Crítica: Deadstream

KRUEGER NOS HABLA SOBRE LA NECESARIA ACTUALIZACIÓN DEL MOCKUMENTARY Y LA ALARGADA SOMBRA DE EVIL DEAD

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El found footage ha encontrado en las nuevas tecnologías el salvavidas que necesitaba. Cuando el formato, plagado de propuestas similares y agotadoras, con sus carreras constantes y sus cámaras mareantes, agonizaba, el fenómeno stream (o si me apuras las conversaciones por zoom) apareció para realizar un RCP al cadáver. Claros ejemplos son la notable “Spree” (Eugene Kotlyarenko, 2020) con Joe “Pelazo” Keery o la reciente “Dashcam” (Rob Savage, 2021). “Deadstream” (Joseph Winter, Vanessa Winter, 2022) es la nueva propuesta que nos sitúa en una retransmisión en directo y el resultado no podría ser más satisfactorio. Es “Deadstream” una de esas películas que se disfruta mucho más en compañía, con jolgorio y vítores, ya que tirando de clichés, supone toda una fiesta para el aficionado. Con deciros que yo la vi solo, ya que vivo en una espiral decadente de soledad y mascotas muertas, y aun así me lo pasé como un enano. 

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“una comedia de horror a la que le sale bien la jugada más importante: el protagonista, aun siendo un tremendo idiota, consigue caernos bien” 

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Un youtuber (soy consciente de que hay ya otras plataformas más relevantes, pero sinceramente ni las conozco, ni las voy a conocer…) cancelado vuelve a poder monetizar sus vídeos. Su estilo es el de la mayoría de los llamados “creadores de contenido”: hacer el cretino en distintos lugares, ofendiendo a la mayor cantidad de gente posible. También se caracteriza por realizar vídeos en los que hace frente a sus fobias, por lo que decide volver a lo grande: pasando una noche en una casa encantada. 

Es “Deadstream” una comedia de horror a la que le sale bien la jugada más importante: el protagonista, aun siendo un tremendo idiota, consigue caernos bien desde el primer momento. Es un tipo gracioso, los chistes funcionan y terminamos preocupándonos por las tribulaciones de este pobre diablo que solamente quiere amasar la mayor cantidad de dinero posible, pero acaso ¿no es eso lo que queremos todos? Es el ejemplo perfecto de lo que debe hacer una propuesta de este tipo, agradar con el protagonista, ya que vas a pasar literalmente todo el metraje con él. En el extremo opuesto, por ejemplo, estaría la insoportable protagonista de “Dashcam”, que se cargaba muchas de las intenciones de la película, con su insoportable actuación y actitud. 

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“la historia tiene sustos y momentos muy creepys, pero esa atmósfera inicial no tarda en dejarse a un lado. No es algo malo, simplemente me hubiera gustado ver una historia más aterradora” 

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El guion, plagado de buenos chistes, no deja prisioneros: los sponsors, la política de cancelación, las estúpidas reglas de las retransmisiones, etc. Además de funcionar como afilada sátira del mundillo del stream, el guion se permite justificar lo que en una película de terror serían comportamientos estúpidos… precisamente porque los realiza un personaje directamente estúpido (pero adorable al fin y al cabo): descacharrante resulta como se encierra en la casa y sabotea su propio coche. 

Hemos dejado claro que “Deadstream” es una comedia excelente, pero ¿funciona como película de terror? Aquí estaría el principal problema, ya que las posibilidades de acojonar del film (que os aseguro que existían), se abandonan en una decisión creativa que, personalmente, hubiera preferido que equilibrara más la balanza. No puedes poner un personaje tan abiertamente cómico y que el terror funcione como un tiro. No os voy a engañar, la historia tiene sustos y momentos muy creepys, pero esa atmósfera inicial no tarda en dejarse a un lado. No es algo malo, simplemente me hubiera gustado ver una historia más aterradora. 

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“Cuando el film pisa el acelerador, momento en el que se abandona el conseguido trabajo de atmósfera, todo se convierte en un carrusel de monstruos, con maquillajes del todo a cien” 

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Volviendo a tirar de cliché, “Deadstream” supone una perfecta película para incluir en cualquier maratón de Halloween, ya que es (aquí llega…) un auténtico tren de la bruja. Cuando el film pisa el acelerador, momento en el que se abandona el conseguido trabajo de atmósfera, todo se convierte en un carrusel de monstruos, con maquillajes del todo a cien. Resulta muy divertido, pero no asusta. Rebajar las expectativas; cuando digo maquillajes baratos, no estoy exagerando, son primos vuestros con caretas de látex, nivel “El Club de los Monstruos” (Roy Ward Baker, 1981). No supone un verdadero problema, pero es importante tenerlo en cuenta. 

Para cerrar dos pequeños apuntes. No soy capaz de expresar lo feliz que me está haciendo Shudder en los últimos años, ya sea comprando películas o con producciones propias, como el caso que nos ocupa. No os vayáis nunca Shudder. En segundo lugar, me llena de gozo que después de más de 40 años, “Posesión Infernal” (Sam Raimi, 1981) siga siendo fuente de inspiración para los directores jóvenes. Es “Deadstream” una película que respira old Raimi por todos sus poros (el momento mordisco en ciertas partes no puede ser más claro). Larga vida a Shudder, larga vida a Raimi y ¡qué bien me has caído Shawn!