viernes, 23 de abril de 2010

Crítica: Muerte a 33 r.p.m.

En 1985 el sector más conservador de la sociedad estadounidense emprendió una ridícula cruzada contra el según ellos, cáncer emergente de la juventud de aquel país, la música Rock. Esta dantesca situación alcanzó su zenit con la demanda que llevó a juicio al popular músico Dee Snider, líder de la banda de glam metal Twisted Sister, acusado por la inmoralidad de sus letras, quien lejos de aquel melenudo inculto que se esperaban encontrar toda aquella panda de excrementos cristianos y demás basura, se toparon de narices con un tipo culto y educado que les humilló públicamente en la audiencia con un sobrio discurso que terminó por desmontar toda aquella farsa.

Un año más tarde, el debutante Charles Martin Smith (mas conocido por su faceta de eterno actor secundario que por la de director), inspirándose en aquel lamentable episodio, filmó la película que nos ha reunido aquí, hermanos, "Trick or Treat", más conocida en nuestro país como "Muerte a 33 r.p.m." (o lo que es lo mismo, "Muerte a 33 revoluciones por minuto"). La idea de Martin Smith estaba bien clara, llevar al extremo esa teoría que demonizaba al Rock duro y al Heavy metal, perseguido durante décadas por su supuesta incitación al sexo, la violencia, el satanismo y demás chorradas, explotando el gran momento de popularidad del género entre la juventud.


Pero este no fue el único filón de oro que aprovechó Martin Smith, quien también hecho mano del buen momento que vivían los asesinos sobrenaturales, en primera fila de actualidad gracias a éxitos como "Pesadilla en Elm Street" o "Phantasma". Con estos dos elementos combinados, "Muerte a 33 r.p.m." nos transporta nuevamente a ese maravilloso momento de nuestras vidas, la adolescencia, y lo hace para ponernos en la piel de Eddie Weinbauer (interpretado por Marc Price, popular por su papel de "Skippy" en la serie "Enredos de Familia") , un joven marginal fanático del Rock duro y el heavy metal, en especial de la figura de Sammi Curr, una polémica estrella del Rock que tiene en jaque a toda la sociedad. El mundo de Eddie se desmorona cuando se entera en las noticias que Curr ha muerto en un incendio. Pero lo que aparentemente parecía un accidente, fue en realidad un rito satánico, que le otorga al rockero la capacidad de regresar de entre los muertos cuando Eddie se hace con la única copia en vinilo del último disco no editado de la banda, formando así una mortífera amistad que pondrá en peligro la vida de todos los que le rodean.

¿A que me suena a mí este argumento...? Pues seguro que no soy el único a quien le ha venido a la cabeza aquella grandiosa "Brainscan" ("Juego Mortal") de John Flynn, y es que "Muerte a 33 r.p.m." es la película en la que se inspiraron las aventuras del rebelde Edward Furlong y "Trickster". Dicen que el más fuerte es aquel que posee la capacidad de adaptarse, y si Charles Martin Smith aprovechó la popularidad del Heavy Metal, John Flynn hizo lo propio con el boom del ocio digital y los videojuegos.

Así podemos decir que "Brainscan" y "Muerte a 33 r.p.m." son prácticamente almas gemelas tanto en desarrollo, como en construcción de personajes, de hecho ambos protagonistas son idénticos, jóvenes solitarios, inseguros, aficionados al metal y obsesionados con un amor aparentemente imposible.

Por lo tanto, podemos decir que lo que nos depara "Muerte a 33 r.p.m." es una mezcla entre "Brainscan" y el "Shocker 100.000 voltios de terror" de Wes Craven, donde la inicial relación simbiótica entre chico y demonio, donde el primero ve la oportunidad de vengarse de todos aquellos que le han humillado tantas veces y al mismo tiempo le ofrece la oportunidad de impresionar a la chica de sus sueños, se terminará convirtiendo en una pesadilla cuando el demonio tenga más hambre de sangre y quiera llevar a cabo su propia venganza. Es en este momento cuando la cinta nos recuerda mas a "Shoker" y al grandioso Horace Pinker (quien al igual que "Trickster", también bebió lo suyo del rockero satánico), por que Curr se convierte en un ser omnipresente y dominador de toda clase de artes malignas (esos rayos dibujados por ordenador si que son todo un clasicazo) que amenaza la vida de todo aquel que se cruza en su camino.

"Muerte a 33 r.p.m." no es precisamente una película que destaque por unos grandes efectos especiales, viéndose muy superada por otras películas de la época en este aspecto, si bien es cierto que ni desentonan demasiado ni se abusa en exceso de ellos. El gran encanto visual de la cinta reside en su capacidad de plasmar la esencia pura del metal, a lo que sin duda contribuye de forma definitiva la genial banda sonora y un buen número de guiños al género, como por ejemplo la participación de celebridades como Gene Simmons de "Kiss" haciendo de locutor de una emisora de radio o de Ozzy Osbourne parodiando a un Reverendo charlatán en un programa de televisión.

Conclusión, "Muerte a 33 r.p.m." no es ni mucho menos una de las mejores películas de la época y desde luego no me atrevería a tacharla de clásico, pero si que es una cinta especial para todos aquellos que crecimos con el heavy metal corriendo por nuestras venas y un visionado obligado para cualquier amante de este inigualable estilo musical y forma de vida, quien sin duda se verá fácilmente identificado con ella. Una propuesta sencilla, no demasiado bombástica y bastante previsible en cuanto a su desarrollo que se ve compensada con una grandiosa banda sonora, un malo con carisma donde los haya, alguna secuencia para el recuerdo (esa chica cachonda con el demonio) y la oportunidad de ver a grandes estrellas del Rock fuera de su hábitat natural.

Larga vida al rock & Roll y muerte a los infieles del metal.


3 comentarios:

antonio manuel gonzalez alvarez dijo...

esta bien, pero me esparaba mas de ella y medio una pobre imagen ,pero megusto ,me gustaria que sacaran la segunda por favor y aver si ahi mas accion y que de mas miedo.

Shadow dijo...

No esta mal. Me entretuvo lo suyo y sin toda las casquería de "Deathgasm" me gustó más que ésta.

6/10

Saludos.

El Rector dijo...

Shadow, la típica serie b ochentera. A poco que te guste este tipo de cine, el buen rato está asegurado, guste más o menos el tema musical (de hecho, este -el rock duro y el metal- está muy presente en casi todo el cine de la época).

Saludos.

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