SPOILERS ALERT. Recordemos el momento. Estamos en la primera parte de la trilogía de Peter Jackson, “El Señor de los Anillos: La comunidad del Anillo” (2001). Poco antes del momento que nos ocupa, Frodo ha esquivado a un Boromir que ha caído ante la tentación del anillo, y a punto está de abandonar a sus compañeros. Es entonces cuando se encuentra con Aragorn, al que pone en situación y a la vez prueba su temple ante el poder corruptor del anillo.
El futuro rey de Gondor pasa la prueba, despidiéndose del hobbit. La escena es absolutamente enternecedora cuando, de súbito, esta se quiebra en mil pedazos. La mirada de horror de Aragorn se ve refrendada por el brillo de la espada del Portador del Anillo, y mientras que la consternación golpea el rostro de Frodo, el dunedain le insta a huir mientras él, espada en mano, encara a un enemigo que está por hacer su aparición física pero que a base de la reacción de los personajes están ya presentes.Y entonces, llega el travelling. Y la música, evocadora a más no poder. En un inmejorable slow motion, Frodo huye hacía su destino, mientras Aragorn encara a un enemigo que se nos muestra en todo su horror y superioridad numérica. Una marea enloquecedora que amenaza con tragarse todo lo que es bueno en este mundo, y ante la que el espectador, que ha visto su creación misma, siente un miedo y una repulsión totalmente lógica.
“La espada alzada ante sus ojos, nobleza enfrentada a los rugidos bestiales del enemigo, nos habla del valor del sacrificio, de la amistad, de todos los tipos de valor habidos y por haber”
Durante un segundo, todos pensamos en huir con el pequeño hobbit. Es lo único que tiene sentido, huir ante semejante horror de violencia, locura y acero. En cierta manera, querido lector, en esa escena todos somos Frodo. Y no hay ninguna vergüenza en ello, es una reacción normal ante un peligro de tal magnitud.
Pero llega otro de los momentos mágicos de Amon Hen, y es cuando Aragorn/Mortensen trasciende. Enfrentado a paso lento contra el miedo mismo, los intensos ojos azules del actor sopesan al enemigo, a la par que lo desafía. No es una mirada de furia enloquecida, ni desprovista de miedo, pero si inundada de coraje y sacrificio. Peter Jackson nos acribilla al mismo tiempo que nos consuela en esos ojos: Trancos, el Montaraz, ha muerto definitivamente. Aragorn, el rey de Gondor es el que asoma definitivamente a través de ellos. Y con un gesto de desafío ante lo imposible, como más adelante el director nos hará experimentar con otros personajes en los campos de Pellenor, todo cambia. La espada alzada ante sus ojos, nobleza enfrentada a los rugidos bestiales del enemigo, nos habla del valor del sacrificio, de la amistad, de todos los tipos de valor habidos y por haber. . Y el ánimo del espectador, en una alquimia maravillosa, se transmuta y se expande.
“surgido del patetismo de la última escena en la que le dejamos tras intentar robar el anillo, Boromir irrumpe con un impecable cambio de acompañamiento musical”
Casi avergonzados ante la idea de huir, pasamos a la acción más frenética, sabiendo de antemano que es una batalla perdida, pero a nosotros, espectadores, ya no nos importa. Porque estamos ahí, en cada golpe, en cada espadazo, en cada Uruk-Hai que besa el suelo. Porque dudamos y temimos durante un segundo, pero luego nos han devuelto la esperanza. Una esperanza de que un pequeño Hobbit consiga huir de sus perseguidores, de que cualquier sacrificio es poco para tal fin. Y ese sentimiento se encarna, sin pausa ni descanso, en otra escena maravillosa.
Pues cuando Merry y Pippin descubren que el portador del anillo va a dejarles, se encuentran en la tesitura dentro de un segundo de cubrir la huida de su amigo o intentar huir todos juntos, jugándose el éxito de la misión. Dudan un segundo, menos aun. Porque son personajes con alma, con vicios y virtudes. Jóvenes, como lo hemos sido todos. Y el valor, el valor del que se sabe débil en lo físico pero un gigante en otros tipos de coraje, estalla como un volcán. "Por aquí!" Gritan los Medianos, mientras atraen toda la atención del enemigo. La pantalla vuelve a teñirse de heroísmo más allá de toda medida, el sacrificio por el prójimo al que J.R.Tolkien pinta en el lienzo de toda su obra y al que Peter Jackson versiona en unas imágenes de increíble, arrebatadora belleza.
“la redención final de alguien que ha luchado toda su vida por el bien común de su pueblo”
El sacrificio por los demás. Una y otra vez. El amor por el otro, por el amigo, por el hermano. Ese sentimiento que Tolkien debió experimentar en las trincheras de una guerra inmisericorde no podían haber tenido mejor plasmación. Pero lo mejor, lo más bello y doloroso, aún está por venir.
Ese momento nace con la sensación de desespero y finitud, de ver a Merry y Pippin acorralados. La esperanza amenaza con romperse cuando un Uruk Hai avanza alabarda en ristre para darles el golpe final. Pero entonces, surgido del patetismo de la última escena en la que le dejamos tras intentar robar el anillo, Boromir irrumpe con un impecable cambio de acompañamiento musical: de la acción desenfrenada pasamos a un coro orquestal que suena como un panegírico. Y es lo que esta escena es: la redención final de alguien que ha luchado toda su vida por el bien común de su pueblo. A Boromir le hemos visto desplegarse durante el metraje, con sus mezquindades pero también con su grandezas. El haber sucumbido ante el Anillo le ha herido en lo más hondo de su honor, de todo lo que ha defendido durante su vida, y ahora busca su redención, su reivindicación a costa de su propia vida. El crescendo musical es imparable, y nos lleva hacía una conclusión tan épica como trágica, pero sigamos.
Creo que nadie que la haya visto olvidará el maravilloso travelling aéreo, posterior al mítico "El Cuerno de Gondor" pronunciado por Legolas:
La cámara vuela, mostrando la aterradora multitud de los Uruks convergiendo en un mismo punto, dando fe de la imposibilidad de que los refuerzos lleguen a tiempo ante tamaña marabunta. Entonces, escuchamos el acero golpear incluso antes de que la cámara se enfoque en ellos: El hombre de Gondor levanta una muralla de carne, acero y coraje ante las hordas del enemigo, mientras el Cuerno de Gondor resuena en el bosque, llamando a una ayuda que sabe que no llegará a tiempo, pero no importa. Porque Boromir ya no lucha por si mismo. Ya no es solo por su honor perdido, lucha por lo que ha luchado toda su vida: por defender al débil de la amenaza oscura que habita en la oscuridad de Mordor. Lucha y muere por la misma esencia de su ser, ante el juicio mudo de las estatuas de los que seguramente son antepasados suyos, dando testimonio de que, citando a Edmund Burke, el mal solo triunfa si los hombres buenos no hacen nada. Y contra viento y marea, cuando lo fácil hubiera sido rendirse o huir, un hombre bueno se planta ante el mal. Aunque el precio sea la muerte.
Y que bien muere Sean Bean.
Dejando de lado memes y gilipolleces varias de la posmodernidad en internet, la agonía final de Boromir es para mí una de las secuencias GRANDES de la historia del cine. Momento grabado en la memoria es como, al recibir la segunda flecha, parece que va a caer definitivamente. Incluso la estatua tras él parece sugerir un "ya has hecho suficiente, descansa". Pero entonces alza la mirada, mira a sus protegidos, a esos que les enseñó esgrima durante el viaje y que juntos rieron en sana camaradería. Las emociones, al menos las mías, reventaron. Yo no quería que siguieran asaetando a Boromir, quería que dejara de sufrir, que cayera para que las flechas dejaran de clavarse, pero el personaje no me dio tregua: por sus amigos, por el mismo, por todo lo que es noble, volvió a levantarse, volvió a derribar a sus enemigos hasta que la última flecha negra lo postra de rodillas.
“Dejando de lado memes y gilipolleces varias de la posmodernidad en internet, la agonía final de Boromir es para mí una de las secuencias GRANDES de la historia del cine”
El rostro de Merry, desesperado, al verse levantado en volandas por los Uruk volvió a destrozarme el corazón. Pero de nuevo, cuando todo parece perdido, llega aquel que ha renunciado a ser un hombre para ser, simplemente, lo mejor de nosotros. Aragorn aniquila al líder de los Uruks, y su momento posterior con Boromir ya no es oro, es platino en barra. La voz del caído es agonizante y ahogada, pues no solo la vida se le escapa por las heridas. La esperanza le abandona al mismo tiempo que el aliento, está sumido en un pozo peor que la simple agonía física....
"...no permitiré que caiga la Ciudad Blanca. Ni nuestro pueblo tampoco."
Dos frases, y la mirada de Boromir/Bean se ilumina. "Nuestro pueblo". El Rey ha vuelto, y con él vuelve la esperanza por un mañana. Con un último gesto de bravura, el gondoriano moribundo se lleva la espada al pecho. "Te habría seguido mi hermano, mi capitán, mi rey." Las dos últimas palabras, tanto en versión original como doblada, están llenas de una ferocidad que pone la piel de gallina: Esa es toda la coronación que Aragorn necesita, y es la muerte definitiva de su vida errante: las palabras de un amigo moribundo que le otorgan el peso de oponerse al Mal con mayúsculas. Se dice pronto.... Amon Hen es un hito para el que suscribe en la historia del cine. Una cumbre sin paliativos de 15 minutos sin apenas diálogos, y una de las mejores cosas que me ha aportado mi afición al cine en general y al fantástico en particular. Y porque no, de la vida misma.
Ya estamos al final de este artículo, amigo lector. Ha salido de muy dentro, quizá llevado por la revisión de la trilogía en esta época tan difícil para todos. Disculpa las fallas de redacción porque admito que muchas de sus lineas han sido escritas llenas de lagrimas de pura emoción, pero estoy satisfecho con el resultado. Y ya para despedirnos, déjame citarte la canción que espero que suene en el epílogo de mi vida:
Lay down
Your sweet and weary head
The night is falling
You have come to journey's end
Sleep now
And dream of the ones who came before
They are calling
From across the distant shore
Why do you weep?
What are these tears upon your face?
Soon you will see
All of your fears will pass away
Safe in my arms
You're only sleeping
What can you see
On the horizon?
Why do the white gulls call?
Across the sea
A pale moon rises
The ships have come to carry you home
And all will turn
To silver glass
A light on the water
All Souls pass
Hope fades
Into the world of night
Through shadows
falling
Out of memory and time
Don't say
We have come now to the end
White shores are calling
You and I will meet again
And you'll be here in my arms
Just sleeping
And all will turn
To silver glass
A light on the water
Grey ships pass
Into the West
Mucho ánimo a todos, y recordad que el sol siempre acaba saliendo sobre los Campos de Pellenor.
5 comentarios:
Artorius, con tu permiso, hago mía hasta la última coma de tu fantástico artículo. Poco más que añadir a lo ya dicho. No es ningún secreto, creo que alguna vez ya lo he comentado, para mi lo que ha hecho Jackson con la obra de Tolkien, está muy por encima de cualquier expectativa previa. En las seis películas, en sus versiones íntegras, no hay un solo minuto que no sea un regalo no ya para el amante del obra original, de la fantasía y la épica. La saga de "El Señor de los Anillos" se cuenta entre lo más grande que ha dado el cine nunca.
Momentos inolvidables hay muchos, casi inacabables, pero esta batalla de Hamon Hen, sin duda es uno de los más bestias. La épica llevada a su máximo exponente. Nunca una secuencia, unos silencios, unas palabras, han puesto en evidencia el significado mismo de valores por desgracia, tan en desuso hoy, como el honor, la amistad y el sacrificio.
Reconozco que he compartido lágrimas contigo mientras leía tus palabras, de la misma gorma que lo hago siempre que me adentro en esta obra eterna e irrepetible. Ver morir a Boromir en brazos de Aragorn es una de las torturas cinematográficas más placenteras que servidor ha experimentado nunca. Gracias a Tolkien, a Jackson, y a ti por traernos esto a la web.
Saludos.
Gracias a ti por publicarlo, Rector. Empecé a escribir este artículo después de la partida precipitada de alguien muy querido, y no lo recordaba demasiado debido a que tenia el alma con mucha pena dentro. Verlo publicado y releerlo me ha hecho llorar, lo admito. Y ver de nuevo la Comunidad por vigesima vez , como no.
Dudaba entre este y los campos de Pellenor para el artículo, porque el uso del color y de la música en ese segmento es épica y poesía en su más alta expresión, pero el momento sean Bean me hizo decantar la balanza.
Los barcos grises pueden esperar, compañeros! Esto pasará!
Excelente artículo, espero sigas mostrandonos mas contenido de este tipo
Saludos!!!
Hace mucho adquirí el libro, porque creí que me gustaría leerlo, pero nunca me animé.
E aquí el golpesito que necesitaba para hacerlo.
Historias: Muchas gracias por tus palabras de aliento, celebro que te haya gustado! No es el tipo de articulo que suelo escribir para el Nido, pero si vuelve la musa me arriesgaré.
Andrea: El hobbit es excelente narrativa infantojuvenil, y el señor de los Anillos en su origen literario creo que debe leerse al menos una vez en la vida. Me alegro de haberte dado un impulso a leerlo! De todas formas, centrandome en esta escena (y espero que no me tiren nada a la cabeza), creo que Peter Jackson convirtió lo que en el libro es una escena practicamente off the record en una obra de arte muy superior a sus versos literarios.
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