Crítica: El Terror Llama a su Puerta

Haciendo un símil baloncestístico, diríamos que aunque a ojo del profano, meter diez canastas pueda parecer siempre mejor que meter cuatro, la realidad es que no tiene porque ser así necesariamente, pues otras consideraciones del juego aparte, meter diez canastas de veinte intentos, no es mejor que meter cuatro de cuatro. Y aunque la estadística, tanto en el deporte como en la vida, no lo es todo, al final, los números no engañan. Y si hablamos de buenos números y de mejores porcentajes, hablar de Fred Dekker, es hablar de éxito, un éxito fugaz si se quiere, pero de éxito al fin y al cabo.

La carrera de este fanático de los cómics nacido en San Francisco allá por 1959, es tan escueta como brillante. Como director, tan solo ha dirigido tres películas y un episodio de “Historias de la Cripta” (“Tales From the Crypt”) entre 1986 y 1993. Tras su brillante debut con la película que nos ocupa, Dekker firmó detrás de las cámaras la estupenda y mítica “Una Pandilla Alucinante” (The Monster Squad”, 1987) y en 1993, la que a día de hoy es su última obra: “Robocop 3”, que pese a no estar al nivel de las dos anteriores entregas del policía de metal (cosa realmente complicada, al hablar de dos películas que rozan la excelencia), no deja de ser una dignísima secuela de aquellas.

Como guionista, tampoco se queda en papel mojado el currículum de este hombre, pues el mismo año que se puso tras la cámara de su debut como cineasta, firmó el libreto de la gloriosa “House, Una Casa Alucinante” (“House”, Steve Miner, 1986) y haría lo propio con la secuela del año siguiente “House 2: Aun Más Alucinante” (“House 2: The Second History”, Ethan Wiley, 1987), para luego, además de guionizar todas sus películas, hacer lo propio con un buen puñado de capítulos de “Historias de la Cripta”. A día de hoy, Dekker, tras trabajar en algunos episodios de “Star Trek: Enterprise”, tiene previsto su regreso a primera fila del género por la puerta grande, pues será el encargado de dar forma al guión de la nueva y esperada entrega de la saga “Depredador” en “The Predator” de Shane Black que tiene previsto su estreno para algún momento del 2018.

“Night of the Creeps”, rebautizada en territorio español como “El Terror Llama a su Puerta” en una de las traducciones más bochornosas e incoherentes con el título original de la obra, que se haya engendrado jamás (y eso que la lista es tan larga como amarga), es para muchos aficionados al terror entre los cuales me incluyo sin ningún lugar a dudas, uno de lo títulos más míticos de los ochenta, y también, una de las obras que más se ha quedado grabada en la retina del terror adicto de aquella cosecha maravillosa e inigualable de 1986, donde compartió culto con títulos emblemáticos y atemporales como “La Mosca” (“The Fly”, David Cronenberg, 1986), “Aliens: EL Regreso” (“Aliens”, James Cameron”, 1986), “Poltergeist 2: El Otro Lado” (“Poltergeist 2: The Other Side”, Brian Gibson, 1986), “Critters” (“Critters”, Stephen Herek, 1086) o “Re-Sonator” (“From Beyond”, Stuart Gordon, 1986) por poner algunos de los ejemplos más erotizantes.

Para quien no sepa a estas alturas de que va el tinglado, recordar que la trama gira entorno a una misteriosa criatura caída del espacio en un recipiente de laboratorio, enviada por un científico (terrorista) alienígena a la tierra. Dicho gusano, tras permanecer durante años en un cuerpo congelado por el gobierno y guardado para estudio en un laboratorio secreto, será liberado por accidente en el campus por dos estudiantes al intentar cumplir una prueba para entrar en una fraternidad. La criatura, es un parásito que convierte a su huésped en zombie y se reproduce en su cerebro.

Del espacio, han llegado mil y una amenazas que han ilustrado mil y una películas de terror y en especial, mil y un coitos de serie B. “La Cosa: El Enigma de Otro Mundo” (“The Thing”, John Carpenter, 1982), “La Noche del Cometa” (“Night of the Comet”, Tom Eberhardt, 1984) o “La Invasión de los Ultracuerpos” (“Invasion of the Body Snatchers”, Philip Kaufman, 1978), los más memorables. “El Terror Llama a su Puerta” coge el testigo de todos aquellos ancestros para recibir un nuevo terror llegado de las estrellas. No se queda ahí, pues la cinta de Dekker coge un poco de aquí y un poco de allá y también mama del cine zombie, así como de la enfermiza obsesión del género por meternos bichos viscosos por cualquiera de los orificios de nuestro cuerpo y si hablamos de obsesiones y de orificios, hay que hablar por supuesto, de Cronenberg y de su “Vinieron de Dentro De...” (“Shivers”, 1975), una de las primeras películas de terror que consiguieron disminuir considerablemente en su momento, el diámetro de mi virginal ano.

Con todas estas influencias metidas en la coctelera, aderezado con unas gotitas de humor tan propias de la época y con un buen puñado de tópicos sobre las miserias de la adolescencia y al tiempo, sobre los complicados entresijos de ese microsistema ajeno a la realidad que es la vida en el campus universitario, Dekker dar forma a una película deliciosamente previsible donde no falta ni uno solo de los estereotipos de la serie B de terror de corte más teenager. Una galería de personajes de manual que no hacen más que lubricar el ahora sí, placentero viaje entre las jugosas y deslizantes entrañas de esa bestia del entretenimiento que es su ópera prima. Terror, ciencia ficción y pseudo comedia sin más pretensión que la de hacerle pasar un buen rato al amante del fantástico de todas las edades y de todas las ideologías, algo que ha demostrado a lo largo de toda su breve filmografía, en ese afán por contentar a todos los jugadores de la partida.

“El Terror Llama a su Puerta” (al igual que el resto de sus películas), no es un título especialmente desagradable ni restrictivo con ningún tipo de público, de hecho, utiliza un tono muy desenfadado que sin llegar a adentrarse en los terrenos de la comedia, si otorga a la obra de ese toque teenager erótico festivo que la aleja de muchas de las cintas de las que bebe de intenciones mucho más macabras. Aquí no se trata de pasarlo “mal”, sino de dejarse llevar por la dulzura de un brebaje que pasa muy bien por el gaznate, sin duda, uno de los elementos principales por los que es una película tan recordada por el aficionado, incluso por aquel de corte más ocasional.

Aun así, pese al filtro para todos los públicos, la película no escatima en efectos especiales e incluso se destapa con alguna que otra festividad goreniana que invita a levantarse del rincón de los raros y saltar a la pista de baile, aunque no es la vista, el sentido del espectador que más interés tiene Dekker en estimular, pues la mayoría de homenajes del filme vienen camuflados entre las lineas del libreto (suyo, por supuesto), el cual está plagado de guiños y susodichos homenajes al género, por lo que no es raro, nada raro, por ejemplo, comprobar las continuas menciones a grandes cineastas del terror como Carpenter, Raimi, Hooper o Miner, a modo de apellido de diferentes personajes. Amén de algún que otro guiño más gráfico, como aquellos ojos del viajero de la noche desorbitándose en “Mad Max” (George Miller, 1979) que aquí también ilustran una de las secuencias más míticas de la película, el accidente del autocar de los galanes.

Y hablando de guiños al género, destacar también la presencia en el reparto de una eminencia de la serie B como es Tom Atkins. El actor, que participara de la mano de John Carpenter en cintas como “La Niebla” (“The Fog”, 1980) o “1997: Rescate en Nueva York” (“Escape From New York”, 1981), así como en una cantidad obscena de títulos de terror, encarna a aquí a uno de esos personajes para el recuerdo en las carnes del detective Ray Cameron, arquetipo del agente de la ley atormentado por su pasado que tendrá una segunda oportunidad de hacer las cosas bien, eje principal sobre el que gira el filme, sirviendo como nexo entre las dos lineas temporales del mismo. Y por supuesto, las frases más emblemáticas de la cinta, salen de su boca. ¿Como olvidar a Sparky y Alfalfa?

“El Terror Llama a su Puerta” es pues, uno de esos pedacitos de nuestra terrorífica adolescencia que merecen ser revisionados y que a día de hoy, mantiene intacta toda la esencia que ya consiguiera conquistarnos hace treinta años. Más ahora, con la reciente edición de la película en alta definición, excusa perfecta para dejarnos meter por la boca, alguna de esas cosas largas, calientes y viscosas que nos comen el coco y nos hacen hacer cosas raras... sí, ha sonado un poco raro, lo se. Pero hacedme caso, esta vez, no hay peligro alguno de mancillar aquel entrañable recuerdo de adolescencia, la película de Dekker ha sobrevivido perfectamente al paso de los años y tiene bastante mejor sabor, que muchas de las cosas que nos llevamos a la boca hoy en día... vale, eso también ha sonado raro... supongo que tanto gusano en el cerebro, lo dejan a uno más lerdo de la cuenta.

Lo mejor: Lo bien que ha envejecido una película que es todo un homenaje, “in situ”, al aficionado al género. Visualmente muy cuidada y con las dosis justas de humor como para no adentrarse en exceso en los a veces, pantanosos terrenos de la comedia.

Lo peor: Que Dekker no se haya prodigado algo más, pues viendo su porcentaje de éxito, de seguro nos hemos perdido unas cuantas potenciales grandes películas en el camino.