Siempre se ha hablado que “La marca del hombre lobo”(1968) de Enrique López Eguiluz marca el pistoletazo de salida de una fuerte producción de cine de terror en España debido al enorme éxito de ésta pero incentivado por otro mayor éxito de terror nacional que fue “La Residencia” (1969).
Debido a la gran fama que había cosechado en televisión, Narciso Ibáñez Serrador se propuso hacer una incursión al largo con una historia de terror -siguiendo la estela de sus brillantes “Historia para no dormir”- ciertamente derivativa y poco original, pero cierto es que Narciso Ibáñez nunca buscó concebir una film rompedor, ya que su medio preferido era la televisión y no el cine, por lo que sabiamente optó por dirigir un producto exportable al extranjero, con un buen presupuesto y un “look” internacional para dar más dignidad al filme. Debido a diversos factores -aunque sobre todo por la fama de “Chicho”- el film supuso un gran éxito de taquilla, unos 125 millones de las antiguas pesetas con un presupuesto de 40 millones -muy holgado para las producciones españolas-.
Aunque el director apostara por lo seguro, cabe reconocer que “La Residencia” supone una película ciertamente innovadora y que sus premisas argumentales persisten como novedades en su época de ejecución -ahora mismo, tales elementos están sobreexplotados en el género de terror-. Por consiguiente, la historia nos relata como Teresa llega a la residencia donde la espera la hierática y hostil Mme.Fourneau que le mostrará el edificio y conocerá a todas las residentes. En su estancia, se da cuenta de que pasan cosas extrañas y pronto irá viendo como algunas muchachas empiezan a desaparecer, al principio se piensa que consiguen huir pero al cabo de un tiempo se dan cuenta que es un asesino que las mata una por una.
Simplificado y visto así el argumento, parece que nos encontramos en una especie de slasher europeo, aunque se podría decir que en la obra de Narciso Ibáñez las corrientes que más imperan son el giallo italiano en la planificación de los asesinatos y el estilo de la productora Hammer en la puesta en escena y en la importancia que cobran los decorados; aunque cabe señalar el interés del director por la obra de Hitchcock, adoptando la dosificación del misterio y ciertos detalles de la celebérrima “Psicosis” (Pshyco, 1960). Pero a pesar de tantas influencias y referencias, el director uruguayo sabe mezclar todos estos elementos en un contexto que a primera vista parece no tener relación con el panorama del propio país -aunque no es así-, ubicando la acción en la Provenza francesa -ya que el mal no podía manifestarse en la católica y sagrada España de la época- para así desvincular toda relación nacional posible.
Pero debo recalcar que es en ese buen hacer de velar toda referencia directa, donde residen las mejores virtudes de una película que si hubiera sido americana o inglesa sería un referente de esa cinematografía -sin ir más lejos, la Film British Institute declaró a “La Residencia” una de las 100 película de terror europeo de referencia- pero como siempre ocurre en España, ni los grandes éxitos se evaden de caer en el olvido.
Uno de los aspectos que se pueden aplaudir de “La Residencia” es la opción del director por crear una obra de corte histórico muy cercano a los relatos victorianos y de las novelas góticas que tanto interesaron a la Hammer y a la prolífica tradición de cine de terror británico, consiguiendo que nunca pase de moda -optar por algo rompedor, podría haber diezmado el impacto que aún suscita el film- y que su visionado siga igual de intacto que el primer momento. Narciso Ibáñez Serrador no escatimó en gastos y recreó un gran caserón -en realidad es el Palacio de Comillas-en la que las luces y sombras se entremezclan para conseguir efectos específicos y así conseguir que el edificio sea un personaje más de la historia -algo que la Hammer apostaba en sus producciones-, además de una cuidada puesta en escena que sabe como encuadrar a los personajes y crear el suspense necesario para que el espectador permanezca tenso y atento. Los logros son muchos, pero son mucho más si los trasladamos a un país sometido ante una dictadura que demostraba signos de decaimiento -y esta película es un claro ejemplo- y que dejaron producir productos tan interesantes como estos, que de forma subliminal-en ocasiones no tanto- dejaban clara su posición ante el régimen que imperaba. Por consiguiente, “La Residencia” mezcla temas tan atractivos como el sexo, la represión, el sadomasoquismo, el lesbianismo, el voyerismo y la necrofilia aderezado con asesinatos de lo más vistosos y creativos.
Sin lugar a dudas, la película es un logro técnico y artístico sin precedentes en España, ya que se intentó hacer una superproducción atractiva y comercial para todos los públicos, que animó al público -muy poco habituado al género de terror- a disfrutar de una película que a pesar de ser española no parecía española; se podría afirmar que “La Residencia” supuso en los 70 lo que más tarde fueron “Los Otros” (The Others, 2001) de Alejandro Amenábar o más tarde “El Orfanato” (2007) de J.A.Bayona -con las que guarda ciertas similitudes-en el s.XXI para el público y cinematografía española. Pero “La Residencia” muestra ciertos elementos que la coronan entre todas las películas de cine de terror español, y sobre todo es por una malsana atmósfera y un sentido de lo rocambolesco muy particulares del director.
Quedan en la memoria escenas tan lucrativas como las del fustigamiento de una de las alumnas por parte de Mme.Fourneau e Irene (mano derecha de la directora).Es en el momento en que la directora pasa una especie de correa doblada a Irene cuando el tormento y la angustia entran a sus anchas; fustigando a esa alumna hasta límites insospechados Irene se muestra sonriente, encontrando en ese dolor un placer insano, mientras que la directora sentada visualiza el castigo que padece la alumna en un acto voyerístico en toda regla; es en el final de la escena -con corte de censura, claro!- cuando la directora llama parar a Irene y se acerca a la alumna extasiada para curarle las heridas con un beso lascivo impagable. Realmente lo que impresiona de “La Residencia” es la naturalidad del sexo, y las consecuencias que tiene la represión – sin lugar a dudas, una muestra directa y la ejemplificación de lo que significaba vivir en España, que era como hallarse en esa dictatorial residencia-.
Notable también será la escena de las duchas - “Psicosis” vuelve a asomarse- cuyo travelling horizontal muestra a una Fourneau sedienta de carne con miradas atentas a los cuerpos cubiertos con vestidos (!¡) -aquí la censura también hizo tijeretazo- que gracias a la humedad del agua permitían intuir ciertas anatomías totalmente sugerentes -punto fuerte del film, por siempre sugerir antes que mostrar- y que muestran la propia represión que asume el censor -Mme.Fourneau- ante tales cuerpos y su falta de valentía por aceptar un lesbianismo palpable.
Pero creo que la escena que muestra lo estúpida que llegó a ser la censura y de la gran falta de cultura de tales censores, es la escena en la que mientras que algunas chicas están en clase de labores una de ellas marcha -bajo la tutela de Irene, que procesaba un sorteo para irse con el chico que repartía los víveres- para encontrarse con Enrique y desfogar sus más bajos instinto. En este sentido, Narciso Ibáñez crea una escena de gran tensión y el montaje ayuda a lograr tal sensación. Mientras que la chica se marcha, las demás saben que es lo que va a ocurrir, la otra chica llega al granero y medio se desnuda, y el plano nos devuelve a la clase de labores mientras que la música de Waldo de los Ríos crea un crescendo emocional junto a la voz en off de la chica que disfruta de sexo desenfrenado; en ese momento, los planos cortos y primeros planos se suceden entre miradas cómplices, labios mordiéndose por el anhelo de placer, junto a las actividades de labores como enhebrar agujas con hilo rojo -que casualidad que se escoge ese color, aquí nada es fortuito-, bordar con cierto frenesí y fricción, dar vueltas constantes a un ovillo de cordel rojo y finalmente lastimarse el dedo, punzándose con una aguja y brotar sangre. La verdad que ante tal información, me parece absolutamente prodigioso que con una simbología tan elemental Narciso Ibáñez pudiera pasar por la censura sin ningún recorte, cuando las alusiones sexuales estaban en cada poro de cada fotograma de la escena.
Creo que “La Residencia” es una película que podría haber creado escuela pero se quedó en un efecto isla que no volvió a repetirse -algo que el cine británico si que supo explotar-, ya que no es sólo la ambientación sino que el director demostraba un gran dote de dirección de actores, casi todo el elenco femenino de la historia era primerizo y Narciso supo sacar lo mejor de cada una de ellas, sobre todo se puede destacar la soberbia interpretación de Lilli Palmer como la Mme.Fourneau, a Mary Maude como Irene ,la siempre efectiva Cristina Galbó como Teresa y el siempre secundario pero enigmático Víctor Israel, todo ello junto a una extraña y electrónica banda sonora del famoso -en su momento- Waldo de los Ríos que compuso un score bastante interesante -si alguna vez se tiene la oportunidad, escuchar el compacto entero de Singular Soundtrack que publicó la banda sonora de “La Residencia” y “Quién puede matar a un niño?” todo un descubrimiento-.
En conclusión, “La Residencia” es una de las obras cumbres del terror español, que supo bajo una revestimiento internacional, sacar los instintos más escondidos de una España reprimida junto a un relato que se avanza al slasher y al giallo más creativo y visual como fue más tarde “Suspiria” (1977) de Dario Argento ,cuya premisa argumental guarda gran parecido. Creo que es una de esas películas que se ganó el favor del público pero no de la crítica, que no supo ver la humildad del proyecto a pesar del gran presupuesto que se manejaba, pero creo que ahora es un gran momento para devolverle su posición dentro del cine español, ya que además guarda en sí uno de los finales más interesantes que he visto y que podría relacionarse con esa gran película que se llama “May” (2002) de Luke Mckee -por una vez no hago spoiler y dejo que disfruten de una grata obra con sabor añejo pero de espíritu joven, porque el tiempo la ha tratado muy bien-.
10 comentarios:
FABULOSA crítica, Romasanta, de una cinta que como a ti, me encanta.
Como referente para el giallo, junto a las denostadas cintas mejicanas de época, como El libro de piedra y Hasta el viento tiene miedo-con la que comparte más que sospechosas coincidencias-sólo podía gustarme y mucho!
Muchas gracias por traernos trabajos como éste, más valorado fuera y después, que nos hacen darnos cuenta de qué fuentes beben los tops de hoy día.
Saludetes
Damien como siempre MIL GRACIAS por tu comentario! LA RESIDENCIA le tengo un cariño exagerado!!! Simplemente me encanta y me maravilla, pero me entristece ver que en un país como España no llega a ser un clásico. En este país hay talento, pero debe marchar fuera para ser alguien y después ser reconocido en tierra natal, realmente estamos en un país grotesco en el que seguimos viendo monstruos en vez de molinos.
Gran crítica Romasanta, y gracias una vez más por traer a la memoria colectivas joyas de nuestro cine. Hace más de 10 años que no reviso La Residencia y después de leer tú crítica creo que toca (en cuanto pueda). Pese a compartir admiración y valorar todas sus virtudes, siempre he tenido la sensación que era un film que le faltaba “algo”, ese no-se-qué, que la hiciera verdaderamente sobresaliente. No obstante, una de las notables muestras del cine inquietante y malsano (que no de terror) de nuestro país. Muy recomendable (y muy superior a la mayoría de giallos italianos).
Saludos!!!!!!!!
MUCHAS GRACIAS MAX!!! La verdad es que puede que le falte alguna cosilla para que sea una GRAN PELICULA pero tiene tantas virtudes que se le perdona,jejejeje!!! Abrazosss
Felicidades Romasanta por la crítica, como siempre, una lección de cine patrio, del que me declaro una gran desconocedora, porque reconozco no haber visto "La Residencia", y deduzco por tu crítica, que eso no tiene perdón.
NO soy gran amante del Giallo, pero "Suspiria" me gustó bastante, precisamente por desarrollarse en esa escuela de danza tan particular...Eso (danza aparte) parece que da sentido a esta "Residencia" y podría ser de mi gusto, pero me da a mi, que encontrarla hoy en día va a ser más complicado que volver a pagar con pesetas.
saludos
Ufff, hace tantos años que no veo La Residencia. De pequeña me daba un pánico atroz por esa horrible atmosfera que la envolvía. A podrido, a más no rabiar.
Sr. Ibáñez, qué joyica nos dejó!
Aunque ahora mismo no recuerdo el final y la relación con May, pero dada esta pseudo-mención, debo revisionarla!
Missterror...la verdad que La Residencia no es difícil de encontrar, hay diversas versiones por youtube, sino la encuentra estaré gustoso de hacerle una copia o darle algún link por internet. Creo que le podría gustar y mucho...
Mya muchas gracias por tu comentario! La verdad que si puedes adentrare de nuevo en esta residencia,jajajaja!!! Además...tiene otra relación con McKee con The Woods (El bosque maldito) del que también tiene cierta relación a pesar de que el tono sobrenatural del relato de Mckee difiera del de Chicho.
Romasanta, como siempre, un excelente análisis. Aunque yo, de este señor, Chicho, creo que solo he visto el "Un, dos, tres". De todas formas, viendo que todos habláis muy bien de la película y viendo además, que tiene por ahí su dosis de morbillo, igual me animo.
Por cierto, The Woods del amigo McKee (un cine el suyo, con el que tampoco simpatizo en exceso, a excepción de la estupenda The Woman, que el tío debió darse con un canto rodado no en los dientes, sino en la cabezota para rodar algo tan majo), me parece una mediocridad de cuidado, espero que la de Chicho esté más animada ;)
Saludos.
Sr.Rector déjese llevar y vea el film de Chicho es muy recomendable! ;)
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