KRUEGER NOS HABLA SOBRE LO NUEVO DE JOHN R. LEONETTI, DIRECTOR DE LA INFAME "ANNABELLE" Y PROTAGONIZADO POR OONA CHAPLIN
Los caminos del señor, así como los recovecos de la mente, son inescrutables. Pongo en situación: había echado una jornada de cine estupenda, viendo en pantalla grande “Terrifier 2” (Damian Leone, 2022), constatando que mi amor por ella no fue cosa del hype, ya que es un slasher divertidísimo. Regresé al hogar y pensé ¿Cómo puedo cerrar tan gloriosa tarde? ¿Recurro a algún clásico que se que no va a defraudarme, como “Ghoulies 3: Los ghoulies van a la universidad” (John Carl Buechler, 1991)? ¿O mejor me pongo al día con alguna de esas joyas que tengo pendientes como “Infinity Pool” (Brandon Cronenberg, 2023)? Pues ninguna de las dos opciones, ya que en ese momento, no se debido a qué estúpida conexión cerebral que desconozco, decidí joderme la vida viendo un producto tan execrable como “Lullaby” (John R. Leonetti, 2022).
“somos ese tipo de gentuza que va a seguir pagando Planet Horror, aun sabiendo que cada nuevo visionado de la plataforma nos va a quitar mínimo un par de años de vida”
Reconozco que fue totalmente mi culpa, ya que Leonetti había plagado mi camino no de baldosas amarillas, pero sí de red flags grandes como la copa de un pene. Una portada de videoclub chunga de mediados de los dosmiles, una escalofriante ausencia de críticas en internet de la cinta, el hecho de que digan del director de “Annabelle” (John R. Leonetti, 2014) como si eso fuera algo bueno… pero es que los aficionados al género somos así; somos ese tipo de gentuza que va a seguir pagando Planet Horror, aun sabiendo que cada nuevo visionado de la plataforma nos va a quitar mínimo un par de años de vida (de salud mental prefiero ni hacer el cálculo…). En el fondo, somos gente que derrocha un inabarcable optimismo.
“Lullaby” es un ejemplo, totalmente anodino y risible, de terror sobrenatural con maternidad mediante. Los guionistas hacen un tremendo trabajo, a la hora de tirar por tierra cualquier interés que pudieran suscitar conceptos tan interesantes como Lilith, Lilim o niños muertos sustituidos por golems de piedra. Ese exotismo, que destacaba en mi crítica de “The Offering” (Oliver Park, 2022), parece en “Lullaby” un añadido porque sí, simplemente como una excusa para poder sacar a los monstruos. El guion es tan tan torpe que recurre a un personaje que ha pasado por un trauma, de forma muy muy reciente, como elemento externo de ayuda. Esta triquiñuela, con trampa, nos obliga a comulgar con la siguiente idea: oye, como has perdido un bebé recientemente, que está el trauma aun calentito, ¿No te importará echarme una mano con mi situación, idéntica a la tuya? La mejor forma de superar un bebé muerto (o raptado por una entidad demoníaca) es enfrentarse a la posibilidad de un segundo muerto o raptado. Ese es el nivel amigos.
“Desaprovecha cualquier posibilidad de ofrecer un material atractivo, como ese libro mezcla de The Babadook y tradiciones hebreas, para quedarse en lo superficial”
Si el prólogo, con un escalofriante uso del CGI cuyo empleo parece las versiones beta de Gollum, no os pone en alerta, quizás lo hagan los siguientes veinte minutos, en los que el diseñador de sonido decidió plagar la película de constantes llantos de un bebé, aspecto que reafirmó mi decisión de no traer descendencia a este mundo. Si no fuera suficiente con esos irritantes quejidos, el diseño sonoro también nos trae la sorpresa de los ruidosos graznidos de un loro, porque ¿Qué matrimonio recién mudado no tiene un loro ruidoso como mascota? Llevas media hora de película, has visto un cochambroso CGI, un monstruo que no da miedo (lástima del maquillaje) y has sufrido una mezcla de llantos/sonidos de loro que te han puesto la cabeza como un bombo, pero Leonetti aún tiene más…
“Da pena ver a Oona Chaplin en un papel y una producción tan simplista y pobre. Lilith no se merece una película así”
Por norma suelo evitar escribir sobre películas que no me han gustado nada. Me resulta mucho más satisfactorio comentar lo que me ha entusiasmado que lo que me ha desagradado horrores, pero a veces hay que sacar los esqueletos del armario. “Lullaby” es una mierda. Desaprovecha cualquier posibilidad de ofrecer un material atractivo, como ese libro mezcla de “The Babadook” (Jennifer Kent, 2014) y tradiciones hebreas, para quedarse en lo superficial.
Es mala, pero no es divertida, al tomarse a sí misma demasiado en serio. La realización es totalmente plana (solo destaca la secuencia de las velas) y el clímax final, donde el diseño de producción debería haber echado el resto, es terriblemente feo estéticamente hablando, quedando el resultado más cerca de un videoclip de power metal que de un infierno plagado de niños muertos. Da pena ver a Oona Chaplin en un papel y una producción tan simplista y pobre. Lilith no se merece una película así, aunque no todo es negativo, al igual que en “The Offering”, sale un rabino macarra, con muy mala virgen, que escucha rock y va plagadito de tatuajes. En esa secuencia, descacharrante, se encuentra la película que “Lullaby” debería haber sido y no la basura que he tenido a bien tragarme a dos carrillos. Avisados quedáis.
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