domingo, 22 de septiembre de 2024

Crítica: El Cuervo (2024)

MISSTERROR NOS HABLA SOBRE LA (TEMIDA) NUEVA ADAPTACIÓN PARA LA GRAN PANTALLA DE LA  OBRA DE JAMES O´BARR


- No llueve eternamente. - La infancia acaba cuando sabes que vas a morir. - Cristo va y entra en un hotel. Tres clavos le da al posadero y le pregunta: ¿tiene cruces libres? - ¡Fuego a tope! ¡Fuego a tope!
Probablemente, todas estas frases estén grabadas a fuego en vuestro recuerdo nostálgico de tierna adolescencia. Generación X mediante, “El cuervo” (Alex Proyas, 1994) dejó una profunda huella en esa parte del público decantada por el género desde los albores de su cinefilia. Os puedo asegurar que “El Cuervo” es una de las películas que más veces he visto en mi vida. Una de esas películas con mucho más peso del que pude imaginar en mi percepción del cine, la estética, la música y el arte. 


“Contra todo pronóstico, después de una desesperante y bochornosa parte inicial que dura casi una hora, la película coge las riendas de la violencia y lo hace de maravilla” 


Con la noche del Diablo como espacio temporal y Detroit como punto cardinal, Proyas construyó un universo gótico que elevó el romanticismo y la imagen a un nivel sustancialmente diferente de lo que se venía haciendo en la época. Una adaptación del comic de James O’Barr que recreaba muy correctamente el misticismo oscuro de una ciudad muerta, pero que pecaba de prudencia en el reverso vengativo y redentor. Claramente iba dirigida a un público muy amplio en una época diferente.

Justamente en la época es donde tenemos que poner nuestro foco de atención a la hora de atrevernos con la nueva reinvención del mítico Eric Draven. “El cuervo” de 2024 no es un remake de la película del 94, sino un intento de puesta en escena del comic de James O’Barr. ¿Tenemos que masacrarla por dejar totalmente de lado el lore de la película original? o ¿podemos hacer la vista gorda y simplemente juzgar lo que el nuevo director, Rupert Sanders, ha parido? Para todas las preguntas, mi respuesta es sí y no. Puede que esta nueva versión no vaya dirigida al público original y que se enfoque en las nuevas generaciones, pero creo que esto es un error. En parte, se ajusta más a la obra de O’Barr que Proyas, pero lo hace con una brocha gorda del copón. También creo que juzgada sin los prejuicios anteriores es una película objetivamente desastrosa, aunque subjetivamente hay partes que he disfrutado mucho.


“cualquier acercamiento a un clásico artístico se tiene que hacer desde un punto de partida básico: las ganas de aportar. Si no se cumple este precepto, sale lo que sale” 


Vamos con la sangre: El guion es un absoluto desastre sin nadie al volante. Todos los personajes, incluidos Eric y Shelly, resultan absolutamente intrascendentes. Ninguno de ellos tiene un ápice de carisma, algo que hace mucho daño en una reinvención que tenía como punto de partida personajes tótems. El arco dramático de los protagonistas es una sacada de chorra monumental. Su evolución es puro porro liado en otro porro más grande. Cuenta con un casting terrible y una dirección de actores aún peor y lo más sangrante tiene que ver con el villano, uno de los personajes con menos carisma del año. Es complicado perdonar lo que han hecho con el homónimo de Top Dollar. Terrorífico todo. 

Vamos con la juerga: Contra todo pronóstico, después de una desesperante y bochornosa parte inicial que dura casi una hora, la película coge las riendas de la violencia y lo hace de maravilla. Supongo que me pilló totalmente por sorpresa y con la guardia ya muy baja, pero en cuanto el cuervo alza el vuelo y Eric Draven coge la katana, comienza otra película que ni tiene que ver nada con la parte anterior ni con su condición de remake, reinterpretación o como queremos llamarlo y que luce realmente bien. El despiporre de sangre, vísceras, machetazos, disparos y huesos rotos en una larga escena con una ópera de fondo es altamente estimulante. Disfruté ese momento sobremanera, tanto que pensé “esto acaba de salvar la película”, pero (siempre hay peros y más en una propuesta como esta) objetivamente tengo que decir que toda esta acción, aunque vistosa, está mal rodada. Tampoco ayuda el exceso de litros de sangre digital asíncrona y el punto de vista hortera que tiene la película en cada plano. Aun así, cuando “El Cuervo” se desmelena, salva los muebles. 


“el nuevo Cuervo finalmente ha visto la luz, pero ¿a qué precio? A precio de una película sin alma. Eric Draven ya no es un hombre que vivió, murió y sigue vivo” 


Volvamos a la trama: huecos por todos los lados, exceso de azúcar y autocompasión, personajes sin carisma y situaciones tan metidas con calzador que hacen que apenas haya empatía por parte del espectador. La falta de química entre Bill Skarsgård y FKA Twigs es palmaria y no ayuda en el proceso. Por todo esto, llego a mi conclusión: El problema no es la perspectiva y que la película no vaya dirigida a la generación X o a los milenials que vivimos bajo la influencia de “El Cuervo” de Proyas, el problema es que esta pareja de yonkis 5.0 tampoco se encuentra en el marco de la generación Z y eso les deja en un limbo antirreferencial complicado de encajar. Como tampoco encaja una ecléctica banda sonora incrustada por contrato en cada escena sin ganas de complementar la secuencia o la torpe edición de la película. 

Obviamente, no tiene que llover eternamente para que los cuarentones terminemos la película babeando. Tampoco el fuego tiene que estar a tope para que la generación más joven celebre la película, pero cualquier acercamiento a un clásico artístico se tiene que hacer desde un punto de partida básico: las ganas de aportar. Si no se cumple este precepto, sale lo que sale. Puede que la leyenda sea cierta y que efectivamente “El Cuervo” sea una película maldita. Varios directores propuestos y un buen número de actores en el banquillo calentando sin salir se han materializado en que sí, el nuevo Cuervo finalmente ha visto la luz, pero ¿a qué precio? A precio de una película sin alma. Eric Draven ya no es un hombre que vivió, murió y sigue vivo.


1 comentarios:

El Rector dijo...

Comparto tu análisis al 100% Missterror, solo que yo la diversión no se la he visto por ningún lado. La secuencia de la ópera es muy vistosa y marca un paréntesis dentro de una película que tanto antes como después, es tan intrascendente como aburrida.

Puede que con la edad me haya convertido en ese carroza que siempre se recrea en el pasado y que no transige cuando se tocan según que cosas de un antaño glorioso e irrepetible. Y sí, mi predisposición de volver a "El Cuervo" en 2024, teniendo no solo en cuenta el clásico de Proyas, también las elecciones de dirección y casting para la nueva entrega, no era la mejor, pero es que no hay nada a lo que aferrarse aquí más allá de algún chorrete de sangre digital y unas cuantas puñaladas.

La pareja protagonista es horripilante, no se quien de los dos lo hace peor y no se cual de los dos resulta más hortera y repelente para el espectador... la banda sonora es una broma de mal gusto (y ojo, que podría haber sido peor, viendo la estética del amigo Draven) y la dirección de las escenas de acción es terrible. Y nos llevábamos las manos a la cabeza con Marc dacascos y Edward Furlong... tela marinera.

"El Cuervo" de Proyas fue una apuesta clara por el gótico y el romanticismo bien entendido (sin azúcares añadidos) como bien apuntas, pero más allá de esto, siempre me parecido un THRILLER con mayúsculas y una obra fundamental para entender, sin ir más lejos, obras venideras como son el Batman de Nolan o el de Reeves. Ese es para mí el gran legado de la película de 1994, la constatación de que se podía llevar el cómic al cine desde una óptica adulta. La película de Sanders no es que sea mala (que lo es y mucho), es que juega en una liga en la que entiendo ningún fan de la película de Proyas y de aquella forma de entender el género (por suerte, tan vigente hoy), querría participar. Desde luego, yo no.

Saludos.

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