y que el Apocalipsis se desate en la tierra. Una película que marea la perdiz jugando con varios géneros hasta que muestra su auténtica naturaleza, una mezcolanza entre violencia y crítica social. Lo mejor, la increíble precisión con la que Smith aborda las secuencias de acción (aquí y quien iba a decirlo, si que le veo un gran futuro al amigo), un siempre efectivo y sorprendentemente delgado John Goodman y sin que sirva de precedente, algunas salpicaduras cómicas bastante simpáticas, sobretodo en su tramo inicial.

Por el contrario, la extrema pesadez de algunos diálogos, el poco desarrollo de los personajes (algo donde curiosamente siempre había destacado el director hasta la fecha), su excesivo alejamiento del horror mas “tradicional”, lo incoherente que se vuelve el guión de la mitad del filme en adelante, plagado de situaciones grotescas difíciles de digerir y la incomprensible moraleja final que intenta vendernos Smith (y quiero pensar que en esto, ha tenido buena culpa el nefasto nivel de los subtítulos en español), hacen del visionado de esta “Red Sate”, una experiencia tan desconcertante como la idea de pensar que, en todas mis partidas de “duro”, jamás conseguí llevarme a la cama a la tía buena del grupo.