Crítica: Mirrors

Alexandre Aja tiene talento, en poco tiempo y con pocos títulos en su haber, se encuentra en boca de todos, convirtiéndose así en uno de los cineastas más conocidos y prometedores del cine de terror actual. Primero nos sorprendió con aquella estupenda película dirigida y escrita por él, titulada "Alta Tensión", con la que el director francés consiguió el merecido premio al mejor director en el "Festival Internacional de Cine de Sitges", luego con el logrado remake de "Las Colinas tienen Ojos" y ahora nos sale con "Mirrors", un remake de una película surcoreana.

"Mirrors" no es de esos remakes de cintas orientales que nos aburren, "Mirrors" es más que eso y nos ofrece una historia entretenida con unas cuantas secuencias altamente terroríficas. Como protagonista tenemos a un atormentado Kiefer Sutherland, que da vida al vigilante nocturno que se verá envuelto en algo extraño y terrorífico. Sutherland se mete de pleno en el papel de un hombre emocionalmente inestable, que pasa por un mal momento de su vida, tanto familiar como laboralmente hablando. La trama de la cinta se podría dividir en tres partes, al comienzo del film, ofrece un clímax inquietante lleno de suspense, más tarde se convierte en un film sobrenatural con pinceladas de sangre y finalmente en una película de un terror más palpable, es decir físico.

"Mirrors" es una película entretenida, y uno de los pocos remakes de una película oriental de terror que no resulta soporífero, que cuenta con unos excelentes decorados, en especial las ruinas de los grandes almacenes y una inquietante banda sonora que nos acompañará a lo largo del film. Si sentisteis miedo al ver los fantasmas de los espejos que aparecían en "Poltergeist III", tras ver "Mirrors" os dará miedo hasta vuestro propio reflejo en el espejo del baño. Sin ser una obra maestra del terror, la película funciona y da miedo.