Si algo lamenta el que suscribe es no poder ver en el festival de Sitges de este año es el retorno después de décadas del director/chamán/toxicómano/guionista/vidente Richard Stanley. Su encuentro con Nicholas Cage y su revisitación de Lovecraft prometen ser algo digno de verse, ya que hace muchísimo tiempo que siento una veneración por este descendiente de sádico lord colonialista británico afincado en Francia desde hace ya un montón. ¿Por qué, se preguntarán? Porque este señor es un puñetero genio, para bien o para mal. Uno que estuvo a punto de ser destruido por la vorágine del modelo norteamericano hollywodiense y todas sus vanidades e hipocresías, y que acabó protagonizando una odisea epicolisérgica en el rodaje de una de las mayores catástrofes fílmicas de todos los tiempos: "La isla del Dr. Moureau" (1996).
“Uno no puede dejar de pensar en qué hubiera sido la adaptación de esta obra de H.G.Wells si se hubiese quedado en 8 millones de dólares y no 50”
De la crónica del susodicho rodaje, de lo que ocurrió antes, durante y después del mismo, trata el documental que hoy les traigo. Una obra indie, con testimonios de los involucrados, y ante la que uno no puede más que comer palomitas, mirar con ojos muy abiertos al monitor, y dar gracias a Crom de que tantos factores caóticos convergiesen en un mismo punto y que nadie saliera muerto en el proceso.
¿Que qué es lo que ocurrió?
Me duele hacerles spoilers, pero es que no creo que uno pueda describir la grandeza de lo que ocurrió en aquella isla de Nueva Zelanda sin citar grandes frases como:
-”....y al firmar el contrato, un rayo cayó en casa de mi madre (que es bruja) en Inglaterra, y dos bolas de fuego recorrieron toda la casa hasta explotar en mi cuarto. Esa misma noche, dos hienas (recordemos, en Inglaterra) aparecieron corriendo por el vecindario de mi familia y acabaron vaporizándose en el aire….”-
-”....fuimos para un rodaje de un mes y estuvimos casi ocho. Obviamente, la isla se llenó de drogas y mucha gente del equipo se folló a quien no debía.”-
-”Marlon Brando decidió que estaría todo el día rodando con una cubitera en la cabeza. Nadie le dijo nada, la escena se filmó y allí está, en la película.”-
“Los diseños de producción, las ideas de Stanley y sus storyboards, son diferentes, excéntricas y maravillosas en su rareza”
-”Quizá llenar el set de drogadictos y mendigos mutilados en las escenas cumbres no fue la mejor de las ideas”.-
-”El problema fue que al morir mi hechicero todo empezó a ir mal”.-
-”Y allí estaba él, después de 7 meses en la jungla, en un campamento a tres kilómetros del rodaje del que había sido expulsado fumando cantidades enormes de marihuana.”.-
Créanme que va a frase mítica por minuto. Al que suscribe se le quedó un rictus facial, entre la risa y el llanto, que duró hasta el final de la obra. Es desgarrador ver los entresijos de una producción que empezó siendo algo pequeño y visionario y, a medida que crecía el presupuesto de manera inesperada, todo se iba torciendo. Uno no puede dejar de pensar en qué hubiera sido la adaptación de esta obra de H.G.Wells si se hubiese quedado en 8 millones de dólares y no 50, si el ego de Val Kilmer, Brando, Frankhenmeier y toda una cadena de productores no hubiera destrozado la visión de un director joven, diferente y prometedor.
“Lost Soul… es algo que tiene que verse para ser consciente de lo fácil que se corrompen las buenas ideas en las majors estadounidenses”
Los diseños de producción, las ideas de Stanley y sus storyboards, son diferentes, excéntricas y maravillosas en su rareza. Nunca veremos el resultado del proyecto que casi destruyó su vida, solamente podemos vislumbrarlo tras la monumental montaña de delirio, egocentrismo y desastres naturales que describe “Lost Soul: The Doomed Journey of Richard Stanley's Island of Dr. Moreau", y esa es la mayor tragedia de todas. Visionen “Hardware: Programado para matar (1990)”, y vean lo que con 4 duros un jovencísimo Stanley consiguió sacar adelante en el terreno de la serie B.
Yo hubiera pagado con gusto por ver su isla….., pero todo lo que nos queda es este monumento, este desfase en ocasiones triste, hilarante en todo momento, y profundamente descorazonador si te paras a pensar bien en lo que está relatando..
“Lost Soul: The Doomed Journey of Richard Stanley's Island of Dr. Moreau” es algo que tiene que verse para ser consciente de lo fácil que se corrompen las buenas ideas en las majors estadounidenses, y una crónica de un desastre narrada por sus propios protagonistas de la que cuesta mucho apartar la mirada un momento. Y por eso quería ver “Color Out of Space” en Sitges 2019.
1 comentarios:
Apuntadísimo!!!!
"Color Out of Space" es canela fina, Art0rius :)
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