La industria del cine es en muchas ocasiones como una gigantesca mano que estruja una diminuta teta de vaca para extraer hasta la última gota de leche. En los últimos años, hemos tenido en la festividad de Halloween, uno de los mejores ejemplos de que cuando algo se pone de moda, no hay que separar la bota de la garganta ni un solo instante mientras exista un mínimo aliento de vida. Por ello, tras la creciente popularidad de tal festividad norte americana, tanto dentro, como fuera de sus fronteras (el fenómeno en España, también está en auge, desbancando tradiciones tan nuestras y “respetables” como el garrote vil o el toro de la Vega... bueno, lo primero tendría un pase si fuera para aplicárselo a los que defienden lo segundo), no es de extrañar que el panorama cinematográfico fantástico, engendre todos los años algún que otro título con temática Halloweenera.
Por desgracia y como suele ocurrir, cantidad y calidad son dos conceptos que rara vez van de la mano y tras el aplastante éxito de “Truco o Trato” (“Trick ´r Treat”, Michael Dougherty, 2007), los aficionados al género de terror tenemos que aguantar (por no decir, sufrir) todos los años, llegadas ciertas fechas, todo un aluvión de mediocridades que intentan explotar el creciente interés del populacho por la fiesta de Halloween. Todo el mundo quiere encontrar esa película perfecta para ver con los colegas mientras el amargo sabor de la cebada se adueña del gaznate y la expectativa de llevar a nuestro lecho (o al que sea) con oscuras intenciones a esa amiga de turno algo perjudicada por el alcohol, perfectamente embutida en un disfraz de vampira sexy, crece por segundos.
Pues bien, con lo de la señorita no os puedo ayudar, allá cada uno con sus habilidades, pero en lo de la elección de la película, ya puedo meter algo más de mano, si se me permite el chiste fácil y es que si hay un título perfecto por definición, para tal evento, ese es sin ningún lugar a dudas “Night of the Demons” (Kevin Tenney, 1988), película que recordemos, ya tuvo su respectivo (por no decir, obligado) remake (estupendo, por cierto, todo sea dicho) en el año 2009 de la mano del casi siempre solvente Adam Gierasch y con el incombustible ex-John Connor, Edward Furlong al frente, para darle más erotismo si cabe, al asunto.
Tenney, todo un asiduo al género allá por finales de los ochenta y bien entrados los noventa (recordemos que fue quien firmó las dos entregas de “Witchboard”), se adelantó al boom de Halloween con la típica película de terror de serie B que tanto proliferó en la década de los ochenta. De hecho, “Night of the Demons” es una serie B de manual que contiene absolutamente todos los ingredientes que han hecho de este subgénero uno de los más amados por el aficionado de a pie. Y eso, que se encuentra bastante lejos de ese Valhalla cinematográfico hacia el que hay que peregrinar para alcanzar el tan ansiado status de cine de culto.
Pese a todo, no se puede negar que “Night of the Demons” es una de esas cintas que siempre le dibujan a uno una macabra sonrisa al recordarla, sobretodo, porque en algunas ocasiones, la memoria, o la falta de ella (en este caso), juega muy a su favor. Y es que vista a día de hoy, la broma no pasa de simpática en un contexto estrictamente cinéfilo y consideraciones “fiesteras” a parte.
Lo primero que salta a la vista cuando uno encara el revisionado de la película de Tenney, es el pésimo nivel interpretativo de todos los integrantes del reparto, incluso para estar hablando de una serie B. Si e ello, le sumamos el como no podía ser de otra forma, lamentable doblaje al español, es como para levantarse del sofá e intentar probar suerte en otra parte. Pero un poquito de paciencia basta para que nos los repensemos y sigamos en sintonía, pues el amigo Tenney, que de tonto no tiene un pelo, tiene muy claro lo que el adolescente fiestero quiere, y no se quema mucho metraje (apenas unos minutos) antes de que una sexy e inocente Cathy Podewell, se baje las bragas y nos muestre las posaderas.
Ya con toda nuestra atención ganada, los tópicos ochenteros se precipitan tan rápido que casi no da tiempo a asimilarlos. Un grupo de jóvenes donde no falta ni uno solo de los roles de la época: la chica inocente, el novio pijo que quiere robarle dicha inocencia, el tipo duro macarra, el gordo pervertido y maleducado ,la guarrilla, la siniestra, la tontita y Rodger. Sí, porque cualquier serie B que se precie, tiene a su propio “Rodger”. Ese personaje entrañable al que un día conocimos y que nos acompañará el resto de nuestras vidas. Rodger es el alma de la fiesta y auténtico epicentro de las mejores risas de la función. Pocas veces un personaje de una serie B, tuvo la palabra “muerte” tatuada en la frente y consiguió sobrevivir a ello, haciendo del arte del escape, toda una religión con la que adoctrinar a posteriores generaciones. Alvin Alexis dio vida a un personaje para el recuerdo, y el mío, desde estas mismas lineas.
Si los personajes son de manual, las situaciones no desentonan. Un caserón en las afueras de siniestro pasado, una leyenda sobre diabólicas entidades del más allá que les mete el pito para adentro a ellos y les aprieta el culete a ellas, un grupo de jovencitos salidos (ya con el pito en su sitio) pasándolo bien y una inevitable sesión de espiritismo. ¿Quién se iba a resistir a pedir una pizza con semejantes ingredientes? Pues evidentemente, nadie. De hecho la fórmula sigue estando vigente en la actualidad, ahí queda por ejemplo, la reciente “Exeter” (Marcus Nispel, 2015) como perfecta descendiente directa.
Pero más allá de la fórmula de la coca cola o de las gracietas de Rodger, si por algo se ha recordado a la película de Tenney a lo largo de los años, es por el misticismo de alguna de sus secuencias. En especial la mítica danza de Ángela (Amelia Kinkade) junto al fuego de la chimenea al son del “Stigmata Martyr” de los Bauhaus, una de las postales más populares del terror de los ochenta y que en la versión de Gierasch, fue actualizada en las carnes de Shannon Elizabeth y con el “Black Nº1” de Type 0 Negative, en una secuencia bastante más enfocada a calentar braguetas que la original, con pico lésbico incluido.
Esta es la más mítica, pero no la única. También para el recuerdo quedó una posesa Linnea Quigley, metiéndose un lápiz de labio por el pezón. Secuencia que fue reinterpretada en la versión de 2009 a bombo y platillo gracias a la voluptuosidad de la conejita Bobbi Sue Luther. Y es curiosamente, la propia Quigley, quien le discute a Amelia Kinkade el primer puesto en el podio de los bailes erótico festivos del terror de los ochenta, no en “Night of the Demons”, sino tres años antes en “El Retorno de los Muertos Vivientes” (“Return of the Living Dead”, Dan O´Bannon, 1985), en aquella inolvidable secuencia en el cementerio con la señorita Quigley como dios nuestro señor la trajo al mundo y rojos cabellos.
Y por supuesto, no podía terminar este pequeño recuerdo a la cinta de Tenney sin hacer mención a los fantásticos efectos especiales recreados para la ocasión y claramente deudores de lo visto en “El Exorcista” (“The Exorcist”, William Friedkin, 1973), sobretodo en lo que concierne al rostro de Ángela, que debió ser poseída por algún pariente cercano del que lo hiciera con la pequeña Reagan. Grandes caracterizaciones para una película que pese a no contener excesivas escenas gore, hace gala de una estupenda puesta en escena y de una más que correcta ambientación, con alguna que otra aparición demoniaca de lo más sugestiva gracias no solo al trabajo de maquillaje, también al buen uso de la cámara y al juego de luces.
“Night of the Demons” no es ni de lejos, una de las grandes serie B de los ochenta, pero si contiene los suficientes elementos como para hacer de ella, tanto un entrañable recuerdo como un disfrutable visionado en la actualidad. Una película entretenida, con buenos efectos especiales, un par de secuencias míticas, alguna que otra risa y en definitiva, todos aquellos ingrediente que para bien o para mal, han hecho grande este subgénero. Recomendable revisionado... sobretodo, para aquellos que sigan manteniendo intactas sus expectativas con la moza de turno.
“Night of the Demons” en Bluray: Nuevamente, tenemos que hablar de una edición mediocre y poco digna de un producto tan entrañable como este, con una calidad de imagen que no pasa del suficiente y un sonido tan horroroso, que es casi imposible seguir los diálogos cuando hay música de fondo.
Lo mejor: Entretenimiento sin pretensiones, sus dosis de misticismo y el cachondo final a lo “Creepshow”.
Lo peor: Las horribles interpretaciones y lo tarde que comienza la fiesta, dando como resultado un tramo final más atropellado de lo deseado.
6 comentarios:
Rector- Qué buenos recuerdos nos estás regalando últimamente con tus análisis! No cabe duda de que "Night of the demons" es un título tan mítico como lo están siendo tus críticas sobre clásicos, qué miedo cuando tengas que volver a la cruda realidad!!! ;)
"Night of the demons" es lo que es, una serie B creada para noches con colegas, fiestas de halloween, o parejas a las que les gusta darse un respiro del día a día, viendo clásicos que les llenen de nostalgia y buen rollo. Ahí tenemos a la cachonda "Nigt of the demons" para traernos los demonios y poco más, pues como comentas, el guión es típico y tópico a más no poder y las actuaciones, son para mear y no echar gota, pero ¿quién puede resistirse a la diversión que provoca algo con tan pocas miras como esta película? A veces el culto es así, surge de las cosas simples porque son las que hacen disfrutar.
Como amante de los pintalabios debo reconocerme como fan absoluta de cierta secuencia, como amante de las posesiones demoniacas estilo Regan Macnill me declaro fan de estos demonios que ponen los pelos de punta, y como fan máxima de Rodger y su nivel dios de escapismo, puedo decir que no se puedo sonreí más con cada aparición.
Desde luego no es una película de 10, quizás yo le robaría incluso media estrellita a tu puntuación, pero está claro que no defrauda y que no ha envejecido mal, pese a esa horrible calidad del bluray, que hace que quieras insertarte un sonotone en lo más profundo del oído.
Saludos
Missterror, después del mal sabor de boca que nos dejó "Inferno", hacia falta apostar sobre seguro en un divertimento tan pueril pero también tan seguro como este. Y aunque me sigo quedando con el remake de Gierasch (por más raro que pueda sonar), la cinta ochentera es un plato que difícilmente defraudará a cualquier amante de la serie B.
Y no es por nada, pero además del parecido a nivel de maquillaje con la citada Regan, debo decirte que la influencia de tu "querido" Raimi, también es bastante palpable en todo lo que tiene que ver con los demonios del filme ;)
Veremos si la secuela, nos da ls mismas alegrías.
Saludos.
"Night of the demons" queda algo lejana en mi memoria. No la he vuelto a ver, y recuerdo más las veces que merodeé en el videoclub cerca de aquella carátula que la película en si. Probablemente porque visualmente era de las más directas y todavía tenía la capacidad de tomármela medio en serio. Como aquellas portadas de "Fright night", "Evil dead II", etc
Gracias Rector, cómo disfruto de estos repasos ochenteros.
Negro, la cultura de videoclub, nos ha grabado a fuego ciertas portadas en la memoria. No cabe duda de que la de "Night of the Demons" es una de las más ilustres, al igual que las que citas. Estoy seguro, que incluso hay algunas de ellas, que ni hemos visto pese a creer haberlo hecho y es precisamente, por culpa de dichas portadas.
En mi caso, hay una de esas portadas que siempre me han acompañado, siempre cogía el papelito de "libre" en el videoclub y al final, siempre la terminaba dejando por otra. Esa película es "Shock Waves" de Ken Wiederhorn, Mi película maldita... pero que gran portada :)
Un placer escribir sobre este tipo de películas y un placer que tu las leas y las disfrutes.
Saludos.
Me ha parecido muy aburrida, en la línea de "El convento del diablo". Espero el remake sea mejor.
Chupasangre, el remake es algo más movido, más videoclipero, pero en esencia, es bastante similar. Y aunque esta no te haya hecho mucho tilín, yo para nada descartaría su divertidísima secuela dirigida por Brian Trenchard-Smith, una auténtica locura.
Saludos.
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