Crítica: Insidious

Ha llegado la hora de salir del armario y de ganarme unos cuantos miles de enemigos. Lo reconozco, nunca me ha gustado la saga “Saw”, tolero la primera entrega por la novedad y tal, pero las secuelas las encuentro potencialmente nocivas para la salud y jamás he llegado a comprender como han podido cosechar semejante legión de seguidores. Tres cuartos de lo mismo me ocurre con “Paranormal Activity”, popularidad al margen y en mi humilde opinión, uno de los peores exponentes del emergente y omnipresente subgénero del “mockumentary” o falso documental. Así que no parece muy difícil de entender que “Insidious”, la nueva película de James Wan, padre de aquella primera “Saw” y principal culpable de que nos hayan atormentado durante años con sus seis infames continuaciones (aunque en su descarga y todo hay que decirlo, también hay que reconocer que nos regaló la divertida “Silencio Desde el Mal”), escrita por Leigh Whannell (guionista habitual de la susodicha saga) y producida por la misma gente de “Paranormal Activity”, no me pusiera a priori, especialmente cachondo a pesar de las buenas palabras que le dedicaron algunos buenos amigos del blog (además de ser mi propia hermana y cuñado no oficial respectivamente) que tuvieron la oportunidad de verla en la pasada edición del festival de Sitges y que al igual que otros muchos, salieron encandilados de la experiencia.

“Insidious” nos transporta hasta el seno de los Lambert, una feliz familia de clase media compuesta por Josh, Renai y sus tres hijos que acaban de mudarse a una estupenda nueva casa (de esas que los pobres mortales solo vemos en las películas y que por lo que parece, en Estados Unidos pueden costearse con el sueldo de un simple profesor de escuela). Pero al igual que en la vida real, la felicidad no dura mucho y la desdicha se cierne sobre la familia cuando Dalton, uno de los hijos y después de sufrir un misterioso accidente doméstico, queda sumido en un profundo estado de coma. A partir de este momento, comienzan a sucederse una serie de extraños fenómenos en la casa, lo que lleva a los Lambert a la decisión de mudarse de nuevo al creer que en su hogar habita algún tipo de fuerza sobrenatural. Cual será su sorpresa cuando después de la mudanza, sigan experimentando los mismos fenómenos y una medium les revele que el problema no está en la casa, sino en su hijo.

Como se puede ver nos encontramos ante la típica película de casa embrujada (véase “Exorcismo en Connecticut” o “Dark House”), de hecho las influencias de clásicos como “Poltergeist” son evidentes en la nueva obra de Wan, quien también toma elementos como no podía ser de otra forma, del cine oriental de fantasmas para dar forma a un producto que dentro de su naturaleza de compendio de títulos e influencias, intenta aportar su punto de originalidad tratando un tema que curiosamente no ha sido demasiado explotado dentro del género como es el de los viajes o proyecciones astrales (ahora mismo me viene a la cabeza aquella “Asesino del Mas Allá” protagonizada por Jeff Goldblum que tocaba algo sobre el tema), así como la creencia de que cuando el alma abandona el cuerpo físico, este se convierte en un receptáculo vacío susceptible de ser ocupado por otro ente que deambule por el lugar. Este es el punto diferencial de “Insidious” con respecto a otros títulos similares y también su mayor atractivo pese a que a la postre, la estructura narrativa del filme, no se aleja demasiado de los cánones marcados por el subgénero.

“Insidious” no es ninguna superproducción, eso hay que tenerlo claro antes de encarar su visionado para ahorrarse mas de una decepción, aquí no hay bombásticos efectos especiales con los que disimular otro tipo de carencias como suele ocurrir habitualmente en el cine de terror americano. Wan utiliza un presupuesto muy ajustado para plasmar esta terrorífica en sus inicios historia y suplir la relativa falta de medios con una fabulosa atmósfera y una sobria dirección (virtudes que ya pudimos comprobar en “Silencio Desde el Mal”), tirando también mucho de efectos sonoros para incomodar al espectador en una primera mitad de película muy absorbente y potencialmente terrorífica, con una fantástica Rose Byrne (“28 Semanas Después”) como perfecto catalizador de todas estas emociones y un buen puñado de sustos al mas puro estilo “Paranormal Activity” que funcionan bastante bien pese a lo manido del asunto.

El principal problema de “Insidious” llega en su segundo tramo, es ahí donde el filme comienza a desdibujarse y a tirar por tierra gran parte del trabajo realizado hasta ese momento, rompiendo todo el aura de misterio, misticismo y “seriedad” cuando se le pone cara y ojos al hasta ese instante, etéreo y desconocido mal que solo se intuía gracias a los sutiles detalles muy bien utilizados. Aquí se nota que no hay pasta cuando descubrimos que el mas allá apenas esta poblado por tres o cuatro pintorescos personajes, la vieja del velo negro que hemos visto hasta en la sopa en las imágenes promocionales, un diablillo que es una mezcla entre un Drag Queen y el Sith de “Star Wars: La Amenaza Fantasma” y algún que otro rufián metiendo cizaña. Poco bagaje para un supuesto punto álgido demasiado falto de pegada que no está a la altura de las circunstancias.

El peso de este tramo de viajes astrales de aire onírico, con el marco de fondo de una sesión de espiritismo guiada por la medium de turno, tal y como hiciese en su día la gran Zelda Rubinstein en “Poltergeist”, recae en esta ocasión en Lin Shaye, conocida por todos por su papel de abuela cachonda de “2001 Maniacs” y su secuela, “2001 Maniacs: Field os Screams”, quien toma el relevo de Rose Byrne al mando de las operaciones en este descafeinado acto final, donde incluso hay cabida para la inclusión de algunos toques de humor negro que tampoco terminan de digerirse del todo bien.

Conclusión, “Insidious” es una película entretenida de principio a fin, eso que nadie lo dude. El principal problema es que su primera mitad presagiaba algo mucho mas grande de lo que al final termina siendo, con una atmosfera envidiable, gran dirección (atención a la gran cantidad de detalles a la hora de jugar con la cámara) un manejo del concepto “terror” magistral por parte de un James Wan que huye de los efectismos visuales que el mismo patentó con “Saw” para acercarse de una forma mas introspectiva al género y el acierto de manejar la misma historia y los mismos tópicos de siempre desde una perspectiva algo mas fresca y personal. Buenas interpretaciones, tanto del tándem protagonista compuesto por Rose Byrne y Patrick Wilson (el búho nocturno de “Watchmen”) como del elenco de secundarios y algunos sustos muy bien paridos.

Por el contrario, una segunda mitad que no casa para nada con la sobriedad de sus inicios, mas cercana a la serie B casposilla (y lo digo con cariño) de títulos como por ejemplo, “The Gravedancers” o la propia “Dark House”, que en otras circunstancias se podría tomar como algo positivo, aquí se convierte en un lastre demasiado pesado a la hora de hacernos cambiar el chip de una manera tan drástica. Toques cómicos fuera de lugar, algunas caracterizaciones poco acertadas y un desenlace no demasiado avispado terminan de enturbiar un título que expectativas a parte, sin duda gustará en mayor o menor medida a los amantes del royo paranormal, fantasmas orientales y casas embrujadas. Yo me esperaba más.