lunes, 14 de octubre de 2019

Crítica: Vivarium

Seguramente, dos de las experiencias más estresantes (y desafiantes) a las que hoy puede verse sometida una persona sean por un lado, la búsqueda de una vivienda (si puede ser digna, mejor) y por el otro, la irrupción de un hijo en su vida. El director Lorcan Finnegan abraza ambos terrores modernos y los materializa en este curioso aglomerado que oscila entre el terror, la comedia y la ciencia ficción titulado “Vivarium”, segundo trabajo del cineasta y segunda incursión en el género tras su ópera prima “Without Name” (2016).


“Finnegan propone al espectador un viaje guiado solo de ida hacia lo absurdo en una descerebrada hipérbole sobre los anhelos y las esperanzas”


La película nos adentra en un enrarecido universo que bebe directamente del mítico serial televisivo “La Dimensión Desconocida” (“The Twilight Zone”) y que por ejemplo hoy, perfectamente podría tener cabida en “Black Mirror”, la popular serie distópica de Netflix sobre nuevas tecnologías y su impacto en las sociedades.

Finnegan propone al espectador un viaje guiado solo de ida hacia lo absurdo en una descerebrada hipérbole sobre los anhelos y las esperanzas de una vida idílica que hace buena aquella idea de que si algo parece demasiado bueno como para ser verdad, lo más seguro es que no lo sea. Pero no importa, en “Vivarium” lo imposible y el sin sentido son una constante, un pulso intrínseco del relato gracias al cual es muy sencillo dejarse arrastrar hasta su juego y hacernos partícipes pese a que en el fondo, hay muy poco de original en él y la gran mayoría de situaciones a las que el espectador es sometido, ya las ha experimentado antes, realidad que termina por restarle una importante parte de impacto al relato y a lo que de manera muy inteligente, el director responde haciendo buen uso del sentido del humor para hacernos conectar con la historia una vez esta ya ha mostrado todas sus cartas, algo que no tarda mucho en suceder.


“El minimalista reparto de la película (muy acorde con su aséptica puesta en escena) representa lo mejor pero también lo peor de la propuesta”


En este sentido, la inclusión en el relato de ese otro terror al que hacía referencia, la llegada de una nueva vida a nuestro universo, más cuando esta llega, como se suele decir coloquialmente, de penalti, representa todo un soplo de aire fresco para la historia y al mismo tiempo, la perfecta veta de oro gracias a la cual explotar toda esa vertiente cómica de la película, que a la postre, será la que termine sustentándola una vez que el resto de artimañas del guion hayan dejado de resultar efectivas.

El minimalista reparto de la película (muy acorde con su aséptica puesta en escena) representa lo mejor pero también lo peor de la propuesta. Imogen Poots (premio a la mejor interpretación femenina en este Sitges 2019), quien empieza a ser toda un habitual en el género tras su participación en cintas como “28 Semanas Después” (Juan Carlos Fresnadillo, 2007), el remake de “Noche de Miedo” (Craig Gillespie, 2011), “Green Room” (Jeremy Saulnier, 2015) o "Sweet Virginia" (Jamie M. Dagg, 2017) carga sobre sus espaldas con buena parte del peso interpretativo del filme si tenemos en cuenta todo lo insípido que nos depara el trabajo de su compañero de reparto, un apático Jesse Eisenberg que da la sensación de que pasaba por allí y que en ningún momento consigue conectar con el resto de vasos comunicantes pese a estar en un escenario a priori, idílico para él si echamos un vistazo a una filmografía donde predomina la comedia sobre todo lo demás. El pequeño Senan Jennings es el tercero en discordia y el otro gran baluarte del show, el más fiable socio de empresa de Poots y el mejor material conductor del reverso más surrealista y el material más cómico del filme... al menos para aquellos que no tenemos hijos.


“Vivarium se queda por tanto algo lejos de las propias expectativas que el filme genera en su adictivo primer tercio”


Por desgracia, el sentido del humor no siempre consigue tapar las carencias de un guion que llegados a cierto punto termina haciendo el resto del recorrido con la lengua fuera, tornándose repetitivo y algo intrascendente pasado su meridiano y que solo consigue levantar algo el vuelo en un tramo final que aunque sin alardes, sorpresas ni más respuestas de la cuenta, sí consigue transitar de forma más o menos satisfactoria hacia uno de esos desenlaces tan propios de este tipo de propuestas.

“Vivarium” se queda por tanto algo lejos de las propias expectativas que el filme genera en su adictivo primer tercio. Una película irregular que combina grandes momentos con otros un tanto descafeinados y que termina dependiendo en exceso de la eficacia de unos fogonazos de humor que funcionan a modo de oportuna cortina de humo con la que disimular las vergüenzas de un guion estirado y falto de ideas y del pesado lastre que supone en esta ocasión la presencia de Jesse Eisenberg. Con todo y pese a la pequeña decepción personal, una propuesta disfrutable en su conjunto, con momentos muy divertidos, una solvente Imogen Poots y que incluso puede dar para alguna que otra reflexión sobre las relaciones de pareja.

Lo mejor: Su primer tercio, pese a lo previsible, es “droja” pura. Imogen Poots.

Lo peor: El resto de la historia va perdiendo fuelle exponecialmente. Jesse Eisenberg.


2 comentarios:

Missterror dijo...

Comparto bastante tu visión de la película. El arranque de "Vivarium" me pareció exquisito. Todas las hipótesis que se construyen alrededor de la casa, ese niño tan creepy que molaba hasta el infinito, la credibilidad de Imogen Poots, ese escenario tan esterilizado, la duda constante...Buenas cualidades que llegados a la mitad de la película, se alargan tanto sin dar nada a cambio, que van provocando un desinterés gradual hasta el final, que si bien tiene elementos para haber retomado el entusiasmo, no lo consigue porque se hace cansino y caótico.
Pero claro, para cansino Jesse Eisenberg. Qué cruz de actor!!

Una pena, porque apuntaba muy muy alto.

Saludos.

El Rector dijo...

Missterror, una pena que con tales elementos (en especial la relación entre los forzosos padres y "su" retoño"), el nudo de la acción quede un tanto descafeinado, tanto, como para terminar generando no se si aburrimiento, pero sí cierta indiferencia.

El final otro galimatías de cuidado que no se sabe muy bien hacia donde quiere ir, que al menos al final, tiene ese giro tan guasón y tan propio de este tipo de relatos imposibles a lo "The Twilight Zone".

Me pasó un poco como con "The Lodge", le falta ese "algo" para ser una película mucho mejor de lo que ha terminado siendo.

Menuda seta el Eisenberg… tampoco descubrimos la pólvora.

Saludos.

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