El “giallo” (palabra italiana que en español significa amarillo) es un (sub)género cinematográfico originario de Italia en el que se entrecruzan el “thriller”, -bien en su vertiente psicológica, bien en la policíaca- y el género de terror más o menos escabroso.
El padre del “giallo” es Mario Bava, un influyente director de cine italiano que tiene en su haber películas muy conocidas por el aficionado al género como por ejemplo: ‘La máscara del demonio’ (‘La Maschera Del Demonio’, 1960), ‘Las tres caras del miedo’ (‘I Tre Volti Della Paura’, 1963) o ‘Bahía de sangre’ (‘Reazione A Catena’, 1971).
El género “giallo” tuvo su máximo apogeo durante las décadas de los 60 y 70, pero numerosas películas adscritas al género han continuado surgiendo hasta nuestros días. Precisamente, uno de sus máximos exponentes, Dario Argento, director de películas tan conocidas como, ‘El pájaro de las plumas de cristal’ (‘L’uccello Dalle Piume Di Cristallo’, 1970) o ‘Suspiria’ (‘Suspiria’ ,1976), realizó el año pasado –y a modo de autohomenaje, algunos dirán autoplagio- una película protagonizada por Adrien Brody y Elsa Pataky titulada... ‘Giallo’ (‘Giallo’, 2009).
Pues bien, ‘Los ojos de Julia’ (‘Los ojos de Julia’, 2010) es ni más ni menos que eso, es decir, una cinta que nos retrotrae a aquellas películas (hasta el título parece ser un homenaje a ese tipo de cine) en las que siempre había un misterio que resolver, aderezado con muertes rocambolescas (y muy sangrientas), un/a protagonista normal y corriente envuelto/a en circunstancias extraordinarias, y un asesino perturbado que dice tener motivos para hacer lo que hace (que no es nada bueno).
Hace aproximadamente una década que el cine español mejoró considerablemente el aspecto técnico de sus propuestas, una cuenta pendiente que le ha estado pasando factura durante mucho tiempo haciendo que el público no acudiera a las salas: ¿quién no se ha quejado alguna vez del sonido que tenían las películas españolas?
Por fortuna eso ha cambiado, y ahora, las cintas españolas poseen un acabado visual y sonoro que no tiene nada que envidiar al de ninguna otra cinematografía.
Y eso es precisamente lo que más destaca de la película dirigida con eficacia por Guillem Morales y protagonizada por Belén Rueda, -por cierto en un papel muy físico y muy difícil de componer, del cual Belén sale totalmente victoriosa dando todo un recital de buen hacer-.
El director sabe cómo crear tensión, tiene talento para mover la cámara, es capaz de componer planos de gran belleza plástica y no tiene ningún tipo de complejo a la hora de mostrar soluciones narrativas y visuales para llevar al espectador a su terreno.
Por lo tanto, una vez más se ha demostrado que en España se pueden realizar obras cinematográficas muy cuidadas técnica y artísticamente, pudiendo competir en el mercado internacional con cualquier propuesta de cualquier nacionalidad.
En una frase: es tan efectiva y está tan cuidada como ‘El orfanato’ (‘El orfanato’, 2007).
Lo que más me ha gustado: su trabajado envoltorio, Belén Rueda y el (sangriento) final.
Lo que menos me ha gustado: las partes más melodramáticas.
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