domingo, 22 de noviembre de 2015

Crítica: Haruto´s Paranormal Laboratory

Yo soy friki. Friki, friki, friki... Pero a pesar de serlo hay cosas que a uno se le atascan, y éste es el caso, sin ir más lejos, de Haruko chôjô genshô kenkyûjo, de El laboratorio Paranormal de Haruko, vamos. La tal Haruko, una mocita japo del montón (por los c...), tiene una extraña parafilia, está enamorada de su tele. Pero no en plan “jo, estoy enganchado a la tele”, no, en plan “jo, tía, es que le amo”. Como si de un episodio de esa serie que sin pretenderlo es comedia pura, bizarra y surrealista que es “Mi extraña afición”, se tratara, vemos cómo el subconsciente de la chavala colgada de su aparato viejuno catódico le hace transformarse en mozo otaku y cómo hasta se pone celosa pensando en que su telenovio pudiera enamorarse de otro. No es coña, no les tomo el pelo.

Este es el argumento, sin más, de una comedia-locurón que es imposible dejar de ver una vez que se ha empezado. Y es que procedentes del país nipón uno ha visto fricadas que han empezado siendo un truño (Kamikaze girl sin ir más lejos, que a servidor le fascina) y acaban convirtiéndose en referentes absolutos del acervo de uno. 

Pero a pesar de tener momentos espectacularmente llenos de energía y absurdo, la cosa no acaba de cuajar. Y eso que tanto en Sitges como en el resto de festivales (como los de Rotterdam y Hong Kong) por los que pasa, pese a no encasillarse en absoluto en el género o géneros de éstos, arrasa.

Para los que ya conocen a la directora y guionista, Lisa Takeba, de su peli del año pasado Samayou koyubi, (El meñique, o algo por el estilo) la cosa no será tan sorprendente, pues aquella ya tenía gran parte del sentido del humor absurdo y surrealista de la que ahora vuelve a hacer gala. Sólo que en lugar de retratar el amor por el electrrodoméstico en El meñique contaba la historia cómico-sentimental de una zumbada colgada de un vecino que la aborrece, y que también estrenó en el festival de Rotterdam, arrasando igualmente. 

Es delicioso asistir a la excéntrica historia de Haruko, que se ha pasado la vida rechazada y acosada por rara y que libera tensiones y frustraciones gritándole a ese viejo aparato que acabará siendo su novio ideal, aunque conserva la forma del televisor en la cabeza. La cosa es que dicho artilugio lleva un contador de broncas que llegado a 10000 desata una maldición que en lugar de hacer aparecer niños azulones o mujeres blancuzas de peluca de metro y medio, se transforma en un humanoide veinteañero, guapetón, superdotado (habla idiomas y es un poco wikipédico, pero sí, piensen mal, porque tiene también un, digamos... pene extraordinariamente... desarrollado...) y raruzo con la misma capacidad gritona que la chavala, que se enamora perdidamente de él. En un principio todo marcha a las mil maravillas y telenovio es el mozo que todas/os hemos querido tener cerquita, pero enseguida empieza a sobresalir y destacar hasta el punto de convertirse en una celebridad de la interpretación japonesa, y nuestra prota empieza a sentirse celosa y desplazada. 

A la vista de este argumento uno se puede imaginar lo que la cinta es, promete y cumple: una peculiar comedia paródica y surrealista con un guión romántico y chisposo que a ratos flojea y nos cuela demasiados gags, pero que lejos de aburrir, sorprende y nos deja ojipláticos y se recuerda con una sonrisa. Sin más pretensiones ni menor rendimiento, extraña, irreverente pero tremendamente divertida en la que también tienen participación los padres de Haruko, el excéntrico padre, y la fallecida madre. 

Uno termina de verla aturdido, mareado, pero flotando en una estupenda sensación rosa y amarilla. (Qué sinestésico todo). 

La factura, para el cortísimo presupuesto de la peli, es más que admirable, y el hecho de regodearse en esa escasez de pasta (con un maquillaje de partirse la caja, sin efectos, con una tele que parece de cartón y momentos mal rodados y peor montados) contribuyen a la divertidísima sonrisa perenne que a uno le queda, aún con el rostro perplejo y la mandíbula medio desencajada. 

Lo mejor: Su imaginativa y retorcida premisa. La dirección artística, muy muy pink. La extraña fotografía, de un tal Shu Momose, deficiente y muy años ochenta, pero que acaba molando horrores.

Lo peor: Es por momentos excesivamente peculiar y las interpretaciones son raras, raras, lo que nos deja bastante aturdidos en algunos momentos. 

¿Qué hace una peli como esta en un festival como éste?...


2 comentarios:

Unknown dijo...

SEÑOR DAMIEN, CREO QUE HA CONSEGUIDO UN FUTURO FRIKIFAN DE ESTA PELI!!! QUE GANAS DE VERLA, ESPERO REIRME COMO CON SUS CRÍTICAS!!!

meyni2 dijo...

Muchisimas gracias,Marco,por la paciencia!Mis problemas renales me han tenido jodido.y separado del pc,a partir de ya,entro a diario,peometido por la virgen del carmino de la hera.
Saludetesssss

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