El año pasado, marzo de 2024 para ser exactos, se estrenó “Damsel" en Netflix. Una película con semejante título, reminiscente de la expresión “damsel in distress” ("dama en apuros"), obviamente tenía que tener un subtexto ideológico bastante fuerte, más siendo una producción de Netflix que tiene sus cosas, pero desde luego no es Disney (o sea, de derechas fingiendo cumplir cupos). Esta plataforma es agresivamente de izquierdas, tanto que si la metes en una rotonda ya no sale, pero tiene sus cosas buenas (“Nimona”) y sus cagadas (la tercera temporada de “Los Bridgerton”, que hace un alarde de gordofobia hipócrita y exhibición de bifobia hipersexualizando a los bis, nada nuevo).
“si os gustan los ochenta, los rollos final girl y los dragones atípicos, sin llegar a la maravilla que es Dragon Heart, esta es vuestra película”
Centrándonos en “Damsel” (2024), con semejante título y entrando en Netflix con una visión ya curtida, el mensajito pseudo-feminista a lo “Miércoles” (2022) era de esperar. ¿Hace de “Damsel” una mala película? Yo creo que no, pero vamos por partes, que diría Jack el Destripador…
IMAGINERÍA, CÁMARA Y HORROR-SURVIVAL: TODO LO BUENO
Decir, para empezar, que el director Juan Carlos Fresnadillo sabe perfectamente qué está haciendo. Si no os gusta la fantasía con toques ochenteros, ni miréis esta peli. Pero si os gustan los ochenta, los rollos final girl y los dragones atípicos, sin llegar a la maravilla que es “Dragon Heart” (1996), esta es vuestra película. Yo crecí en los ochenta y sobreviví, que dice la canción, y tanto la narrativa, como las imágenes sucias, como el aire algo teatral de esta película me encantaron. Creo que si la hubiese visto en mi infancia, hubiera sido una de mis películas de culto, junto con “Dentro del Laberinto” (1986) y “Los Goonies” (1985). Se da un aire a lo “Lady Halcón” (1985), y los que hayáis visto ambas entenderéis por qué: ese aire de teatro, de personajes mudos junto a los cuatro que importan que tienen líneas de diálogo, me da una cobertura un pelín fría que asocio inmediatamente a la bellísima obra de Richard Donner, esa especie de minimalismo en los diálogos y de maximización del paisaje. Aquí tenemos algo de eso, con una cámara muy bien llevada que nos regala momentos de hermosura o de inquietud, según requiera lo narrado. La música acompaña, la fantasía desbocada un poco barroca es exquisita, la arquitectura monumental es una delicia.
En cuanto a los actores, tenemos a la actriz fetiche de Netflix que siempre hace el mismo papel, Millie Bobbie Brown (“Enola”), y a una imperialísima Robin Gayle Wright (los ochenteros la adoraremos siempre repitiendo el mantra “como desees”, de “La Princesa Prometida”). También tenemos a una más que correcta Angela Basset como madrastra de la protagonista, casada con un estupendo Ray Winstone, y al príncipe encantador (o no) encarnado por Nick Robinson. Las actuaciones son correctas, el director maneja la cámara para no incidir en las fallas y carencias de algunos mientras se fija más en los actores curtidos, que saben mejor lo que hacen pese a tener menos tiempo en cámara. Robin es la estrella de la función, no nos engañemos, esta mujer se roba el aliento de todos en su papel de reina fanática y fría. La protagonista es un poco vacía, escrita con más incidencia en sus penurias y el ingenio que usa para salir de ellas que en su profundidad de carácter. Tanto el padre de la prota como la madrastra se merecen todas mis simpatías y están bien interpretados… Pero aquí hemos venido a lo que hemos venido: a ver cómo la moza las pasa putas y disfrutar de la ambientación inquietante.
Una cosa que sí hace magistralmente la película, y que en un segundo visionado he disfrutado aún más, es mantener la sutil nota de la inquietud. Dar sustos, sobre todo con la adecuada banda sonora, es sencillo. Mantenerte en vilo con el gusanillo de la ansiedad planeando sobre una película que tiene sus momentos, pero que vive más de la angustia que del terror a pesar de entrar de lleno en el terreno del horror survival en su tramo central, es para mí una muestra de que el director sabe lo que se hace. Ya lo demuestra con el uso de la cámara ante los distintos actores, pero lo borda con ese goteo incesante de misterio, porquería y heridas que duelen. Porque “Damsel” no entra en el gore, pero sí tiene ese tipo de golpes, heridas y quemaduras que las ves y, por simpatía, te encoges. Eso hace que te identifiques y sufras con la protagonista más de lo que logra la escritura del personaje, que es tirando a plano. En cosas bien hechas, Elodie (la protagonista, que no sé por qué no la he nombrado hasta ahora cuando su nombre te lo repiten hasta en la sopa) no es una chica super poderosa o que le sale todo bien porque sí: se alza sobre las espaldas de víctimas previas, utiliza su ingenio y lo que tiene a mano, y tiene un poquito de ayuda del guionista con los gusanetes luminiscentes, pero es bastante perdonable por lo muy mal que ves que lo pasa.
“lo que nos interesa es la trama en sí y la cuidada ambientación, y en ambas Damsel es un producto muy bien hecho”
Lo dicho, el registro de Millie es pequeño, pero el director maximiza su actuación gracias a la empatía involuntaria de la inquietud y el dolor. Aparte de eso, Elodie es más plana que hoja de papel, pero su consistencia como personaje es irrelevante porque lo que nos interesa es la trama en sí y la cuidada ambientación, y en ambas “Damsel” es un producto muy bien hecho.
Personalmente, me resultan mucho más interesantes y trabajados los dos personajes masculinos (me refiero al principito y al papá de Elodie, al padre del príncipe nos lo muestran pero no abre la boca ni una vez) que los femeninos. Tienen fallas muy humanas, anteponen el deber a sus propios deseos y conciencias, se guían por aquello tan feo de “la falacia de la autoridad”, y eso es lo que los hace humanos y profundos, interesantes, falibles y con los que puedes empatizar o sufrir. Las mujeres aquí, tanto las buenas como las malas, no se salen mucho de su forma de ser (la que tiene más interés en su desarrollo es la madrastra, a decir verdad, y tampoco tiene giros demasiado inesperados) y son un mero conducto para la acción. Léase, como ficción feminista falla precisamente en lo que debería destacar: los personajes masculinos, aunque menores en número, le dan sopas con honda a nivel de escritura a los femeninos. Si alguien es capaz de empatizar con la soberbia y maravillosamente actuada, pero sin dobleces ni matices, reina, que me lo diga. Me sorprenderé mucho.
Personalmente no me gusta mucho que me metan moralinas. Es imposible no crear desde una ideología, eso lo entiendo, somos humanos y lo que sentimos como correcto permea nuestros productos y nuestras acciones. Pero el caso es que si esa ideología queda como parte de una historia, no suele estorbar mucho (el machismo de millones de películas de acción nunca ha molestado a nadie, a menos que se analizara a fondo), mientras que cuando te lo fuerzan, te hace fruncir el ceño. Si miramos pelis de los ochenta como referencia a "Damsel", veremos que muchos de sus tópicos están aquí, pero invertidos a favor de ese teórico feminismo que siempre digo que no está bien llevado. Pero bueno, yo no soy productora, así que mi opinión ahí queda. En todo caso, veremos varios personajes femeninos fuertes, frente a personajes masculinos (dos) con poca voluntad o que cambian de opinión, o que se someten (el padre y el príncipe) acompañados de otros personajes masculinos que ni abren la boca. Vamos, la inversión del tópico de “la chica” en el grupo masculino de aventureros, y con personajes femeninos que ni líneas tienen y están únicamente de relleno. Como lo he vivido y analizado a la inversa, esa parte no me molesta tanto como algo que veo mal llevado a nivel guion.
ALERTA DE SPOILER Hay un personaje femenino, aparte de la prota, a la que lanzan al vacío. Se queda inconsciente un rato y luego ya, ahí está lista para que su hermana prota la rescate. Ok, cosas más forzadas hemos visto en pelis de acción y de terror. Why not. Pero lo que me molesta soberanamente es otro personaje femenino al que dan una puñalada, en la zona abdominal para más señas (lugar muy peligroso porque están todas las vísceras, y en cualquier fantasy sin magia curativa o penicilina hay que evitar porque en seguida tienes infección y muerte dolorosísima) y tan pichi monta a caballo, avisa, le preguntan por su salud y dice que no se preocupen, que se apañará. Si eso hubiera venido con la muerte final y heroica de dicho personaje, en plan “me sacrifico por vosotras”, hubiera sido bonito. Pero claro, aquí se intenta evitar a toda costa las muertes de ciertos personajes para no caer en tópicos machistas, y entran en un tono un pelín ridículo. La escena final de sororidad resulta, por tanto, forzada y artificial respecto a una película que, con sus ligeros agujeros de guion, fluye bien.
“Me gustan los monstruos, amo a los dragones y unicornios del imaginario colectivo, y me la pela que la dragona haya hecho mal: es mi bebé y punto. Verla animada es una delicia, con una buena integración del 3D”
Voy a hablar también de la muerte de un personaje que, para mí, es el mejor de la película: el papi de Elodie. Ese señor me convence como rey, porque antepone el bienestar de su reino al de su hija aunque esto le duela, y luego prefiere salvarla que dejarla morir. Elodie no se salva solo por ser final girl, tiene ayudas, incluyendo la fundamental escena de la muerte de su padre, sin el cual la huida no hubiera sido posible ni de coña. Eso hace a la protagonista más creíble y al padre un personaje con el “good parenting” escrito en su tumba. Porque los padres y madres fallamos, pero es de sabios intentar rectificar, y el papi no la sacrificó por egoísmo si no por lo que veía un bien mayor. Esa escena me emociona y angustia, y me hace tener un poco de esperanza respecto al desarrollo de personajes.
La escena final, con la dragona liberada, es en parte reivindicativa y majestuosa, y en parte me cojea. Ojo, no deniego su espectacularidad, pero el tema a debatir aquí es un poco más espinoso: Elodie le dice a la dragona que ha hecho mal al matar a inocentes durante generaciones llevada por la venganza, pero el tema está en que, si no crees en aquello de los pecados de los padres, toda la venganza de la dragona se convierte en una soberana estupidez. Tras generaciones y generaciones, las chicas sacrificadas son inocentes, para empezar ya lo eran desde el principio porque, que yo sepa, nadie elige a sus padres, así que si te toca una mierda de padres ya sufres de base por ello sin necesidad de monstruo tremendo que viene a comerte. Eso sí, Elodie sólo incide en que las chicas eran inocentes porque engañaron a la dragona. En ningún momento se cuestiona si esa venganza era lícita. Como si alguna venganza en inocentes lo fuera, señores. FIN DEL SPOILER
A nivel moral la película cojea, y mucho, por este aspecto. Pero le perdono TODO por esa espectacular escena de Elodie caminando con la sombra del dragón por encima, que es una delicia maravillosa. Y por la trama previa. Y por volver a ver a Robin en ropajes reales y hecha una estrella, madurita y todo. Y porque, qué narices, mis dragones preferidos son los de Ursula K. LeGuin y no los de Dungeons que van con el alineamiento por color. Me gustan los monstruos, amo a los dragones y unicornios del imaginario colectivo, y me la pela que la dragona haya hecho mal: es mi bebé y punto. Verla animada es una delicia, con una buena integración del 3D que habitualmente escuece tanto de mirar, y es un personaje femenino… Rayos, me tengo que desdecir: sí hay un personaje femenino más complejo a nivel de desarrollo, y tiene escamas. Lo dicho, la dragona es mi bebé. Fin.
Lo mejor: Los paisajes, la música, la dragona y su voz inquietante. El desarme de la trama épica para descubrir los horrores de la codicia de los reyes (ese detalle le encantaría a Tad Williams y a su admirador/plagiador George R.R. Martin). El pasado glorioso que no lo es. El survival horror. La paleta de color admirable. La soberana actriz Robin. La muerte épica de cierto personaje citado en zona spoiler. El vestuario. El diseño general. El buen uso del suspense con sus toques de terror. La buena mano del director tanto con actores granaditos a los que da más manga ancha como con los actores de menos registro, a los que sabe llevar correctamente.
Lo peor: El meternos la sororidad forzada (aunque reconozco que he visto cosas así con personajes masculinos y no me importaba si el personaje me gustaba). El cero desarrollo del suegro de Elodie, que vale que esté anulado, pero si estamos protestando del poco papel que hacen los personajes femeninos pasivos no caigamos en lo mismo de vuelta, que es el mismo calcetín y sigue oliendo mal.
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