sábado, 29 de octubre de 2022

Crítica: Diamond Flash

NELLIE VANCE NOS HABLA SOBRE LA ÓPERA PRIMA DE UNO DE LOS NOMBRES PROPIOS MÁS IMPORTANTES DEL FANTÁSTICO ESPAÑOL EN LA ACTUALIDAD


Con motivo del estreno de “Mantícora” (2022), he visto la oportunidad perfecta para consentirme a mí misma con el ejercicio de revisitar un debut que sacudió gran parte de los cimientos del cine español en el momento de su estreno. “Diamond Flash” (2011) fue la primera incursión en el terreno del largometraje de Carlos Vermut, una película autofinanciada y de estreno particular (directamente en Filmin) que se convirtió instantáneamente en película de culto, que sienta las bases de un universo de violencia contenida, realismo mágico y costumbrismo oscuro que compone la filmografía de Vermut, y donde ya puede intuirse como va gestándose un lenguaje audiovisual muy personal que iría estilizando en sus siguientes propuestas. 


“impera un costumbrismo muy reconocible, pero que va volviéndose más incómodo a medida que la violencia, tanto física como psicológica, va ocupando todo el espacio” 


Narrativamente, es complejo elaborar una sinopsis de “Diamond Flash”. Diré que la película cuenta las historias (en principio independientes) de cinco mujeres, unidas por la presencia del superhéroe que da nombre a la película. Y hasta aquí es recomendable leer a nivel argumental, pues (como en todas las películas de Vermut) el visionado resultará más impactante cuanto más “en blanco” vaya el espectador al visionado. 

Lo que sí es evidente es que “Diamond Flash” supone un punto de partida en el universo de Vermut, donde ya se intuyen los temas que lo caracterizarían más adelante: un universo cotidiano y reconocible con pinceladas de fantástico, donde la violencia soterrada se va filtrando por las grietas de normalidad, hasta empaparlo todo. Un universo de silencios, de cosas que no pueden expresarse en voz alta, de deseos insatisfechos y de casualidades trágicas. Un universo oscuro, triste y desesperanzado (a pesar de los pequeños destellos de humor que Vermut sitúa aquí y allá) alimentado por planos fijos y largas secuencias de diálogo naturalista (los actores, especialmente el elenco femenino principal, son un elemento muy importante en la película) donde impera un costumbrismo muy reconocible, pero que va volviéndose más incómodo a medida que la violencia, tanto física como psicológica, va ocupando todo el espacio


“una película que se niega a explicarse a sí misma: estamos ante una película exigente que demanda que sea el espectador el encargado de encajar las piezas, de dar sentido al puzle“ 


El director trabaja el mecanismo narrativo en forma de puzle (una forma de narrar que ya veríamos más adelante, algo más perfeccionada, en “Magical Girl”) hasta encajar la pieza final, una secuencia en forma de diálogo que hace funcionar todo el mecanismo como un reloj suizo. 

No obstante, si algo caracteriza a “Diamond Flash” es que es una película que se niega a explicarse a sí misma: estamos ante una película exigente que demanda que sea el espectador el encargado de encajar las piezas, de dar sentido al puzle (en este sentido, quizá “Diamond Flash” sea la película más radical y menos accesible del director). Las secuencias de diálogo revelan, pero no lo suficiente como para restar importancia a la mirada del espectador y a su interpretación del apartado visual. Y, al terminar el puzle, la imagen final puede resultar ambigua e inquietante, dejando un regusto a insatisfacción y desconcierto que, desde luego, puede no resultar agradable para todos los públicos. Por ello creo que “Diamond Flash” gana enteros vista en compañía, pues la película ofrece tantas lecturas e interpretaciones sobre qué es lo que quiere contarnos Vermut, que es una delicia disfrutar de otros puntos de vista tras el visionado. 


“Diamond Flash es una de las películas españolas más interesantes de la década pasada” 


Quizá la estética amateur (no olvidemos que es una película autofinanciada, con pocos medios) y el ritmo manejado por el director (aunque esto último es uno de los elementos que Vermut mantiene en los demás largometrajes, y para mí es una de sus herramientas más interesantes) alejen a mucho público de la propuesta, lo cual es una pena, porque en mi opinión “Diamond Flash” es una de las películas españolas más interesantes de la década pasada

Es, además, tremendamente interesante volver a los orígenes del director para entender su evolución creativa (hay un debate interesante, y en mi opinión legítimo, a colación de los personajes femeninos de Vermut sobre el que merece la pena reflexionar) y el desarrollo de su lenguaje visual y universo temático, un divertimento mientras esperamos el estreno comercial de su nueva película.


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