Hay un componente del que el que un buen thriller no puede escapar: El pasado. Pocos thrillers mantienen una simple mirada presente o futura, la mayoría obligan a la observación retrospectiva como punto de apoyo de una violencia pendiente. “Coming home in the dark” se nutre de todos los elementos que conforman un buen thriller para que pasado y presente se sienten al volante de un vehículo con la potencia suficiente para atropellarte una y otra vez. Preparaos para ser arrollados porque desde Nueva Zelanda nos llega un buen mazazo.
“Ashcroft, director y guionista, busca cada momento en el que el espectador esté con la guardia baja para ir manejando los hilos y modelando a antojo las emociones a golpe de guion”
“Coming home in the dark” (2021) es la película con la que debuta James Ashcroft en el formato largo, tras casi diez cortometrajes a su espalda. En su puesta de largo, escoge el thriller para dar formar al horror. Un horror seco y brutal que se introduce en la narración inesperadamente, para que la tensión que desde los primeros compases se engendra, no te abandone ni un maldito segundo durante toda la película.
La historia parte del contraste de un tranquilo día de excursión familiar por los bellos parajes neozelandeses con la irrupción en el picnic de un par de vagabundos sin escrúpulos. Cosas del destino, cosas de las coincidencias, cosas de encontrarse en el sitio equivocado en el momento equivocado o cosas de una simple palabra que nunca debió ser pronunciada, lo que debía ser un momento para recordar en familia, se convierte en la más salvaje de las experiencias. Y quiero dejar claro que por mucho que estas palabras os transporten mentalmente al típico survival (incluso con nombre propio por aquello de la proximidad a Australia), “Coming home in the dark” no va de eso. En esta película, Ashcroft, director y guionista, busca cada momento en el que el espectador esté con la guardia baja para ir manejando los hilos y modelando a antojo las emociones a golpe de guion.
“lo que se podría clasificar como una road movie salvaje, plantea diferentes puntos de vista sobre una serie de realidades que, cuando menos, obligan a aparcar la indiferencia tocando temas en extremo delicados”
“Coming home in the dark” lleva el peso del pasado sobre muchos hombros y consigue así invitar a la reflexión y dar giros a la narración para que los cambios de posición del espectador sean constantes. Para ello, lo que se podría clasificar como una road movie salvaje, plantea diferentes puntos de vista sobre una serie de realidades que, cuando menos, obligan a aparcar la indiferencia tocando temas en extremo delicados sin despegarse ni un solo segundo de esa tensión que encoge el estómago.
“llegado a cierto punto, Coming home in the dark deja de ofrecer novedades y se regodea constantemente en las mismas ideas (aunque no por ello deja de ser interesante en ningún momento)”
Con una primera mitad tan brutal como la que tiene, no es de extrañar que baje un poco el listón en el desenlace. Aun así, el colofón está a la altura de todo lo vivido anteriormente. Es difícil escapar de la sensación constante de rabia, conflicto moral, justicia y locura que la película plantea, pero también es cierto que llegado a cierto punto, “Coming home in the dark” deja de ofrecer novedades y se regodea constantemente en las mismas ideas (aunque no por ello deja de ser interesante en ningún momento). Obviamente, la capacidad de agarrarnos sin que podamos soltarnos no solo se consigue gracias a un gran guion, sino también gracias a que técnicamente es excelente. Con un casting de quitarse el sombrero, donde destaca un asombroso Daniel Gillies, una desoladora fotografía, una sobria puesta en escena o una áspera banda sonora, “Coming home in the dark” muestra una seguridad apabullante.
Esta película es una patada en la boca del estómago para recordarnos que a veces los demonios mentales que nos persiguen durante años, se convierten en demonios reales con sus propios demonios que solo dirigen al lugar donde, inevitablemente, muchas veces vas a parar. Pero ¿Qué pierdes cuando no tienes nada que perder? Ojalá pudiéramos perder ese pasado del que ningún thriller puede escapar.
3 comentarios:
Si es que la marca Australia no falla. Es raro acercarse a una producción de género Australiana o Neozelandesa y no salir satisfecho y esta "Coming home in the dark" no es ninguna excepción. Su primera mitad es absolutamente brutal, una road movie dura, cruda y realmente tensa que te agarra y no te suelta. Es cierto que en su segunda mitad, a medida que se va perdiendo el elemento sorpresa, pierde algo de enteros, pero sin dejar nunca que nos bajemos del coche dirección a un destino ineludible.
Grandísimo debut de James Ashcroft. A Sitges se le pueden cuestionar muchas cosas en clave de programación, pero que cada año nos regala un thriller del copón, lo saben aquí y en Veneciafrenia.
Saludos.
Hola
Muy de acuerdo con ambos. Una muy interesante película de esas que te dejan muchísimo poso y provocan una extraña ambigüedad moral que, al menos desde mi punto de vista, me resulta muy cautivadora. El suspense está bien gestionado, las interpretaciones buenas y un guion con bastantes más matices de lo que parece.
Muy recomendable
Como dices, Rector, grandísimo debut de James Ashcroft. Un sorpresón que se ha convertido en mi segunda película favorita del festival.
Ummmmmhhhh, no he visto "Veneciafrenia", pero las opiniones en el día de su estreno han masacrado la sorpresa que llevaba Alex de la Iglesia al festival.
Hola, Moloko! Yo sigo con ese poso y esa ambigüedad moral que comentas. Sigo dando vueltas a todo lo que vi, escuché y sentí y uffffff, peliculón.
Un abrazo!
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