Crítica: Alta Tensión

Hoy, hablar de Alexandre Aja, es hablar de la decadencia. La decadencia de alguien que podría haberlo sido todo dentro del género de terror y que, caprichos de la industria, o de la propia evolución del cineasta parisino, va a terminar quedándose simplemente, en uno más. Pocos se acuerdan ya de aquel debut sin pena ni gloria titulado “Furia” (1999) y no lo hacen, porque hablar de Aja, es hablar de “Alta Tensión” (“Haute Tension”, 2003) y de los inicios de una nueva corriente de entender el cine de terror en el viejo continente, es hablar del abanderado de una serie de noveles directores que pusieron patas arriba el género cuando este más lo necesitaba. Hablar de Aja es, hablar del nouvelle horreur vague.

A toro pasado es muy fácil emitir juicios de valor. Y sí, es cierto que lo de Aja ha sido un continuo y degenerativo ocaso hacia el abismo después de dirigir dos obras de semejante envergadura como la que nos ocupa y, tres años más tarde, el glorioso remake de “Las Colinas Tienen Ojos” (“The Hills Have Eyes”, 2006). De ahí en adelante, la caída ha sido cuesta abajo y sin frenos. Primero, metiendo las narices en terrenos comerciales al llevar a la pantalla grande el remake de una cinta de terror asiático (uno de los grandes fetiches de Hollywood): “Reflejos” (“Mirrors”, 2008), una historia bastante típica de fantasmas muy exportable al gran público y alejada ya, de la restrictiva brutalidad de sus dos anteriores obras. Aja ya no se bajaría del tren, y sus “Piraña 3D” (2010) en clave de humor y “Horns” (2013), a medio camino entre el drama, la comedia y el fantástico, son buena prueba de ello. El epitafio nos ha llegado este pasado año con la dramáticamente insufrible “The 9th Life of Louis Drax” (2016), cinta que por cierto, le encantó a mi madre.

Todo eso es cierto. Sí. Pero no sería justo juzgar solo a Aja, cuando algunos de sus compañeros de viaje también se han quedado en el camino. Pascal Laugier, tras el boom de su polémica “Martyrs” (2008), decepcionó a más de uno cuatro años más tarde con la inesperada “El Hombre de las Sombras” (“The Tall Man”, 2012), un thriller para todos los públicos; Xavier Gens, tras “Frontière(s)" (2007), optó por adaptar a la gran pantalla un videojuego en la mediocre “Hitman” (2007), si bien es cierto que ya alejado del terror, recuperó bastante credibilidad con esa pequeña joya de la ciencia ficción que es “The Divide” (2011); Fabrice Du Welz (pese a su nacionalidad Belga, siempre se le ha contado como una más del movimiento) encandiló con “Calvaire” (2004) y tuvimos que sufrir un tostón como “Vinyan” (2008) y una cinta de acción del montón como “Colt 45” (2014), antes de recuperar al mejor Du Welz en la brutal “Alléluia” (2014); David Moreau y Xavier Palud, tras “Ellos” (“Ills”, 2006), optaron por subirse al carro de los remakes asiáticos con la infumable versión americana de “The Eye”; David Morley impactó con “Mutants” (2009) y tras la tópica “Home Sweet Home” (2013), se ha quedado para series menores de televisión y, respecto a “La Horde” (2009), a Yannick Dahan aun se le espera y Benjamin Rocher, no se puede decir que lo bordase precisamente con “Goal of the Dead” (2014) junto a Thierry Poiraud.

Los únicos que han aguantado y aguantan, de aquella primera hornada de jóvenes talentos galos, han sido Alexandre Bustillo y Julien Maury, quienes lejos de perder fuelle tras perpetrar la que posiblemente sea la mejor película que ha dado el terror francés, “À L´intérieur” (2007), nos han seguido deleitando sin perder ni un ápice de aquel espíritu inicial con titulazos como “Livide” (2011) y “Aux Yeux Des Vivants” (2014). Por lo que, siendo justos, hablar de la decadencia de Alexandre Aja, es hablar, salvo pinceladas, de la decadencia del cine de terror francés.

Pero volvamos a lo que nos ocupa. “Alta Tensión” significó el pistoletazo de salida a una serie de brutales películas francesas para el recuerdo y a día de hoy, sigue siendo, con sus “peculiaridades”, uno de los mejores survivals que se hayan rodado nunca. La película, premiada en el festival de Sitges de aquel año nada más y nada menos que con cuatro galardones: Mejor director, mejor actriz (Cécile de France), mejor maquillaje y Méliès de plata a la mejor cinta fantástica europea (si bien de género fantástico no tiene nada).

Poco vamos a descubrir a estas alturas de las virtudes de la cinta de Aja. Con una puesta en escena sucia y una ambientación espectacularmente cuidada al detalle, digna de los grandes títulos del género en otra época, y sin que esto interfiera en ningún momento con el ritmo trepidante más propio de nuestro tiempo,“Alta Tensión” es eso, una master class de tensión donde el terror psicológico y la brutalidad gráfica no solo coexisten, se retroalimentan. Aja consigue humanizar tanto, con tan poco, a todos los personajes que pone en pantalla, que el efecto, al yuxtaponerlos con un monstruo del calibre del asesino encarnado por un soberbio Philippe Nahon (“Irreversible”, “Horsehead”), es demoledor para el espectador.

Cécile de France está sencillamente magistral en su rol de Scream Queen al más puro estilo de una Jamie Lee Curtis y es la herramienta narrativa perfecta sobre la cual Aja lo construye absolutamente todo en una cinta que no da respiro al espectador ni en sus, en apariencia, partes intrascendentes.

El nivel de brutalidad alcanzado en “Alta Tensión” sigue poniendo los pelos de punta a día de hoy. La calidad de los efectos especiales y la mala leche que estos destilan (en ocasiones rozando incluso el mal gusto), hacen de la película de Aja una experiencia especialmente dedicada a un público amante del cine de corte más extremo, una peculiaridad del cine de Aja que éste, iría disipando tras cada nuevo trabajo. No imagino a mi madre, que tanto disfrutó con ese dramote de sobremesa que es “The 9th Life of Louis Drax”, haciendo lo propio mientras el asesino de “Alta Tensión” se folla a una cabeza decapitada... bueno, en realidad no imagino nada que contenga en la misma frase a “mi madre” y “folla”. Perturbador.

Es cuando hablamos del guion, cuando nos adentramos en los terrenos más pantanosos y controvertidos de “Alta Tensión”. Sí, un glorioso survival... pero ojito con el guion co-escrito por el propio Aja y Grégory Levasseur (todo un habitual en las películas de Alexandre). El dúo, le da un nuevo significado al término “trampa”. Y es que “Alta Tensión” firma uno de los libretos más deliberadamente tramposos que yo haya visto nunca. Una “estafa” en toda regla que ha privado a la película de ser eso a lo que muchos gustan de denominar, una obra redonda. A día de hoy, sigo sin entender muy bien que pasó por la cabeza del parisino cuando escribió semejante falta de respeto a la inteligencia del espectador. Luego resulta que los listos de la clase tachan a alguien como Shyamalan, que hila hasta el último hilo y cuida hasta el último detalle, de tramposo. ¿Qué opinarán entonces de “Alta Tensión”?

Muy decepcionante el innecesario y fallido giro final, cierto. Pero todo lo que lo precede es tan grande y ofrece tantas satisfacciones, que no nos queda otra que perdonarlo. Perdonarlo todo y dejarnos engañar una y otra vez por esta pequeña maravilla del cine de terror que aúna, en una misma obra, lo mejor del terror de dos épocas, dando como resultado una película de perturbadora belleza que a día de hoy, sigue resistiendo estoica el paso de los años y disputándole a “Á L´Intérieur”, el cetro de mejor película del extinto nouvelle horreur vague.

Lo mejor: El perfecto equilibrio entre atmósfera y ritmo. Y por supuesto, su desorbitada brutalidad.

Lo peor: El tramposo giro final y comprobar de primera mano lo que fue y es hoy, Alexandre Aja.