jueves, 12 de septiembre de 2024

Crítica: Millennium Actress

ROLOS NOS HABLA SOBRE "MILLENNIUM ACTRESS". EL PASADO, ESE LUGAR AL QUE CUESTA RENUNCIAR


Bastaron solo cuatro películas para que el director y mangaka Satoshi Kon (1963 – 2010) lograra obtener su más que merecido lugar como uno de los mejores creadores de anime de todos los tiempos. Solo fueron cuatro filmes, sí, pero más que suficientes para deleitarnos ante una hermosa obra que mostraba lo que el artista podía ofrecer, y también quebrarnos ante su prematura muerte por cáncer. Es decir, estos filmes y la muerte de su realizador representan la desoladora dicotomía de todo lo que fue y de lo que no pudo ser. 


“una prueba más de que la animación puede ser cine de calidad a la par de cualquier cinta tradicional”


“Millennium Actress” (2001) fue su segunda película luego de la descomunal “Perfect Blue” (1997) y cuando la vi, reconozco que la misma - con toda su excelencia artística y emocional - entró como una ráfaga directo de mis ojos hacía mi corazón, dejándome una tormenta emocional como si en mi interior un caleidoscopio estuviera girando. No pude evitar pensar un -¡Bravo!- al concluir la misma, un filme que es una prueba más de que la animación puede ser cine de calidad a la par de cualquier cinta tradicional. ¿Pero de qué trata la película? Un par de documentalistas, el veterano Genya Tachibana y su asistente deciden trasladarse a un pueblo de Japón para entrevistar a una gloría del cine nipón de antaño, la estrella nacional Chiyoko Fujiwara que lleva 30 años desaparecida de los medios, para saber por que se retiró de un día para el otro de la actuación. 

Agradezco que vi la película de casualidad en la televisión, ya que de haber sido por la sinopsis habría cambiado de canal y la hubiera dejado pasar. Y es que esta cinta pese a parecer de trama sencilla es una maravilla en todo aspecto y como dije me dejo estupefacto. Lo que se inicia como una simple y tranquila entrevista con una mujer de la tercera edad en base a la duda de su desaparición de los medios; deviene en un viaje que sigue tres carriles al mismo tiempo que se mezclan (es una película que demanda una gran concentración y compromiso por parte del espectador).


“tres tramas que se entremezclan de tal manera que ninguna parece tapar a la otra, sino que se potencian” 


Por una lado la historia de Japón y sus traumas en un ejercicio retrospectivo de autoculpa y cierta sanación. Por otro el viaje profesional de una actriz en un ejercicio metaficcional por los distintos géneros de cine japones, con un claro mensaje de amor a los mismos. Y finalmente un trayecto romántico fallido, esos que quedan trunco por los avatares que la vida suele ponernos enfrente. Trayecto que tendrá como protagonista central a la protagonista, pero también a uno de los documentalistas, con una vuelta de tuerca que realmente nos quebrará al final del filme. Y este es uno de los puntos fuertes de esta cinta; son tres trayectorias que harían pensar a uno que son imposibles de acompasar ante lo diverso de las mismas

En la primera se nos mostrará los inicios en la actuación de una muchacha nacida en los años 20. Todo esto en un Japón marcado por el imperialismo, la intolerancia y la guerra, donde el arte tenía más que nada una función política propagandista y era funcional a un régimen inhumano y cruel. Una muchacha que llena de ilusión y romanticismo aceptará ser parte de esta maquinaria por amor. Se nos mostrará la peor faceta de este Japón, la que tratan de ocultar las derechas de todo el mundo cuando de revisar las historias nacionales se trata. Pero Satoshi Kon busca mostrar no para acusar, sino en mi humilde opinión para en base al pasado sanar. Una aceptación de las acciones de este país y lo que sus autoridades hicieron con sus países vecinos y con sus ciudadanos. Central será la escena del antiguo Kenpeitai al reunirse años después con la protagonista. 

El segundo nivel ocurrirá cuando consiga su consagración y fama -luego de la derrota militar-, haciendo un viaje por los diferentes géneros fílmicos aparecidos en Japón, desde el jidai-geki al kaiju, siempre amoldándose los mismos al principal interés de Chiyoko y la razón de por que se dedicó al cine. Y es que en el tercer carril, veremos como el equipo de documentalistas rastrean un antiguo amor que dejó una huella imposible de borrar en la actriz, perseguiremos un fantasma que hizo una promesa imposible de cumplir por los avatares de su tiempo, todo esto a medida que recorremos la vida de una estrella consagrada, viendo su vida en los momentos más duros de Japón. 


“Una alusión final que es un canto a la vida misma y a la necesidad de seguir luchando por lo que se desea, donde la meta no vale tanto como el trayecto recorrido” 


Es decir, tres tramas que se entremezclan de tal manera que ninguna parece tapar a la otra, sino que se potencian. ¿Qué logra que sea posible que esto se desenvuelva con éxito? Un solido guion donde cada pieza encaja a la perfección, también una soberbia edición, que logrará hacer esos constantes saltos en el tiempo y el espacio durante el filme, sumado a una animación hiper realista (me llamó la atención los movimientos de la protagonista al correr por lo bien realizados que están) que logrará que conectemos con los personajes.

Todo funciona porque hay un director que logra maestría en hacer que las diferentes partes constitutivas de esta cinta encajen, es decir, se nos mostrará la mano experta de Satoshi Kon. El final me llenó de esperanza y tristeza en igual medida, ante esos protagonistas de una película tan profunda y dolorosa. Una alusión final que es un canto a la vida misma y a la necesidad de seguir “luchando” por lo que se desea, donde la meta no vale tanto como el trayecto recorrido. Porque en el fondo eso es la vida misma, el no rendirse ante las adversidades que se nos presentan y seguir levantándose una y otra vez para superarnos. Me queda la importancia que tuvo Satoshi Kon como artista y realizador, pero también tristeza por su prematura partida y todo lo que nos privó. Pese a eso e indudablemente, su legado en la historia está asegurado.


2 comentarios:

Art0rius dijo...

Solo 47 años pudimos disfrutar a Satoshi Kon, y duele muchisimo en el alma pensar todo lo que podría haber venido del genio al entrar en su madurez creativa. Nos queda el puñado de obras MAESTRAS que dirijió en tan poco tiempo, como esta Millenium Actress, pero como duele pensar en lo que podría haber sido....

RoloS dijo...

Art0rius, como tú bien dices es un dolor enorme saber que su enfermedad se lo llevó tan pronto.
Esta película (que agarré iniciada) me voló la cabeza y me dejó emocionalmente movilizado, la nostalgia es algo que nos afecta a todos, (y lo digo en el buen sentido).
Muchas gracias por tus palabras.
RoloS.

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