Crítica: Strippers Vs Werewolves

Vamos a ver, qué dura tarea hablar de esta película, que es un poco despropósito, pero en el buen sentido del término. Tiene mucho morro (para bien), un guión con gracia y está rodada con un presupuesto que ni para pipas, aún así una buena propuesta de gore fácil.

Líneas de guion muy divertidas como: “she had such great legs…have you found the other one?” (Tenía buenas piernas… ¿has encontrado la otra?). Amén de algunos bailes que se marcan las strippers (sobretodo Ali Bastian que interpreta a Dani, y que tiene una corta relación amorosa con Franklyn, el matón del club).

Si nos ponemos a madurar la idea es un concepto harto explotado – que tiende a ser más divertido en papel que en pantalla – pero mientras Strippers vs Werewolves se afana en encontrar el tono correcto o la estructura de la historia, se pueden disfrutar de algunos buenos momentos. En varias ocasiones, los set-ups y los diálogos enganchan un poco, pero cuando el director Jonathan Glendening se mete de lleno en la acción, la película se empieza a caer a tiras.

La escena que abre la historia no es más que una excusa para que suene Hungry Like a Wolf de Duran Duran, y hay un aullido de lobo mientras el club $ilvadollaz en Basildon explota en 1984. Se hace un rápido y caótico forward al año 2011 y en un impresionante y divertido cameo, un hombre lobo en un club de striptease/baile es apuñalado en el ojo con una pluma de plata – que su padre le había regalado a la muchacha, la bailarina exótica Justice (Adele Silva) al acabar sus exámenes de GSCE. Y cuando digo divertido cameo me refiero a que el hombre lobo en si es Martin Kemp, antiguamente el bajista de la banda Spandau Ballet, los rivales de Duran Duran en 1980. También salía como actor en Eastenders. Y he aquí el final de esta anécdota, que a mi me encanta pero igual no os importa una mierda.

Y siguiendo con la historia. Tras esta diversidad de opinión hombre-lobo vs bailarina, se arma el pitote al desatarse una auténtica guerra de clanes entre la jauría de hombres lobo de Londres liderado por Billy Murray y el grupo de strippers del club. Para el entretenimiento del personal, se añaden vampiros y otros demonios a lo largo de la historia así, sin más. No hay un objetivo claro para esto.

El único problema que le veo yo a la cinta es que nunca queda claro si la película está grabada para echarse unas risas, en modo parodia o realmente están intentando hacer un trabajo serio con el género. La peli en si misma tiene fuertes carencias, especialmente con los efectos de caracterización, pero básicamente en general. El hecho de que haya mil y un cameos a lo largo del metraje no ayuda a disipar esta duda. Robert Englund, Steven Berkoff, Lysette Anthony y Sarah Douglas; eso sí, todos aportan un punto positivo a la misma; aunque no lo suficiente como para que sobresalga del campo: bajo-presupuesto, traviesa, picantona. Y uso estos adjetivos porque si hay algo que en realidad NUNCA pasa durante el visionado es que no hay ningún striptease. ¿Cómo en una película de strippers puede haber cabida para 90 minutos sin ningún striptease? Hay bailes exóticos y eróticos pero de destape poco, amigos… y con esto sí que no se juega, ¡hombre!

A parte de todo este sinsentido que os he dejado aquí, pues bueno, sangre fácil, peleas, mujeres ligeritas de ropa y bastante diversión. ¡Esto si os lo puedo asegurar!