Crítica: Jaula

KRUEGER NOS HABLA SOBRE LA SEGUNDA ENTREGA DE THE FEAR COLLECTION, TRAS LA CONTROVERTIDA VENECIAFRENIA

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Hace mucho tiempo que los seres humanos perdimos nuestra libertad. De un modo u otro, todo hijo de vecino se encuentra sometido por las limitaciones del alma, la mente, el corazón o el bolsillo. Da igual la forma que este monstruo decida adoptar: desde la literalidad de una cárcel física hasta la simbólica de una hipoteca. Todo nos atrapa: las obligaciones, la enfermedad, una pareja rota, un matrimonio falso, un trabajo de mierda para pagar cosas que nos llenen un rato el vacío interior, la tiranía de la opinión (escupida más que razonada) y de la imagen. Somos cautivos desde la báscula hasta la polarización en forma de like. La información no nos hizo libres, si acaso nos hizo más estúpidos. 

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“Como Tatay se adapta a lo que requiere cada fragmento de la historia es digno de aplauso, a pesar de ciertos recursos que no terminan de convencerme” 

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La idea de estar encerrados vertebra la notable opera prima de Ignacio Tatay, “Jaula” (Ignacio Tatay, 2022), debut que constituye la segunda entrega de The Fear Collection, después de la controvertida “Veneciafrenia” (Álex de la Iglesia, 2021) y no podrían ser obras más diferentes: lo que en aquella era fanfarria visual, aquí es sutileza y contención. El género puro y duro (mezclado con mayor o menor acierto) da paso a un thriller que simplemente coquetea con tropos del terror, para terminar yendo por otros derroteros. 

El principal acierto de Tatay es que su película engloba dos obras dentro de su metraje. Y con la mano en el corazón, podríamos decir que ambas son bastante convencionales si las visionamos por separado; pero es en la mezcla entre ambas donde se encuentran los aciertos de la propuesta. El cambio es más brusco de lo que me hubiera gustado, pero reconozco que reactiva el interés del espectador en el momento justo: cuando una de las premisas no lleva, ya, a ningún sitio. Como Tatay se adapta a lo que requiere cada fragmento de la historia es digno de aplauso, a pesar de ciertos recursos que no terminan de convencerme, como esa cámara en mano que rompe la elegancia de la propuesta y el segmento “Rashomon” (Akira Kurosawa, 1950), que, aunque explicativo para lo que podrían ser agujeros de guion, resulta prescindible por puro reiterativo. 

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“Si la labor tras las cámaras de Tatay sorprende por la sobriedad en la ejecución y en la planificación, sería injusto no dedicar todas las alabanzas posibles al entregado reparto” 

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Una pareja encuentra, en mitad de la noche, a una niña deambulando por la carretera. Tras evitar un accidente, acuden con la chiquilla al hospital. Tras descubrir que la infante presenta un comportamiento irracional, con arrebatos violentos incluidos, si no se encuentra dentro de un segmento delimitado por trazos pintados con tiza en el suelo, deciden llevársela a su casa (¡Ay ese guion…!), para intentar conectar con ella y desentrañar que cojones pasa con la jaula de tiza. A continuación, esa jaula se va “apoderando” de los distintos personajes, llevándoles a sus propias prisiones, al mismo tiempo que intentan resolver el misterio de la pobre criatura. 

Me atrevería a decir que Tatay es fan del primer Balagueró, aquel que nos voló la cabeza con la imprescindible “Los Sin Nombre” (Jaume Balagueró, 1999); al menos yo he visto mucho de la adaptación del libro de Rampsey Cambell en “Jaula”, tanto visualmente, si nos atenemos a la paleta de colores y a esa fotografía totalmente oscura y desasosegante, como temáticamente, si analizamos el mal en su más pura expresión. No interesa profundizar en más puntos de conexión, ya que es “Jaula” una película de la que evitar spoilers es bastante recomendable. 

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“todas mis esperanzas puestas en The Fear Collection; con sus más y sus menos, por ahora llevan dos de dos” 

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Si la labor tras las cámaras de Tatay sorprende por la sobriedad en la ejecución y en la planificación, sería injusto no dedicar todas las alabanzas posibles al entregado reparto: solo hace falte leer algún entrevista para ver la intensidad con la que Elena Anaya se entrega al papel, haciendo un auténtico tour de force, que sorprende dado lo poco que se ha prodigado en el género, más allá de la lejana “Frágiles” (Jaume Balagueró, 2005). Pablo Molinero hace lo que puede frente al excelente trabajo de Anaya, aunque es cierto que el guion es menos agradecido con su personaje que con el de su compañera. Pero es que los secundarios, por muy secundarios que parezcan ser, son de escándalo: Eva Llorach, Carlos Santos, etc. 

“Jaula” consigue, al menos si la ves acompañado, si no parecerás un puto loco, que al salir del cine charles sobre lo que has visto. Y no necesita recurrir a peonzas que no sabemos si caerán o no, o a sueños dentro de sueños: se limita a plantarnos en la cara la mugre y la inmundicia de la que somos capaces como seres humanos. Es posible que los pájaros sean los que deben salir de la jaula y nosotros los que debamos pudrirnos dentro de una. Para finalizar, todas mis esperanzas puestas en “The Fear Collection”; con sus más y sus menos, por ahora llevan dos de dos y la inminente “Venus” (Jaume Balagueró, 2022), que será presentada en Sitges, augura un más que posible hat trick.