Crítica: La Abuela

KRUEGER NOS HABLA SOBRE EL ESPERADO NUEVO TRABAJO DEL NUEVO NIÑO BONITO DEL CINE FANTÁSTICO ESPAÑOL

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Paco Plaza se encuentra a un nivel superlativo. Creo que no me pillo los dedos si afirmo que actualmente es nuestro director de cine fantástico más interesante. Al mismo tiempo que su compañero de fatigas, Balagueró, pegaba un par de bandazos considerables con “Musa” (Jaume Balagueró, 2017) y “Rec 4” (Jaume Balagueró, 2014), especialmente sangrante está última si la comparamos con la burrada que Plaza y Dolera hicieron en la magnifica tercera entrega; Plaza sacaba pecho al salirse de sus coordenadas habituales, con la que hoy en día sigue siendo su mejor película: “Quien a hierro mata” (Paco Plaza, 2019). Fuera de su contexto habitual, Balagueró también ha conseguido ofrecer un producto notable que se sale de lo que uno espera de él, la muy entretenida “Way Down” (Jaume Balagueró, 2020): correcta y divertida cinta de atracos, que solo puede palidecer frente a la tragedia fantasmagórica de los narcos gallegos de Luis Tosar. 

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“Desde Verónica resulta una gozada ver la puesta en escena de las obras de Plaza. En su última película es tal la finura que absolutamente toda la obra (tanto en ideas como conceptos) se encuentra resumida en el plano inicial” 

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Creo que es justo comparar ambos directores, ya que quien parecía el destacado de los dos, “Los Sin Nombre” (Jaume Balaguero, 1999) es posiblemente una de las mejores películas del cine de terror patrio de la historia y resulta francamente superior al acercamiento del valenciano a la prosa de Campbell en “El Segundo Nombre” (Paco Plaza, 2002), se ha visto adelantado por la derecha por el autor que, a priori, resultaba menos interesante. Es decir, los proyectos de Plaza se esperan como agua de mayo, mientras que los del catalán han perdido parte de esa magia que arrastraban desde sus comienzos. 

Desde “Verónica” (Paco Plaza, 2017) resulta una gozada ver la puesta en escena de las obras de Plaza. En su última película es tal la finura que absolutamente toda la obra (tanto en ideas como conceptos) se encuentra resumida en el plano inicial. Un director que con solo una imagen define la tesis e idea de su historia se encuentra en plena forma. Son muchos los aciertos de la planificación (ese momento terrible dejado en off, cuando finalmente abraza el fantástico en su tramo final…), pero quiero destacar como más allá de reflejar metáforas o segundas lecturas, Plaza siempre se las apaña para apoyar la diégesis: no puede ser más claro y revelador el momento en el que el director, con un juego de luces, sombras y color, nos indica que justo en ese instante comienza la pesadilla, que el sueño ha terminado. Un primer punto de giro que llega rápido y que sorprende comparado con el lento devenir posterior de los acontecimientos. 

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“La película juega constantemente con el tiempo, retorciendo lo que esperamos de él y lo que significa para los personajes, y en consecuencia para nosotros” 

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No es “La Abuela” un terror de sustos y multisala. Todo se cuece a fuego lento (quizá demasiado…) y quien espere efectismos va a salir francamente decepcionado. La película juega constantemente con el tiempo, retorciendo lo que esperamos de él y lo que significa para los personajes, y en consecuencia para nosotros. La historia transcurre en apenas unos días, pero os aseguro que pesan como si fueran semanas de duración. Es lo que suele llamarse una pieza de cámara, intima, con pocos personajes y apenas acontecimientos, más allá de visualizar, sin estridencias innecesarias, la descomposición del cuerpo y la mente de una persona. También hay que indicar que, afortunadamente, aquí no hay segundas lecturas que nadie necesita: "La Abuela" es una película de terror, que puede gustar más o menos, pero terror puro y duro. 

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“el principal problema de La Abuela radica en el guion de Carlos Vermut, demasiado pendiente en recalcar la metáfora, más que evidente, que sustenta toda la película” 

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Plaza suele escribir sus guiones, de ahí que cada vez sea más frecuente esa mirada autoral que ya nadie le niega. Ahora bien, mientras que el director supo adaptarse perfectamente en “Quien a Hierro Mata”, creo que el principal problema de “La Abuela” radica en el guion de Carlos Vermut, demasiado pendiente en recalcar la metáfora, más que evidente, que sustenta toda la película. El texto tiene aspectos curiosos, que conviene no descubrir aquí, pero también es cierto que prácticamente se pega un tiro en el pie desde los compases iniciales, despojando la historia de cualquier tipo de sorpresa. Cualquier aficionado al cine de terror con unos cuantos visionados sabe cómo va a concluir la película. No existe giro final, lo que no supondría un problema, si no fuera porque el guion juega demasiado la baza de una incertidumbre que no existe realmente. 

Es una pequeña lástima que “La Abuela” haya terminado siendo una (muy) buena película y no una gran película. La fuerza de sus imágenes y su dominio del ritmo se merecían un texto más firme (y menos evidente) en el que apoyarse. Sea como sea, mi sonoro aplauso para una película con una vieja decrépita que se ha puesto número uno de la taquilla. Y recalcando aspectos obvios, ninguna locura sería pedir nominación a los Goya para cualquier de las dos actrices principales.