Crítica: Overlord

“Overlord” era sin lugar a dudas una de las películas más esperadas de la edición del festival de Sitges de este año. ¿El motivo? Un nombre propio, el de J. J. Abrams. El propietario de Bad Robot productions se ha convertido, con permiso de Jason Blum, en la marca por antonomasia del género, generando una sobredimensionada expectación sobre todos aquellos proyectos en los que participa, ya sea detrás de las cámaras o en labores de producción. La marca Abrams se asocia a calidad y la realidad, es que pocas han sido las ocasiones en las que el apellido de la familia ha quedado en mal lugar. Mucho ha llovido desde que el Newyorkino se sacara de la manga la mejor serie que ha dado nunca la televisión: “Perdidos” (“Lost”, 2004-2010). Desde entonces, su carrera se cuenta por éxitos, tanto de crítica, como de negocio. “Overlord” era por tanto, la apuesta segura de Sitges 2018.

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“quizás haya sido su fácil y prematuro encasillamiento lo que haya terminado a la postre, jugando más en contra de la película de Julius Avery”

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El nazismo, una de las mayores vergüenzas perpetradas por la (in)humanidad ha sido siempre un caramelito en dulce para la industria del cine. El de terror, en especial, se ha nutrido de dicha temática en incontables ocasiones. “Shock Waves” (Ken Wiederhorn, 1977) representó uno de los primeros y más recordados flirteos de la serie B con el horror teutón y desde entonces, la lista de títulos que han sacado réditos de esta temática es casi interminable, aprovechando la fuerte vinculación que han tenido siempre los nazis con el mundo esotérico y las fuerzas ocultas. Sagas como “Outpost” (Steve Barker, 2008), la cual contaría con dos secuelas, las dos entregas de “Dead Snow” dirigidas por TommyWirkola en 2010 y 2014 respectivamente o “La Masacre de Town Creek” (“Blood Creek”, Joel Schumacher, 2009), son algunos de los títulos que han vinculado el nazismo con lo sobrenatural.

La película que nos ocupa no se contaría dentro de esta categoría, sino en la de la experimentación, otra de las grandes “pasiones” que siempre se les ha atribuido a los nazis. Por ello, “Overlord” tendría mucho más que ver con cintas como “Frankenstein´s Army” (Richard Raaphorst, 2013) o la reciente “Trench 11” (Leo Scherman, 2017) que con las anteriormente mencionadas, dejando de lado el fantástico, para adentrarse en otro de los subgéneros fetiche de los adictos al terror, el de los mad doctors. Y quizás haya sido su fácil y prematuro encasillamiento lo que haya terminado a la postre, jugando más en contra de la película de Julius Avery, que lejos de la presumible cinta de terror que todos esperábamos, ha resultado ser una cosa bien distinta.

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“Overlord vendría a ser un “Doce del Patíbulo” con pinceladas de terror y ciencia ficción, pero sin alejarse nunca más de la cuenta del género bélico”

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“Overlord” nos sitúa en uno de los grandes momentos de la humanidad, uno de los conflictos bélicos más importantes y decisivos de nuestra historia como fue el día D, el desembarco de Normandía, también conocido, como “Operación Overlord”. Steven Spielberg plasmó el horror como nadie en la que sin duda es una de las secuencias más alucinantes que jamás nos haya regalado el séptimo arte en “Salvar al Soldado Ryan” (“Saving Private Ryan”, 1998) y Avery, da inicio a su película en ese mismo punto, con los aliados sobrevolando las costas de Normandía con intención de que un pequeño grupo se adentre en una base militar para destruir el sistema de comunicaciones nazi.

“Overlord” vendría a ser un “Doce del Patíbulo” con pinceladas de terror y ciencia ficción, pero sin alejarse nunca más de la cuenta del género bélico, un pasional idilio con el cine de acción y aventuras, que puede traducirse en una lógica decepción para todo aquel que esperase una cinta de terror al uso, como a priori parecía que se nos había vendido. En su premisa quedan todas esas hordas de nazis mutantes en lo que parecía ser una versión millonaria y frenética de todas esas pequeñas cintas de terror ubicadas en bunkers estos últimos años, algo así como un cruce entre “Outpost” y “Amanecer de los Muertos” (Zack Snyder, 2004). No ha sido así. Y hablamos de una película que se aleja de las atmósferas, el suspense y los lugares comunes propio del género, para reorientar sus constantes vitales hacia los cánones del cine bélico y de aventuras, con muchas partes de acción, repletas de tiroteos y fuegos artificiales y como digo, pequeñas concesiones al género fantástico, concentradas sobretodo en el último tercio del filme.

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“Compaginar el mainstream con la serie B no es fácil y Overlord acusa bastante estas transiciones, ofreciendo un todo entretenido pero algo irregular”

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Todo esto no es ni bueno ni malo, tiene más que ver con un tema de expectativas, que con la propia calidad del filme, indiscutible a todos los niveles. Sin ir más lejos, el prólogo, salvando las distancias con la obra maestra de Spielberg, es sin discusión alguna uno de los momentos cinematográficos del año. Un espectáculo bombástico made in Abrams que hará las delicias de todo aquel que tenga el placer de visionar la película en una pantalla de cine.

“Overlord” es una montaña rusa con un primer descenso vertiginoso que nos deja sin aliento, un segundo tramo intermedio donde levanta el pie del acelerador, humanizando buena parte de las pretensiones apuntadas en su primer tercio y un último asalto donde de nuevo sube las revoluciones para dejar un poco de lado el marcado espíritu blockbuster predominante a lo largo del filme y centrar la acción en lugares algo más reconocibles por el fan del terror, ofreciendo, aunque sea en pequeñas dosis, parte de ese gamberrismo de serie B que muchos habíamos venido a ver. Compaginar el mainstream con la serie B no es fácil y “Overlord” acusa bastante estas transiciones, ofreciendo un todo entretenido pero algo irregular, en lo que puede suponer una prueba de fuego en más de una ocasión para el interés del espectador basándose en las propias preferencias personales de este. Julius Avery intenta contentar a todo el mundo y ya se sabe que esa, es una empresa casi tan complicada como ganar la segunda guerra mundial.

Lo mejor: El espectacular prólogo, todo lo referente a su acabado visual, destacando unos estupendos efectos especiales tradicionales y el gran partido que se le saca al apartado sonoro.

Lo peor: Personajes sin alma y repletos de clichés, un tramo intermedio algo descafeinado y las pocas concesiones al cine de terror, pese a que el trailer intente hacernos creer lo contrario.