lunes, 14 de octubre de 2013

Crítica: The Zero Theorem

Abriendo con un plano de un hombre mirando al vacío, literalmente; The zero theorem de Terry Gilliam coge unas ideas filosóficas enormes y las convierte en una aventura de ciencia ficción. Las películas de Gilliam nunca dejan indiferente, El rey pescados, 12 monos o Brazil; películas por las cuáles Gilliam se ha ganado que el público de Sitges le aplaudiera al pasar y cualquier espontáneo se arrancara a pedirle un apretón de manos a un tipo que empezó con los Monty Phyton y que con 73 años nos hizo reír en su presentación en el Auditori como pocas veces se ha visto.

Aunque The Zero Theorem está llena de sellos estilísticos que esperábamos encontrar marca Gilliam – estratos de realidades, tecnología predominante, paranoia institucional y por supuesto, romance estrafalario – se siente más como un viaje personal en sus creencias, ya que vacila entre la razón y la fe.

Christoph Waltz (“Django Unchained”, “Malditos bastardos”) es Qohen, un hipocondríaco calvo que aplasta entidades para una corporación vasta y sin rostro. Mientras espera una llamada telefónica que le dará literalmente sentido a su vida, Management (Matt Damon) le ofrece un reto único a cambio del privilegio de trabajar desde casa: ayudar a resolver una ecuación complicada y misteriosa llamada Zero Theorem.

Tras conocer a una joven muchacha llamada Bainsley (Melanie Thierry) que está inusitadamente encantada de su determinación de aislarse [la de Qohen], la compañía le envía un adolescente llamado Bob (Lucas Hedges, “Moonrise Kingdom”) para ayudarle a entregar el trabajo a tiempo. Pronto, se verá forzado a decidir qué es más importante: sus nuevos amigos o su trabajo, el cuál le puede costar la llamada telefónica si no lo vuelve loco primero.
 
Desde la lente de ojo de pez que aísla a Qohen incluso en su apartamento que se cae a pedazos, hasta la pared de ruido industrial que recibe a Qohen cada vez que abre la puerta, Gilliam encuentra obvias pero muy efectivas maneras de hacer que la audiencia se identifique con el punto de vista del protagonista hacia el mundo que lo rodea.

Estas decisiones no eclipsan ni ensombrecen la idea básica y principal de la cinta – buscar qué da sentido a la vida humana – pero sí convierten la introspección de Qohen en acción y su lucha interna parece una misión fascinante.

Waltz, afeitado completamente (incluso las cejas) y constantemente desplomado como un niño intimidado que espera siempre que le golpeen, tiñe los manerismos de Qohen con un encanto bizarro y transforma la desesperación atractiva de alguna manera pecualiar en esperanza. Bainsley de Thierry, en ocasiones; parece más un dispositivo de complot, una bomba que se disparará; más que un personaje hecho y derecho, pero la actriz muestra de manera verdadera como seduciendo a Qohen sin previo aviso puede eliminar un poco del vacío de su personaje.

Mientras tanto, Bob (el cínico adolescente prodigio que ha sido enviado para resolver Zero Theorem), no sólo da a un personaje muy aislado alguien con quien hablar, sino que eventualmente muestra como el plan de Qohen de cerrarse del resto del mundo no es la manera más eficaz de encontrar su lugar en él.
 
Como muchas lecciones de la vida, las respuestas a los problemas de Qohen están escondidas a simple vista. Pero el hecho de que estén ahí marca la diferencia entre una película con una actitud nihilista sobre la existencia humana, y una qué cree en la idea de que hay muchas razones para vivir, algunas grandes y otras pequeñas. Como un buen profesor que hace las ideas complicadas en fáciles de entender, y más importante; en divertidas al pensar en ellas, Gilliam reduce las cuestiones básicas sobre la existencia humana a una serie de conflictos físicos extravagantemente relatados, qué es por lo que The Zero Theorem baila en el borde de la nada, pero se las arregla para encontrar algo increíblemente poderoso qué decir al respecto.

   

8 comentarios:

MAX CADY dijo...

Buena reseña TWG, has conseguido que me interese por esta cinta que a priori me da mucha pereza. Las extravagancias (y chorradas) visuales y dialécticas del señor Gilliam hace mucho que dejaron de cautivarme. De hecho, desde 12 Monos (de la cual han transcurrido 18 años) que no encuentro nada reseñable en la filmografía de este director, salvo aburrimiento y pajas mentales.

Saludos!!!!!!!

El Rector dijo...

Con todo lo que es el cine de este señor (a mi ni 12 Monos me llamó mucho la atención, se me hizo bastante pesada), que todos lo tenemos sabido de sobras, no negaré que siento una atracción enfermiza por esta su nueva obra, aunque a la postre termine por no entenderla ;)

Saludos.

Missterror dijo...

Lo cierto es que no había leído nada acerca de "The Zero Theorem" y mi cabecita había pensado en otra temática, pero leyendo lo leído, Reb, me has llevado al huerto!!!

Muchas ganas de verla

saludos

Unknown dijo...

Ayyy, qué presión. Os he llevado a todos al huerto! Como luego no os guste, me van a caer palos
Es MEGA BIZARRA, a mi me recuerda un poco a Existenz de Cronenberg, así mundos paralelos, Matrix, cosas raras
Pero con un punto de humor total

Unknown dijo...

Genial crítica, May, me daba un perezón ver otra de Gilliam y me la tragué anoche gracias a tu reseña, después de un palizón de curro y lo flipé. Bizarra es un rato, sí, pero igual eso es lo que la hace diferente y mejor.
A mí me ha encantado!!!!
Gracias!

Unknown dijo...

Oeoeoeoe
Primer aprobado!

El Rector dijo...

Nuevo ejercicio de estilo por parte de Terry Gilliam que sin duda, no dejará a nadie indiferente. Desde su personal óptica (a mi siempre me ha parecido una vuelta de tuerca festiva al cine de Cronenberg), el director nos ofrece como escenario un nuevo futuro atemporal (se me permita la contradicción) donde buscar respuestas al sentido de la vida, cogiendo como sujeto de pruebas, a un magnífico Christoph Waltz y su curiosa versión existencialista de Fétido Adams.

Extravagante, visualmente mágica, a medio camino entre el carnaval de Rio y la decadencia post-industrial, The Zero Theorem nos propone un relato enigmático, emotivo y endiabladamente críptico, que engancha desde el primer minuto hasta su ocaso final, con el riesgo, eso si, de quedarnos con cara de tonto el proceso.

Como siempre, ciencia ficción DIFERENTE de la mano de este sr.

Saludos.

Missterror dijo...

Una película compleja, pues intenta desentrañar la nada, y que el todo en realidad no significa nada. Todo esto a ritmo de ecuaciones que parecen juegos de play station, entidades desdobladas, la desesperada búsqueda del significado de la existencia y la necesidad de sentirse necesitado. ¿Entendí algo? Sinceramente creo que no, pero me la sucesión de imágenes me parecieron tan poéticas, tan desoladoramente brillantes, que me hipnotizaban por completo.

Christipher Waltz, sublime, como siempre (qué horro que haya aceptado formar parte de la próxima entrega de "Piratas del Caribe"...) y un Terry Gilliam nadando a contra corriente en una ciencia ficción ilógica, vamos, en su salsa.

Curiosa, muy curiosa.

Saludos!!!

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