Crítica: El Cabo del Miedo

SHAGGYFARACHE NOS HABLA SOBRE "EL CABO DEL MIEDO", CUANDO EL REMAKE SUPERA A LA ORIGINAL

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Corría el año 1989 cuando Martin Scorsese recibió una propuesta inesperada de Steven Spielberg: Universal le estaba proponiendo hacer un remake del clásico de J. Lee Thompson “El Cabo del Miedo” del año 1961 y el enseguida lo rechazó nombrando a Scorsese como el director ideal para encarar un proyecto que necesitaba de mucha tensión, suspenso y tempo narrativo. No se trataba de poca cosa, estamos hablando de uno de los grandes clásicos de un estudio famoso por una visión precisa del suspenso, la tensión y el horror. 

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“uno de los mejores remakes de todos los tiempos y una de las películas mas infravaloradas de los últimos 30 años” 

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Luego de un corto tira y afloja con los ejecutivos, el neoyorquino aceptó el reto, pero con ciertas condiciones: cambiar parte del guion para aumentar el suspenso y la suficiente libertad creativa para hacer su propia película con una visión nueva y más contemporánea. Con la bendición y apoyo de Spielberg, que tenía a Frank Marshall y a Kathleen Kennedy, sus colaboradores habituales, en la producción ejecutiva y con un reparto de lujo que incluía a Robert De Niro, Nick Nolte, Jessica Lange y una aún desconocida Juliette Lewis, la producción arrancó en noviembre de 1990. Todavía nadie lo sospechaba, pero se estaba gestando uno de los mejores remakes de todos los tiempos y una de las películas mas infravaloradas de los últimos 30 años. 

Tatuajes y “cielos tensos” para introducirnos en la pesadilla 

Desde la presentación de créditos, a cargo del siempre genial Saul Bass, ya intuimos que estamos ante algo impactante y perturbador. Es la historia de un tenebroso expresidiario que desea saldar cuentas pendientes. Es la historia de una venganza extrema. Para afianzar la tensión de la puesta en escena, Scorsese se apoyó sobre la fotografía de Freddie Francis para usar recursos originales y eficientes como el uso de “cielos tensos” y la negativización de los planos para mostrarle al espectador el estado de ánimo de la acomodada, pero atormentada, familia Bowden. Una siempre confiable Thelma Schoonmaker aportó una edición precisa y un tempo exacto en los planos y Elmer Bernstein ofreció una estupenda banda sonora inspirada en la música original de la película de 1961 compuesta por Bernard Herrmann, desequilibrante e intensa y con un excelente ritmo interno, que resultó el apoyo perfecto para aumentar la crispación del público. 

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“el profesionalismo de De Niro rozó el delirio al gastar cinco mil dólares de su propio bolsillo sometiéndose a una operación odontológica para arruinarse la dentadura” 

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En el área del talento artístico, una vez más, Robert De Niro hizo gala de su maestría como camaleón interpretativo al someterse a 6 meses de intensas jornadas de entrenamiento para aumentar su masa muscular y someterse a un complejo maquillaje corporal para llenar su cuerpo de atemorizantes y perturbadores tatuajes carcelarios. Como siempre, el profesionalismo de De Niro rozó el delirio al gastar cinco mil dólares de su propio bolsillo sometiéndose a una operación odontológica para arruinarse la dentadura (luego gastaría veinte mil más al finalizar la producción para arreglársela). 

Una (casi) perfecta familia americana 

Nick Nolte, Jessica Lange y una sorprendente Juliette Lewis demostraron su pericia al recrear una familia en donde la fachada es la típica familia de clase media alta feliz y estable, pero detrás de esa careta se esconde la hipocresía, el resentimiento, los rencores, el miedo al pasado y las inseguridades. Un conjunto de debilidades ideales para que un monstruo atormentado se ensañe en una venganza digna del Libro de Job (nunca mejor dicho). El resultado de todo esto fue una auténtica joya del suspenso psicológico en donde el maestro responsable de joyas como “Taxi Driver” (1976) y Goodfellas (1990) desató su ingenio creativo a lo largo de todo el metraje, creando su propia película y no un simple calco de Thompson. A lo largo de sus 120 minutos de duración, que nunca se sienten y se nos hacen cortos, observamos el arco de transformación del trio de víctimas: una familia modelo que lo tiene todo y que en realidad no tiene nada, formada por un brillante abogado litigante que cree en la ley (en especial la suya) y que termina rompiéndola intentando, en vano, detener el tsunami de horror y locura que se desatará sobre él y su familia; su esposa, una diseñadora gráfica muy pagada de sí misma que en realidad es profundamente infeliz e insegura y que cree, ilusamente, estar preparada para la pesadilla que se avecina; y finalmente, una hija adolescente caprichosa y a ratos más infantil de lo que aparenta su edad, que se convertirá en la esquina falsamente sensible en el que el depravado Cady iniciará su venganza.

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“Lo más impactante es sin duda la impresionante actuación de De Niro al brindarnos una de las mejores actuaciones de su carrera como un inolvidable Max Cady” 

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Grandes aciertos infravalorados 

Lo más impactante es sin duda la impresionante actuación de De Niro al brindarnos una de las mejores actuaciones de su carrera como un inolvidable Max Cady, quien a la postre se ha convertido en uno de los más aterradores psicópatas criminales de todos los tiempos, pero que lamentablemente ese año se topó con otro psicópata que le robó por completo todo protagonismo (y el Oscar de la Academia): el simpático y aterrador Hannibal Lecter. 

Juliette Lewis derrochó una interpretación de ensueño como una niña tímida e insegura que termina siendo, irónicamente, la que mejor comprende al monstruo a través de una introducción y un epílogo casi apocalíptico, pero que no tuvo el suficiente empuje para llevarse el premio de la academia de ese año. Hay que destacar el gran homenaje que Scorsese le brinda a los intérpretes originales, Robert Mitchum, Gregory Peck y Martin Balsam, al aparecer en destacados cameos (genial en el caso de Peck metido en la piel del delirante Lee Heller). El resto de los secundarios ofrecieron un trabajo eficiente que ayudó a apuntalar la trama, como es el caso de Joe Don Baker, Ileana Douglas y Fred Thompson. Lamentablemente, al igual que en el caso de “Heat” (1995) de Michael Mann, la respuesta tanto del público como de la crítica fue tibia y la película pasó injustamente olvidada durante la temporada de premios. Treinta años después de su estreno, “El Cabo del Miedo” está considerado un auténtico clásico del suspenso psicológico y que todo cinéfilo debe de ver antes de morir.