jueves, 19 de octubre de 2023

Crítica: La Campana del Infierno

NELLIE VANCE NOS HABLA SOBRE UNA DE LAS PELÍCULA MALDITAS DEL TERROR ESPAÑOL, LA DIRIGIDA POR EL FALLECIDO CLAUDIO GUERÍN


Del total de la producción que compone los orígenes del Eurohorror, “La campana del infierno” (1973) se ha ganado a pulso un lugar especial en el fándom más apasionado. La película de Guerín, envuelta en un halo de misterio (Guerín falleció en un accidente en el mismo rodaje, cuando se encontraba preparando una de las últimas escenas de la película) y de difícil calificación, fue una de esas películas relativamente poco conocidas que el tiempo parecía haber sepultado en el olvido en perjuicio de un Eurohorror más accesible y festivo. Sin embargo, el culto proveniente de otros lugares como Estados Unidos o Japón, y la accesibilidad de las plataformas, parecen haber hecho algo de justicia a la última película del director, una obra extraña y enfermiza que encapsula la esencia estrafalaria y ecléctica del Eurohorror


“construye una opresiva atmósfera de tintes góticos que aprovechan los paisajes gallegos para crear estampas oníricas que recuerdan al Bava más sesentero” 


“La campana del infierno” cuenta la historia de Juan (Renaud Verley), un joven que fue internado en un psiquiátrico tras la muerte de su madre. A su salida, su único objetivo será vengarse de su tía y sus tres primas, quienes, según las sospechas del protagonista, planearon su internamiento para hacerse con el dinero de la herencia. Sin embargo, el comportamiento del protagonista, cada vez más depravado y siniestro, arroja serias dudas sobre los verdaderos motivos por los que Juan acabó en el psiquiátrico. 

De ritmo deliberadamente pausado, la película construye una opresiva atmósfera de tintes góticos que aprovechan los paisajes gallegos (los exteriores se rodaron Betanzos y Noia) para crear estampas oníricas que recuerdan al Bava más sesentero, aunque también es fácil ver un diálogo con las atmósferas fantasiosas de Jean Rollin o de algunas de las películas de Jesús Franco. Esta elección estética se ve realzada por el cuidadísimo trabajo de dirección de fotografía de Manuel Rojas, que trabaja una paleta de colores claramente definida y visualmente apabullante, convirtiendo los bosques y caserones gallegos en paisajes góticos suspendidos en el tiempo. Del mismo modo, esa estética tan cercana a la ensoñación se realza gracias a una elección de movimientos y posiciones de cámara donde predominan los ángulos extraños y los encuadres peculiares. Finalmente, un montaje singular y algo chocante, fruto de la ausencia de Guerín en la supervisión, no hace sino reforzar, probablemente de manera casual, esa naturaleza de cuento de hadas que envuelve la película. 


“supura una maldad y sordidez que dialoga directamente con el nihilismo del slasher posterior, donde la violencia parece envolver a los protagonistas hasta ahogarlos y consumirlos” 


Sin embargo, la belleza de algunas de sus imágenes contrasta con la violencia y explicitud de muchas de sus secuencias: desde las iniciales escenas del matadero, pasando la creciente perversión de las “bromas” con las que Juan acosa a su tía y sus primas, hasta las últimas secuencias en el sótano, la película supura una maldad y sordidez que dialoga directamente con el nihilismo del slasher posterior, donde la violencia parece envolver a los protagonistas hasta ahogarlos y consumirlos. El equilibrio entre ambas tradiciones estéticas convierte a la película de Guerin, sin perder su singularidad, en un peculiar encapsulamiento de las tendencias cinematográficas del momento. 


“una obra extremadamente peculiar, atrevida y transgresora, que hará las delicias del fan del cine de terror europeo más extraño y desprejuiciado” 


Es fácil encontrar en “La campana del infierno” una reflexión interesante sobre el conservadurismo de la época (que la película vincula con cierto provincianismo) y que está encarnado en la familia del protagonista, esas mujeres que parecen casi fantasmas; frente a un impulso de modernidad y apertura que buscaba pequeñas grietas en un sistema extremadanamente tradicionalista, y que la película identifica con el protagonista y su espíritu cosmopolita. En última instancia, “La campana del infierno” es una obra extremadamente peculiar, atrevida y transgresora, que hará las delicias del fan del cine de terror europeo más extraño y desprejuiciado.


1 comentarios:

Chupasangre dijo...

Es entretenida pero a ratos se hace pesada y excesivamente larga. Meter escenas de degollamietos animales me parece totalmente innecesario, y eso que no me producen nada, ni para bien ni para mal, pero resultan demasiado gratuitas. Y la valentía mostrada en dichas escenas, se echa en falta en otras que no comentare para no hacer spoilers, pero que son evidentes para cualquiera que haya visto la película.

Saludos.

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