ASTINUS NOS HABLA SOBRE LA NUEVA OBRA DE JOKO ANWAR, OTRO DE LOS GRANDES EXPONENTES DEL EMERGENTE TERROR INDONESIO
El cine de terror indonesio está de moda. No solo eso: dentro del cine de género asiático, es ahora mismo el abanderado de las producciones más interesantes, desbancando a un Japón que había ostentado esa posición en la primera década de los dos mil, cuando disfrutábamos cerrando los ojos ante los yokai malvados de turno (“Ringu”, 1998, “Chakusin Ari”, 2003, y “Ju-On: The Grudge”, 2002, como la Triple Entente del mal absoluto). No fueron las únicas: además de parir a las Sadakos de turno, todo este cúmulo de filmes había encontrado un estilo propio. Tanto era así para lo positivo (crear una corriente definitoria) como para lo negativo (clones de clones que, a su vez, eran clones, cayendo en la reiteración burda e innecesaria). No es difícil discurrir los elementos en común que comparten estas películas, pero creo que merece la pena dejarlo estar para otra ocasión y centrarnos en lo que nos toca.
“hay que alabar la habilidad de Joko Anwar para trasladarnos a un argumento que poco o nada tiene que ver con lo que cabe esperar”
El cine indonesio ha hecho lo mismo. Ha tomado una serie de connotaciones particulares, las ha abanderado como una corriente y ha vivido el momento de una serie de directores y productores potentes que han centrado el género (The Mo Brothers, Rocky Soraya o Joko Anwar, entre otros). Las plataformas digitales han ayudado mucho a aupar el mismo, motivado posiblemente por unas distribuidoras que han focalizado todo su esfuerzo en acceder a un mercado occidental necesitado, precisamente, de una oferta oriental de terror que complementase todo ese ánimo que hay en estos momentos por lo coreano (y no, no me refiero especialmente a “Parasite” (2019); doramas y series de todo tipo abundan hoy en día en Netflix, por citar un ejemplo). En todo caso, lo cierto es que tenemos mucho cine indonesio a un click de nuestro mando.
A la cinematografía indonesia le sucede lo que a tantos países del este asiático: asimilando la tradición imperialista de potencias occidentales y la búsqueda de un referente cultural propio (en ocasiones, abanderando procesos precisamente descolonizadores), busca un sendero por el cual acometer las transformaciones necesarias para lograr una identidad propia que legitime un arraigo profundo a su pasado. Esto es complicado de equilibrar, pero pervive especialmente en las manifestaciones artísticas. Y el cine reverbera de un estilo propio para mostrar, desde la ficción/realidad, el contexto determinado de una sociedad. No es de extrañar, por ello, que el cine indonesio tenga influencias norteamericanas y japonesas por igual, y que la simbiosis de ambas lleve a un estilo caracterizado, y vamos al terror, por una interesante mezcla entre lo crudo y lo explícito, aderezando esto con un toque de humor y drama ambiental que casa perfectamente con una narración acompasada y lenta.
Los Mo Brothers son auténticos especialistas en ello: “May the Devil Take You” (2018) o la recientemente analizada “The Queen of Black Magic” (2019) comparten estas pautas genéricas, pero lo hacen también Rocky Soraya con “The Doll” (2016) o “El Tercer Ojo” (2017) y Joko Anwar con “Satan´s Slaves” (2017) y la que analizaremos a continuación, “Impetigore” (2019). Todos estos filmes, con sus diferencias, comparten un desarrollo lento, mascado, un retrato de personajes profundo, tramas familiares, jump scares, toques de humor y, en mayor o menor medida, la presencia de un demonio que pretende soslayarlo todo. Se le puede dar la vuelta de mil maneras a esto, y no estarán todas las características oportunamente marcadas, pero hay un fino hilo que las une, y lo único que las separa es la calidad con la que se llevan a la pantalla.
“La película pierde interés en algunos tramos, y el humor perpetrado por la compañera de la protagonista funciona a ratos”
"Impetigore” nos pone en la piel de Rahaya, una chica que lucha por sobrevivir económicamente en un entorno de pobreza junto a su amiga. A raíz de ciertos fenómenos descubre que tiene una casa en herencia en una aldea remota, y hacia allí se dirigen ambas para ver la casa y, sobre todo, encontrar una posibilidad de sacarle rédito monetario para salir de su aquejada situación.
Del argumento tenemos que fiarnos poco. Sin entrar en desmembramientos, hay que alabar la habilidad de Joko Anwar para trasladarnos a un argumento que poco o nada tiene que ver con lo que cabe esperar. Esto se consigue a través de dos mecanismos: el primero, su orientación volcada al misterio por completo, adentrándose en el terreno del thriller y abandonando el terror por el terror; en segundo lugar, los giros de guion que funcionan adecuadamente, aunque se echa en falta un recorte de quince o veinte minutos a la película. Alargar escenas y espacios narrativos es algo muy propio del cine de género indonesio, lo que provoca que los filmes sean más largos de la media a la vez que resta explosividad a sus momentos más interesantes, entre otras cosas porque el espectador ya acaba asumiendo el cansancio en determinados momentos. Aquí se nota bastante.
El inicio y el final son bastante notables, y fueron de las partes que más disfrute pueden ocasionar. El primero, porque es un ejercicio de control de la tensión bastante potente, similar en lo cinematográfico a lo que pueda regalarnos un James Wan, por citar alguno; el segundo, porque una vez hemos descubierto todo lo que se cuece, añadir un poco de drama y sangre a la escena siempre viene bien. La película pierde interés en algunos tramos, y el humor perpetrado por la compañera de la protagonista (ya hemos dicho que el cine indonesio tiende mucho a incluir un elemento tal en sus filmes, quizás como rebaje de tensión, quizás como método de atracción en esos momentos más planos) funciona a ratos.
“Tonos rojos y oscuros, entornos sucios y mugrientos o espacios reducidos en planos cortos nos animan a sentir desasosiego y hasta claustrofobia”
Otro acierto de “Impetigore” es su ambiente contenido, cargante. Si trasladásemos la fotografía al mundo videojueguil, Forbidden Siren es un excelente ejemplo de ello. Tonos rojos y oscuros, entornos sucios y mugrientos o espacios reducidos en planos cortos nos animan a sentir desasosiego y hasta claustrofobia; es interesante, en este punto, ver como Anwar maneja con bastante destreza lo sucio, perturbador y hasta purulento. En el momento en que todo se resuelve, esas sensaciones aumentan. Hay una historia sucia, llena de personajes oscuros y un hilo bien resuelto que reflexiona sobre las dificultades de la maternidad, los celos y los secretos. Todo ello sin entrar en espíritus perennes y, eso sí, sumergiéndonos en algunas connotaciones vinculadas al folclore patrio. Algo que siempre es de agradecer.
Si la fotografía brilla por su exquisitez, la dirección técnica es más básica. Veremos algunos travellings escasos y reiterados, pocos planos subjetivos y muchos encuadres a media distancia que describen la situación sin marear mucho. El resto son planos cortos que resaltan las expresiones de las protagonistas y algún que otro movimiento interesante que no desvelaremos porque va unida a algunas de las mejores escenas de la película. La banda sonora, como es habitual en este tipo de cine, destaca como ambiente y como silencio. Lo mismo sucede con las interpretaciones: aprueban y convencen, aunque siga resultando poco apetecible para algunos espectadores (me incluyo) esa falsa sensación de naturalidad que transmite en ocasiones. Tengo que decir, no obstante, que aquí es menos evidente.
Si bien “Impetigore” no es el mejor ejemplo de cine indonesio que podemos ver, es una segunda espada dignísima para disfrutar después de ver las joyas de la corona. No es la mejor película de Joko Anwar, pero tampoco la peor. Y resulta entretenida si disfrutas de este tipo de cine, especialmente por dos cosas: la atmósfera y el guion. Si prescindes de los sustos y de lo que se trata es de embebernos de una trama y un ambiente atrapante, es tu película. No la dejes pasar.
3 comentarios:
Me sumo a ese seis. película bien realizada, bien interpretada y muy bien ambientada. Aunque un escalón (o dos) por debajo en truculencia de lo que suelen ser las propuestas que nos llegan desde Indonesia. Seguramente me esperaba algo más bruto, pero sin dejar grandes secuencias para el recuerdo, se deja ver y entretiene.
Anwar aun tiene que cultivar su faceta de director para llegar al nivel de sus compatriotas más reconocidos.
Saludos.
Rector - Tienes razón. A mí Satán´s Slaves me gustó más (no sé si compartes esta sensación), pero creo que, sin ser una mala película, hay otras con más recorrido. Eso sí: hay un par de escenas muy potentes, el dúo protagonista funciona y...poco más. Terror rural protagonizado por dos mujeres en el día, precisamente, de la mujer rural. ¿No te parece una buena opción como peli de terror para recomendar hoy? =D
He disfrutado mucho con esta cinta, puede que un poquito menos que 'Satan's slave' pero aun así creo que está por encima de la media de lo que suele ser el cine de terror actual. Destaco la ambientación que me parece soberbia y también cierta candidez en la reacción de los personajes en algunos momentos. Es cierto como decís que no es una cinta tan truculenta como lo que solemos ver que nos llega desde ese país lo que puede llevar a mas de uno a sentirse un pelin decepcionado, pero aún así esta es una de esas cintas que recomiendo abiertamente.
Un Saludo!
donnie
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