Crítica: Hatching

ASTINUS NOS HABLA SOBRE OTRA INTERESANTE MUESTRA DEL FANTÁSTICO ESCANDINAVO

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Hace unos días una buena amiga y fan del terror me pasaba una serie de vídeos de Tik Tok en los que varias personas aficionadas al mundillo van recomendado películas. Entre esta secuencia de vídeos tan interesantes me mandaba uno que hablaba de las mejores películas de terror nórdico, entendiendo este como el norte de Europa o tierras escandinavas. Estaban presente las clásicas, cintas que hoy en día han sido referentes: “Troll Hunter” (2010), “Déjame Entrar” (2008) o la maravillosa y reciente “Lamb” (2021) También se encontraba entre estas “Pahanhautoja” (“Hatching” a partir de ahora), a la que referían como una cinta desagradable y perturbadora. No sé si la película debe encabezar lista alguna, pero es todo un referente dentro del espacio territorial este año en lo que a terror se refiere. Y es que su directora, Hanna Bergholm, deja constancia en su primer largometraje de tener herramientas de sobra para desarrollar un producto potente. 

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“tiene algo de fábula en su forma de narrarnos la historia, una especie de cuento oscuro que nos deja una moraleja en su duro final” 

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Inicia la película con una panorámica de una familia feliz de clase media/alta que vive en una zona residencial. Todo parece idílico hasta que un pájaro entra por la ventana, rompiendo algunos cristales a su paso. La protagonista, primogénita, lo atrapa y decide soltarlo, pero la madre se lo pide. Acto seguido, con una sonrisa en la cara, le rompe el cuello. En el excelente silencio que sigue a la escena con un contrapicado fantástico, las sombras comienzan a invadir las paredes del hogar. Es un mundo de falsas apariencias. No hay matrimonio perfecto y sí muchas exigencias de que todo funcione al ritmo que la madre impone, todo un ejemplo de madre leviatán que Javier Parra nos describe en su excelente ensayo La madre terrible en el cine de terror (aprovecho para recomendároslo porque la cinta sigue muy bien la estela de lo planteado). Las relaciones de poder dentro de la familia cobran sentido mientras el protagonismo se va cediendo a la hija, con un papel bordado por Siiri Solalinna, que comparte una interpretación fantástica junto a Sophia Heikkilä, que durante muchas instantáneas nos recordará a una versión con brillantina de Toni Collette de “Hereditary” (2018). 

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“Una historia contada muchas veces, pero pocas tan bien expresadas como aquí. En cierto sentido, ese juego con las metáforas nos llevará a la exquisita Lamb” 

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En su primer tercio tenemos el contexto, y frente al espectador todo cambia. La llegada de un huevo encontrado en el bosque que cuida la niña llevará a la eclosión de una extraña figura antropomórfica que solo puede alimentarse mediante el vómito de esta. No vamos a contar más porque merece la pena ver cómo transforma las relaciones dentro del reparto, con unas conclusiones muy sorprendentes que rompen con las dinámicas felices que encontramos por norma general en este tipo de películas llenas de personajes rotos. Si bien hay un momento en su último tramo que la película parece divagar más de la cuenta sin encajar en el guion un camino que lleve a un cierre perfecto (hay algunos momentos que los personajes reaccionan de formas un tanto inverosímiles y poco creíbles), son detalles que tampoco rompen con la experiencia completa, especialmente gracias a su corta duración (ochenta minutos a lo sumo). 

“Hatching” (2022) tiene algo de fábula en su forma de narrarnos la historia, una especie de cuento oscuro que nos deja una moraleja en su duro final. El diseño de producción ayuda a ello. Pocas localizaciones en las que el hogar familiar atrapa casi todos los minutos. Una casa llena de estampados de flores, decimonónica en su decoración, y un vestuario acorde con ropas beige, blancas y de tonos cálidos. Todo en la película nos transmite un apartado visual sosegado que no se corresponde con lo que está sucediendo, casi una historia artificial, imaginada, que no pretende ser verdad. A ello también suma ese sentido de transformación que vive la protagonista (de ahí lo de eclosión), una suerte de paso de una etapa a otra de la vida a la que muchas veces nos resistimos a llegar por atravesar espacios difíciles que implican transformaciones que no tendrán punto de retorno. La relación ambivalente entre la criatura y la protagonista pervive en esa dependencia emocional que constata que, en el fondo, tienen la misma esencia. Una historia contada muchas veces, pero pocas tan bien expresadas como aquí. En cierto sentido, ese juego con las metáforas nos llevará a la exquisita “Lamb”. 

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“Una metáfora sobre la madurez y las relaciones familiares que entronca con el terror desde las situaciones de abuso y exigencia que se viven y no tanto desde la criatura” 

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No se puede negar, en definitiva, que la película juega con temáticas comunes, pero lo hace desde una perspectiva bien trabajada en lo visual. Quizás hay momentos en los que todo se desvía a caminos que no interesan (esa parte en la otra casa), con reacciones de los personajes difíciles de creer incluso para el tipo de película que estamos viendo. Sin embargo, serán los que menos, y la película cierra el círculo de una forma interesante, algo torpe, pero con las ideas claras. 

Una metáfora sobre la madurez y las relaciones familiares que entronca con el terror desde las situaciones de abuso y exigencia que se viven y no tanto desde la criatura, cuyo papel es mostrarnos precisamente los anhelos más oscuros de la protagonista. Unas interpretaciones excelentes y un inteligente uso de los decorados y el vestuario refuerzan la idea de ese cuento de hadas oscuro que nos trae su directora con un presupuesto mínimo, donde disfrutaremos de un inteligente y cuidado apartado técnico en el que los planos se trabajan con detalle para generarnos una atención constante y algún momento de tensión puntual que no aporta demasiado al conjunto. Sin duda, película muy recomendada que las personas afortunadas que puedan ir disfrutarán en Sitges.