ARTORIUS NOS HABLA SOBRE EL DEBUT DE KYUNG-HUN CHO, UN BODY HORROR CON TINTES DE DAVID CRONENBERG EN CELL SHADING
Revisar el catálogo de Sitges en cualquier edición es cosa golosa, e intentar acertar el sleeper del año ya es un regalo que muy pocas veces he conseguido. Eso sí, las veces que he “acertado” han sido gloriosas y, curiosamente, prácticamente en todas las ocasiones dichos aciertos han estado vinculados a la animación.
“han optado por un tema espinoso, con un mal muy extendido en estos tiempos de posmodernidad digital y de culto a los cuerpos supuestamente perfectos”
Así, en cuanto supe que “Beauty Water”(2020) estaba este año en el catálogo, decidí que tenía que ser mi “must see” sí o sí de este año. Las referencias que tenía de ella eran muy buenas, y para ser una ópera prima parecía tener ese “algo” especial que hace que una película de género consiga el éxito, aunque su peculiar estilo de animación me tiraba bastante para atrás. No soy muy fan del cell shading, me resulta demasiado poco natural en las expresiones y animaciones, pero entiendo que es una técnica barata y cuya molestia a la vista va disminuyendo si la película vale la pena.
En cuanto a aspectos de guion, el nombre del Cronenberg en su etapa de la Nueva Carne salió mentado en muchas de las opiniones leídas, lo cual despertó mi interés....hasta que vi detalles que me echaron para atrás, por motivos personales ligados a algo tan grave y severo como son los trastornos de la alimentación y de la personalidad. No me malinterpretes, querido lector. Los problemas mentales han sido una gran fuente de inspiración para el cine en general, y el de terror en particular, y todos sabemos que interpretar a alguien con alguna problemática ha sido desde que los Oscar son dorados un atajo para conseguir la preciada estatuilla. ¿Y qué sería del cine de terror sin sus maníacos más queridos? Pero en el caso que nos ocupa han optado por un tema espinoso, con un mal muy extendido en estos tiempos de posmodernidad digital y de culto a los cuerpos supuestamente perfectos, lo cual es un riesgo en sí a la hora de integrarlo en un relato de destrucción personal como este sin caer en el retrato edulcorado de este trastorno, cosa muy hollywoodiense, o directamente caer en el grand guinyol de la exageración. ¿Mi conclusión? Lo consigue a medias. Y no es moco de pavo.
“El tobogán sin fondo por el que Ye-Ji se precipita es, sin embargo, lo bastante atrayente para que no quieras apartar la mirada de lo que ocurre en la pantalla”
Te adelanto, querido lector, que es muy probable que no empatices demasiado con la protagonista: por su desmedido egoísmo y materialismo, por como trata a su entorno y su obsesión con la superficialidad y una imagen idealizada y distorsionada del éxito que hacen que caiga en una espiral relacionada con el odio a su imagen y la búsqueda de una identidad y sentido del yo completamente distorsionada y enfermiza. Pero es que es precisamente el punto que más me gusta de la película: todos esos rasgos conforman un retablo de los síntomas de una enfermedad que existe en la vida real, es tremendamente destructiva con la persona que lo sufre y su entorno, y pese a todo el desfile de horrores a los que el guion somete a la protagonista creedme , porque lo he vivido, que si se guía por la realidad, el filme podría haber sido muchísimo más crudo de lo que es. El tobogán sin fondo por el que Ye-Ji se precipita es, sin embargo, lo bastante atrayente para que no quieras apartar la mirada de lo que ocurre en la pantalla e incluso, sí. Consigue que en ocasiones te sientas incomodo, y eso tiene su merito.
Pero llega un punto del metraje en que todo se tuerce bastante. Concretamente, en el tramo final, con un giro de guion que, aunque pensabas que se veía venir, es tan sumamente grotesco que más que a Cronenberg yo pensaba más en el padrino de lo grotesco del género de terror japonés, el sin par Junji Ito (y si no sabes quien es este señor, busca imágenes de sus obras en la red y te irá claro por donde van los tiros).
“hay momentos en que parece que Beauty Water beba de los mismos vientos que esa obra maestra que es Perfect Blue, para caer de golpe en un esperpento precipitado”
Estoy convencido de que este cambio de tercio gustará a tanta gente como lo odiará. Yo, por mi parte, me he sentido decepcionado. Quizá sea porque hay momentos en que parece que “Beauty Water” beba de los mismos vientos que esa obra maestra que es “Perfect Blue” (1997), para caer de golpe en un esperpento precipitado que a mi no me estropeó la película pero sí que me supo a poco.
En suma, “Beauty Water” me ha gustado. Incluso con todos sus defectos, que los tiene y son muchos, es una película valiente e inmisericorde , con una protagonista trastornada de una manera tan próxima y realista que me hubiera gustado que aprovechasen más ese elemento que el estrictamente fantasioso. Si fuera un guiso, le faltaría un hervor, pero para ser un primer intento como aquel que dice, me parece muy llamativo. Kyung-Hun Cho cuenta con mi atención, esperando a ver si en su siguiente viaje a la sinrazón y el fantástico explote todo el potencial que se le intuye en esta película. Ha empezado fuerte el festival para mi. No es que sea una gran traca, pero son unos fuegos de inicio más que interesantes.
Lo mejor: La protagonista, una película de terror en sí misma. La valentía a la hora de jugar con un problema muy actual sin caer en el edulcorado o la parodia. El body horror. Las visiones de la protagonista y el simbolismo que encierran. El retrato terrible de la familia mientras se consume a todos los niveles.
Lo peor: Calidad de la animación muy normalita. El tramo final me resultó tremendamente insatisfactorio. Hay momentos que son muy duros de visionar si has estado en contacto con la problemática de la protagonista.
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