Crítica: Alien: Romulus

KRUEGER NOS HABLA SOBRE LA NUEVA ENTREGA DE UNA DE LAS GRANDES FRANQUICIAS DE LA HISTORÍA, AHORA, CON FEDE ÁLVAREZ A LOS MANDOS

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Estoy totalmente enamorado de Fede Álvarez. El director uruguayo me hizo enormemente feliz con “Posesión Infernal” (Evil Dead, Fede Álvarez, 2013), en la que salvó la papeleta de relanzar una saga de importancia capital para el género fantástico; devolviéndola a terrenos tremendamente terroríficos y sangrientos. A día de hoy, me sigue pareciendo un film simplemente excelente, al que solamente le faltaba la figura de Ash para... (¡cuidado!) estar entre las mejores entregas de la franquicia. Pues bien, el bueno de Álvarez ha realizado una jugada similar con el mundo de los xenomorfos, regalando al público la que, quizás, sea la mejor secuela del imbatible díptico de Scott/Cameron. 

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“tiene una extensa lista de virtudes, tanto cinematográficas como cinéfagas, pero es justo comenzar la enumeración por lo bien dirigida que está” 

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“Alien: Romulus” (Alien: Romulus, Fede Álvarez, 2024) tiene una extensa lista de virtudes, tanto cinematográficas como cinéfagas, pero es justo comenzar la enumeración por lo bien dirigida que está. Doy palmas con las orejas porque el film se haya estrenado en cines, y no en Hulu como se planteó en un primer momento. Visto el resultado, no hace falta ni echar de menos el fallido proyecto de Blomkamp, que hubiera vuelto a los resabiados Ripley e Hicks. Solamente por ver la secuencia gravitacional, apoyada en un fantástico recurso de guion, merece la pena el visionado. Y es solamente una de varias escenas; de hecho, pasada la hora de metraje, la historia mete un acelerón brutal y se suceden los momentos que no dan respiro (las dos habitaciones térmicas, el ascensor, la vagina gigante, etc.), un clímax de una hora de duración rematadamente divertido. 

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“el mayor cariño en la escritura se encuentra en la relación entre la protagonista y su sintético, maravillosamente interpretado por David Jonsson” 

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Pero “Alien: Romulus” no vive solamente de frenetismo alienígena; ahí está el estupendo prólogo mudo y algunas de las secuencias espaciales más bellas que he visto en mucho tiempo. En serio, es una delicia para los sentidos; desde ese diseño de producción deliberadamente retro (me chiflan esos ordenadores rancios…), hasta una fotografía oscura y tenebrista, sin olvidar las secuencias en la Tierra (nunca había mostrado la franquicia lo harapiento de la vida de los colonos fuera de las naves) y su decidida apuesta por los efectos especiales tradicionales, llenando la propuesta de babas, sangre y gore… aunque siendo tiquismiquis, y no estando la propuesta precisamente corta de vísceras, yo hubiera subido el listón en ese aspecto. La lluvia de sangre de “Evil Dead” hizo mucho daño Fede. 

Siguiendo con el ejercicio de onanismo hacia la figura del director que me estoy marcando, el uruguayo también se encarga del guion, junto a su colaborador habitual Rodo Sayagues; tarea que tampoco debía ser sencilla, teniendo en cuenta las expectativas que crea la saga. Pues bien, el film no se esfuerza por ser la panacea, y se limita a contar una historia, ampliando un poco el lore y centrando la atención en unos personajes que, con un par de pinceladas, se encuentran bien definidos. Es curioso cómo el xenomorfo juega un papel secundario en la trama: en “Alien: Covenant” (Alien: Covenant, Ridley Scott, 2017) se introdujo por presión del estudio, pero aquí aparece simplemente como amenaza, centrando sus esfuerzos narrativos en el grupo protagonista. Habrá público disconforme, pero considero que la fórmula funciona rematadamente bien con los ropajes de slasher espacial... con el añadido de que nos preocupen los personajes. De hecho, se nota que el mayor cariño en la escritura se encuentra en la relación entre la protagonista y su sintético, maravillosamente interpretado por David Jonsson, que incluye en su composición un elemento que nunca había estado presente en este tipo de personajes: una humanidad conmovedora y tierna... Bishop era muy majete, pero siempre parecía un robot. El resto del reparto, y pese a mis reticencias iniciales al respecto de su juventud, está más que correcto, destacando la solidez de Cailee Spaeny, que desde “Civil War” (Civil War, Alex Garland, 2024) ya me tiene totalmente ganado para la causa. 

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“El film no se limita a convertirse en una orgía referencial, aunque también funciona como homenaje a todo un universo, incluyendo guiños aquí y allá que, en un ejercicio de extremo respeto” 

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¿Es “Alien: Romulus” un festival fan service? La respuesta es sí y no. El film no se limita a convertirse en una orgía referencial, aunque también funciona como homenaje a todo un universo, incluyendo guiños aquí y allá que, en un ejercicio de extremo respeto, mandan besitos a entregas tan poco valoradas como “Alien: Resurrección” (Alien: Resurrection, Jean-Pierre Jeunet, 1997) o “Prometheus” (Prometheus, Ridley Scott, 2018), que, por cierto, nunca me cansaré de reivindicar; de hecho, con la saga de “Alien” me pasa un poco como con Freddy Krueger: hasta las entregas (relativamente) fallidas me parecen interesantes. “Alien: Romulus” es la secuela que los aficionados nos merecíamos. Retro horror espacial, cargadito de sangre y babas, que apuesta, decididamente, por ser una película de terror, mirándose en el espejo del film original, y dejando, por el camino, alguna que otra sorpresa para el aficionado. Otra que va directa a lo mejorcito de un 2024 que se está quedando estupendo.