domingo, 19 de marzo de 2023

Crítica: We´re All Going to the World´s Fair

MISTER MOLOKO NOS HABLA SOBRE EL INTIMISTA (Y DRAMÁTICO) TERROR INDIE DE LA DEBUTANTE JANE SCHOENBRUN


Aunque mi interés sea más de carácter antropológico que literario, debo reconocer que me hace una cierta gracia todo el mundillo relacionado con los creepypasta. En el fondo estos relatos no dejan de ser una versión 2.0 de las leyendas urbanas de toda la vida a los que internet, debido a sus posibilidades multimedia y su capacidad para viralizar cualquier contenido, ha otorgado una nueva dimensión. Mientras las leyendas urbanas se transmitían mayoritariamente por tradición oral (quién no recuerda, por poner uno de los ejemplos más conocidos, aquella mítica "Chica de la curva"), en el caso de los creepypastas todo es mucho más líquido (por utilizar un concepto postmoderno) y pluridimensional. Como he dicho, lo apasionante de estos relatos no es tanto su narrativa (son actualizaciones de las historias de terror de toda la vida) como su capacidad para impactar en una sociedad mediatizada e influenciada por las nuevas tecnologías. Los creepypastas funcionan por y para Internet y muy probablemente eso explica que cuando se ha intentado trasladar estas historias a otro medio, como el cinematográfico, la cosa no ha acabado de salir bien. Y para muestra un botón: ¿Alguien se acuerda de ese horror fílmico llamado "Slender Man" (2018)? 


“un drama que, bajo el paraguas de las leyendas de Internet y con pinceladas diluidísimas de terror, nos narra los traumáticos cambios que sufre una chica que está pasando de la adolescencia a la madurez”


"We're All Going to the World's Fair" (2022) parte de una idea muy relacionada con todo el universo de los creepypasta. El film nos explica la historia de una adolescente llamada Casey que acepta un reto viral de Internet llamado "World's Fair". Según reza la leyenda, los que participen en el reto sufrirán una serie de cambios desconocidos que deben documentar a través de vídeos que muestren su evolución. Muy pronto contactará con ella una extraña figura que le advierte que está en un grave peligro. 

La película fue todo un éxito en el festival de Sundance y recibió muy buenas críticas, algo que le ha abierto a su realizadora la puerta de A24 que le producirá su siguiente proyecto titulado "I sow the TV glow". Ítem más: uno de los productores ejecutivos, y el gran causante de que esta pequeña película haya visto la luz, es el señor David Lowery, artífice de títulos como "A Ghost Story" (2017) y "El caballero verde" (2021). Así que si juntamos en la ecuación un futuro realizador de A24, Sundance y David Lowery uno puede intuir, a poco que esté familiarizado con el mundillo cinematográfico, por donde van a ir los tiros. 


“La directora deja muy poco espacio para las ambigüedades y enseguida comprendemos que lo que vemos en pantalla de fantástico no tiene nada” 


No sé si recuerdan un mítico capítulo de "Los Simpson" de la temporada 19 titulado "Un Sundance cualquiera" (2008). En el vemos como Lisa presenta una película de corte documental que intenta reflejar sus miserias cotidianas junto a su desestructurada familia. Tras recibir el unánime reconocimiento de crítica y público, su efímera fama se diluye cuando su compañero de colegio Nelson Muntz estrena su película "La vida es un mal rollo". Esta cinta con un marcado tono neorrealista (y un plagio/homenaje a Truffaut incluido) eclipsa el trabajo de nuestra protagonista y se convierte en la gran protagonista del Festival. Pues bien, no me digan porque pero "We're All Going to the World's Fair" me ha evocado enormemente ese capítulo. 

Los que esperen de esta película una historia terrorífica al uso basada en el universo de los de Creeypastas se van a llevar un enorme chasco. "We're All Going to the World's Fair" es un drama que, bajo el paraguas de las leyendas de Internet y con pinceladas diluidísimas de terror, nos narra los traumáticos cambios que sufre una chica que está pasando de la adolescencia a la madurez y que se encuentra absolutamente perdida ante mundo que le rodea. Ni más ni menos. Esta es una historia en la que entras o no entras, en la que aceptas las reglas del juego o a los veinte minutos tendrás una inmensa tentación de apagar la televisión y dedicarte a otra cosa. No voy a negar que tiene cosas interesantes, pero también advierto que requiere de una cierta predisposición por parte del espectador

El que su directora Jane Schoenbrun sea una persona transexual (y disculpen si no utilizo correctamente el término) explica en gran medida el tono de la película. Ella misma ha reconocido en varias entrevistas que su film hablaba sobre los cambios traumáticos en la adolescencia y la aceptación de uno mismo y de su propia identidad personal. Y ese es precisamente es el tema central y el eje vertebral sobre el que se sustenta la cinta. Casey, la protagonista, es una joven andrógina de estética emo que en todo momento se nos muestra interactuando sola con su entorno. La única presencia familiar adulta que conocemos es la de su padre al que nunca vemos y sólo escuchamos en off en un par de ocasiones. Deducimos, porque en esta película el margen para la deducción es amplio (y ese es parte de su problema) que es huérfana de madre y la echa de menos. A este respecto una de las secuencia más hermosas y emocionales del film es aquella en la que la niña intenta conciliar el sueño viendo una grabación en vídeo de su progenitora. La soledad, la falta de referentes y la confusión propias de su edad le han abocado al mundo de Internet donde estupideces como un reto viral es el refugio ideal para muchas personas perdidas como ella. Ese reto es el que le hará evolucionar, de forma completamente errática, y el que le mostrará que hacerse mayor implica entrar en un mundo complejo e incierto. 


“pese a su corta duración, la película tiene ciertos problemas de ritmo y que en ciertos momentos la historia se estanca en unos conceptos que resultan reiterativos y sobre explicados” 

Cualquier espectador avezado constatará que a la protagonista le hace falta un psicólogo como el comer. Pero no sólo a ella, sino a todo ese universo de personajes que forman parte del reto y cuyas acciones y comportamientos vemos a través de diversos vídeos de Youtube. Estos fragmentos de realidad, esos vídeos de apenas 2 minutos nos demuestran que nuestra sociedad ha perdido el norte y que, por decirlo suavemente, hay personas muy jodidas de lo suyo. La directora deja muy poco espacio para las ambigüedades y enseguida comprendemos que lo que vemos en pantalla de fantástico no tiene nada. Sinceramente esta pare es la más terrorífica, y triste, de la película y algo que nos tiene que hacer reflexionar como sociedad. A este respecto el otro personaje importante de la película es el de JLB, un adulto que interactúa anónimamente con los participantes (o es el que ha creado el reto, no queda muy claro) y al único al que la directora define con una calculada ambigüedad: ¿Es un pederasta o una persona que intenta ayudar a la chica? Aunque muy probablemente sea una mezcla de ambos, su presencia se muestra fundamental en la evolución de la protagonista y en el desenlace del film. 

Desde el punto de vista de la narrativa, la directora juega con varios formatos mezclando la narrativa tradicional, con vídeos de Youtube, videollamadas de Skype y grabaciones realizadas con la webcam de la protagonista. Esta mezcla, lejos de resultar confusa, ayuda a que la historia adquiera una dimensión estética muy interesante. Por otro parte en el apartado del debe hay que reconocer que, pese a su corta duración, la película tiene ciertos problemas de ritmo y que en ciertos momentos la historia se estanca en unos conceptos que resultan reiterativos y sobre explicados. Por otro lado, aspectos que podrían haber enriquecido la trama (como la relación con el padre o las motivaciones de JLB) son tratados muy de puntillas haciendo que determinados momentos de la película adolezcan de falta de cimientos dramáticos. "We're All Going to the World's Fair" es una de esas películas que, sin ser la panacea, ofrece cosas interesantes para todo aquel que comulgue con este tipo de cine indie. Al resto probablemente les aburra como una ostra y huyan de ella como de la peste. Como diría el clásico: ustedes mismos.


1 comentarios:

Krueger dijo...

Recientemente sufrí Grimcutty Moloko y pensé justamente eso: la mala suerte que tienen las creepypastas (concepto que me parece bastante divertido) a la hora de ser trasladadas a la pantalla. Creo que solamente Channel Zero lo ha hecho de forma correcta, y todas sus temporadas sufrían el mal de empezar muy potentes y no saber terminar.

Tenía pendiente la que reseñas, pero sinceramente, me tira para atrás todo lo del drama...

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