-Estoy dolido, fdancamente dolido. -Confesó D. Juan Carlos I.
-Hombre, majestad, es lo normal. Uno no se parte la cadera todos los meses.
-Pedo mida que edes tonto, chaval. Que no es tanto pod la cadeda como por las
cdíticas de que he sido objeto, hombde.- Siguió el monarca. -Es que ya no puede
uno idse un datito a Áfdica a pegar unos tidos sin que le pongan vedde. Y eso
que me he humillado públicamente al pedir disculpas.
-Pues sí, visto así... Es por aquí, majestad. Cuidado con esos focos.
Todo estaba dispuesto, esta vez en riguroso directo. Su Alteza Real así lo
había querido, pretendiendo dar una imagen más cercana, más cálida. "Algo
pada amansar a las fiedas de esta otda selva", según dijo.
-Salimos a antena en 15 segundos, majestad. -Anuncia alguien.
-¿Como que salimos? Qué choddada, yo no pienso movedme de esta cómoda poltdona.
-Es un trono, majestad.
-Pues pod eso, todavía menos.
En los televisores de todo el país empieza a sonar el himno nacional. El Rey aparece
en pantalla quieto como una momia, hierático el rostro, impasible el ademán.
-¿Ah, pero el Rey es alemán?, -pregunta alguien en Orejuelas del Campurriano.
-Que no, hombre, que no. -Dice otro.
Maruja Ramírez, de Albacete, pensionista, 87 tacos rebajados con agua, dice a
su joven pareja:
-¿Está más viejo, está más gordo, o es cosa mía?
Antonio Benítez, 35 años cortados con talco, parado:
-Las tres cosas, querida. Dicen que se ha hecho la cirugía estética. Hay que
ver lo que hacen algunos para mantener el estatucúo de marras. Debería demandar
a su cirujano, la verdad. Anda, guapa, dame algo de dinero que me voy a comprar
tabaco. Que yo paso de ver esto.
A tres manzanas de allí, Jacinta Gomez, sus labores, 39 años de el frotar se va
a acabar, congrega a su prole alrededor de la tele mientras trae los platos de
la cena.
-Corred, niños, que empieza el discurso del Rey.
Su majestad se decide por fin a mover la cabeza en la pantalla. Mirando hacia
su derecha, dice algo parecido a: "Caday, qué cudo". Se oye ahora una
voz que carraspea nerviosa y le dice bajito: "Mire aquí, majestad, al
piloto rojo. Ya estamos en el aire"
-¿Cómo?¿que volamos en este cachaddo y lo gobiedna un jodido comunista? Ah,
vale, disculpadme, jejeje.
Buenas noches. En Nochebuena, como cada año, me didijo a todos vosotdos pada
tdansmitidos mis mejodes deseos de paz y felicidad.
Ante los monitores de realización, el director del programa se tira de los
pelos y estalla:
-¡Pero si estamos en mayo! Este tío está gagá. ¡Si ha copiado el discurso de
las navidades pasadas!
-Eso es precisamente lo que pretendemos que crea la audiencia-, dice el asesor
de imagen de la familia real, un tipo feo con una verruga entre las cejas.-
Queremos que piensen que el rey está chocho perdido. Es una maniobra de distracción.
-¡Pues de momento les está saliendo de maravilla, coño!¡Que estamos en directo,
joder, un respeto!
-No se inquiete. Usted limítese a hacer su trabajo.
-¿Mi trabajo? Me pregunto quién carajo hace el suyo. En fin.
El Rey seguía divagando en la pantalla, con su habitual voz pastosa y
campechana.
-...y al tédmino de este anio difícil y complicado pada todosh, quiedo hablados
con sincedidad y dealismo, sin dehuir los pdoblemas que nos aquejan como
sociedad y explicados qué fue lo que me indujo a idme a cazad elefantes a
Botusuana.
-¿Ha dicho Botusuana?, pregunta un ferroviario en El Ferrol.
-Sí, bueno, es que es un país complicado. -Responde con sinceridad aplastante
su hermano Manolo.
- Y quiedo hacedlo con la confianza y el optimismo que me inspidan las vidtudes
del pueblo espaniol, al que quiedo con todo mi codazón y al que a lo ladgo de
estos tdeinta y pico anios de deinado he apdendido a conoced a fondo y a
admidar con odgullo.
Aquí se detuvo para hurgarse la nariz. Luego prosiguió mientras se limpiaba el
dedo en la solapa de la chaqueta. Allí quedó el moco colgando, como otra
medalla más de la numerosa colección que adornaba su pechera.
-El motivo de mi viaje a Áfdica fue que, justo la noche antediod a mi padtida,
echadon pod la tele BAD BIOLOGY, una pedícula que pdodujo unos incontdolables
espasmos en mi entdepiedna y que tuvo unas lamentables consecuencias sobde mis
actos. Nunca antes había yo pdesenciado tan incdeíble cantidad de despdopósitos
y actos deleznablesh como los que pasadon desfilando ante mis ojos. (Y eso que
ante mis ojos han desfilado muchas personas y cosas, hasta aviones pilotados
por comunistas, debo decir.) La pedícula nadda las estdepitosas delaciones
entde una señodita con 7 clítodis, ejem, y un señod con un... cimboddio chuddiguedesco
de no te menees. Poco de ella desulta descatable, la veddad, de no sed pod unas
cuantas damas de muy buen ved y algunas escenas que, aunque de cuestionable
opodtunidad, tienen la entdaniable vidtud de promoved a la hiladidad más
salvaje. En cuanto a las señoditas, decir que la que pdotagoniza la escena de
la ducha en la que resulta asaltada pod un pene reptante de medio metdo de
longitud se tdata de la deputada actdiz podno Jelena Jensen, a la que tuve el
placed de conoced en un momento de mi vida un tanto... disipado. Como quieda
que algo se demovió en mi intediod con las intenciones más pedvedsas que
imaginadse pueda, y que mi deal miembdo tomó vida pdopia, como si del chodizo
de cantimpalo del actor pdotagonista se tratada, hice llamad a mi vieja amiga y
me la cepillé sobde la mesa del comedod pdincipal de la Zadzuela. Con tan
mala fodtuna que me pilló la
Deina cuando ya casi estábamos llegando a los postdes. Pod
eso tuve que salir a Áfdica pitando, escopeteado como un fdoilán, jeje.
Aquí el monarca hizo una pausa para beber despaciosamente un par de tragos de
agua. La mayor parte de la audiencia no había prestado excesiva atención al
discurso del rey ¿Quiér lo hace, realmente? Todo lo más, hubo quien se extrañó
un poco de que el soberano hablara de chorizos de cantimpalo y de pornostars.
Pero tal como estaba la cosa en la familia real y lo chocho que estaba el pobre
D. Juan Carlos, tampoco había para tanto. Con lo de chorizo se estaría
refiriendo probablemente a su yerno Iñaki (Iniaqui, como decía él) y con lo de
la pornostar estaría aludiendo a algún sueño inconfeso de la infanta Elena, que
a todas las tontitas les da por lo mismo, ya se sabe. Cierto que los ojos en
blanco del rey diciendo "qué mujed, qué mujed" cuando hablaba de la
tetuda de la ducha no ayudaban a aclarar los puntos más oscuros de sus
disertaciones (o, por mejor decir, los aclaraban del todo), pero al fin y al
cabo todos estaban acostumbrados a las tonterías de los borbones.
A estas alturas el director del programa se comía las uñas hasta los codos,
horrorizado. "Ya lo decía el chiste de la caja de borbones", se
lamentaba una y otra vez. "Tonto es el que hace algunas tonterías. Pero es
que estos han decidido hacerlas TODAS".
Entretanto el asesor de imagen de la
Corona se frotaba su concienzuda verruga y miraba complacido
la forma en que el Rey estaba conduciendo la situación. "Distrae y
vencerás", dijo eufórico. Y con el móvil cerraba tratos con los más
conocidos medios de prensa y radiodifusión. El Rey continuaba diseccionando la
aventura amorosa que mantuvo con la despampanante estrella porno, estimulado
por el incitante mensaje freudiano de la película.
Al día siguiente el diario In Mundo vendió 8 millones de copias del incomible
bodrio, un DVD que contenía una aberración sexual de 84 minutos y medio metro
de duración. En la carátula podía leerse: "Más escenas unrated de esas,
que escenas rated de aquellas". Lo que era del todo cierto. Su director,
un tal Frank Henenlotter, jamás hubiera soñado ese éxito de una filmación cuyos
principales méritos eran el póster promocional, los actores (tanto los
principales como los secundarios resultaron ser increíblemente solventes, hay
que reconocerlo) y una banda sonora ramplona, pero apropiada a ese estilo
casposo y bizarro que sudora toda la cinta. El que escribe esta tardía crónica
del alba tuvo la mala fortuna de visionar una versión en inglés, y sin
subtítulos. Lo que tiene doble mérito. Supongo que me perdí algunos detalles
imprescindibles del sesudo argumento. Lo que no quita para que suprimiera el
conejo de mi dieta una vez vista la escenita en la que un noviete, inicialmente
entusiasta, echaba a patadas a la calle a su singular compañera de juegos. Y
sólo porque la chica le desveló sus interioridades más íntimas. Dicen que ese
chiste del cococoño, el ginecólogo y el eco lo inventó aquel exnovio. Algunas
escenas reseñables son una ninfómana partiéndole la cabeza a un tipo con una lámpara
mientras le dice repetidamente que lo siente mucho, un garrulo garajero que
farfulla a un ritmo trepidante de diez tacos por minuto, una polla gigante y
más falsa que una crema antiedad, que se abre camino a cabezazos a través de
sucesivos tabiques mientras viola a 7 mujeres de distintas razas, una detrás de
otra (supongo que el animalito sólo pretendía popularizar el consumo de una
crema antiedad de cosecha propia) y una entrevista en casa de un dealer al que
el protagonista va a encargar toda clase de drogas, pastillas para relajar el
apetito sexual de los caballos incluidas, para meter en vereda a su pirulo
insaciable y en la que una yonki se pasa diez minutos exigiendo que le
devuelvan su Jimmy Jizz, que vete tú a saber qué es eso. A lo mejor un
consolador. Si todo eso lo aderezamos con unos personajes de circo, una
preciosa casa amarilla con pastillas de todos los colores, plastilina eréctil y
un desparpajo de paso de todo porque la vida es puro cachondeo, nos haremos
idea de a qué nos estamos enfrentando, los señores siempre de frente y con un
tapón de corcho en el culo, por favor.
Pero lo que de verdad no hay que perderse de esta película son las partes en
que, precisamente, no es película. Ya sé que suena raro, pero a mí lo que más
me gustó fueron las fotografías con que la hiperchochona prota inmortalizaba a
sus víctimas, por lo demás mortales. Esas fotografías parecen salidas de la
mente de un artista enfermizo a tope de ácido que se hubiera dado un garbeo por
los infiernos buscando fuentes de inspiración. Y merecen un visionado por sí
solas. Magníficas. El monarca aún siguió perorando incoherencias durante un rato más y ya iba a
despedirse con su habitual Feliz Navidad (juro que lo dijo, no le importó un
carajo que estuviéramos en primavera) cuando se produjo el momento crítico que
precipitó el final de la monarquía en el estado español. El rey se puso a
explicar que cuando Doña Sofía le pidió explicaciones de su no tan reprobable
conducta (si uno estudia las perspectivas anatomías de la reina y de Jelena
Jensen sabrán lo que quiero decir: se pueden comprender ciertos safaris después
de eso) y justificó su decisión de echar una canita al aire diciendo:
-Después de todo, yo soy gay. - En realidad el monarca quiso decir que él era
el rey, claro, pero entre el frenillo, su boca pastosa, la edad, los nervios
del directo y todo lo demás, pues se ve que se hizo la picha un lío y lo que
debió sonar como una de sus habituales erres arrastradas sonó como una ge
redonda, opulenta.
Jaimito López, de cuatro años, fue el primero en reaccionar de toda la nación,
con 4 nanosegundos de ventaja sobre su inmediato seguidor. Al oír aquello, dejó
de inmediato su papilla de verduras y miró divertido a sus padres, que
contemplaban el televisor con la boca tan abierta que les produciría agujetas
en la mandíbula durante los tres días siguientes. La imagen se repitió en cada
hogar español. La audiencia quedó petrificada. El rey es gay. Por si faltaba
algo, oigan.
Aquello fue el acabóse. Felipe, que estaba enculando a doña Leticia mientras
veía el discurso de su padre por la tele (sin saber por qué, aquello le ponía
mucho), tuvo una eyaculación precoz al oír la confesión de su padre.
A las dos semanas D. Juan Carlos se vio obligado a abdicar en la persona de su
primogénito, quien muy afectado, logró decir, ante la insidiosa insistencia de
un periodista de la prensa amarilla:
-Prometo hacerlo aún mejor que él.
Lo que parecía realmente sencillo. Pero nadie le creyó.
Un vendedor de loterías gangoso entró en un supermercado de Sevilla,
proclamando a voz en cuello:
-El guei es guei. El guei es guei. Todos los que le oyeron se miraron entre sí
y parecieron comprender. Los trajes del emperador, ya los mande hacer el propio
emperador o ya los fabrique la gente por su cuenta, son siempre invisibles.
Pero ya era tarde para una redención. Un país puede perdonar muchas faltas en
sus dirigentes, puede olvidar toda clase de dispendios incontrolados y
comportamientos irregulares por parte de quienes gobiernan. Pero que uno diga
ser maricón. sea o no verdad, es del todo imperdonable. Y más tratándose de
España.
Os dejo con esta pedícula que es la depolla.
Y sed buenos con vuestras mujeres. Vuestra polla os lo agradecerá.
Por qué debéis machacárosla con una prensa hidráulica a pesar de no tener 3 en 1 a mano:Básicamente porque: Una vida sin humor, es herida y es dolor. Y duele la polla.
Por qué os van a salir pelos en las manos, por mucho que os las la veis cuatro
veces: Porque habéis confundido el bote de jabón con la única loción Derkos que
funciona de todo el mercado. Pedo midad que sois dondos :)
5 comentarios:
Sobre el tema del rey y sus aficiones mejor no comentaré nada, solo decir que el asunto en si, me parece mucho más bizarro que la filmografía completa del señor Henenlotter.
Respecto a la película, pues muy en su línea, aunque en mi opinión, también muy inferior a sus anteriores trabajos, muy lejos de cosas como Brain Damage, Fankenhooker o Basquet Case, yo por lo menos no la encontré excesivamente graciosa, aburrida incluso. En especial las partes de la chica. La cosa se anima un poco con la historia de la polla y tal, pero nada del otro jueves.
Mucho despelote y dos o tres secuencias apañadas para una idea desaprovechada que tan solo se queda en frikada cuando podría haber sido por temática, otra peli de culto de este curioso director.
Eso si, que bien nos iría a algunos por las mañanas, la ordeñadora automática que tiene el amigo en casa.
Saludos.
Sepu...no vuelvas a irte a Botsuana sin avisarnos antes, que luego pasa lo que pasa ;D.
Bueno, por lo menos tu has sabido sacar algo positivo de ese bochornoso y fútil perdón de tan solo 11 palabras del rey (pasmado). Me he reído muuucho más con tu crítica que con Bad Biology. Al igual que le pasó al Rector, yo también me aburrí bastante viéndola, y eso que leyendo su argumento nadie lo diría. Pero la vi hará cosa de un par de años y he comprobado que es una película bastante olvidable porque me ha costado hacer un "remember". Creo que el problema de Bad Biology se encuentra en que es demasiado tristona para ser comedia, y demasiado cachonda para ser un drama. Curiosamente me pasaba algo parecido con la mítica Basket Case, que la vi cientos de veces pero siempre conseguía darme muy mal rollito.
Rector, ¿una ordeñadora automática?, ¿Que pasa, que tienes una vaca en casa? jajaja!!!!Mírate la teletienda de la madrugada que igual ahí la encuentras, y si no siempre te puedes pillar la Batidora-Licuadora Smoothie Maker, he oído que va muy bien y que solo tienes que meter los ingredientes en el tambor y girar, ya me contarás que tal... XD
Ostras, Rector, yo de la ordeñadora paso. Que luego le duele a uno la cabeza esa.
Darky: Ah, Botusuana, qué cudos, qué cudos. Si vuelvo... a lo mejor me quedo. Muy cierto eso de que Bad Biology como comedia peca por defecto y como tragedía resulta ridícula. Tirar por la calle de enmedio no suele funcionar. Tal vez habría sido mejor tratar el tema de una forma más austera, como una especie de drama familiar de sobremesa para verlo mientras se come uno unos flamenquines, por ejemplo. Aunque los flamenquines son indigestos, según me contó ayer una gitanilla en la feria. Aún conservaba los sombreros :)))
Gracias a los dos.
Una crítica tremendamente bizarra y divertida
You´re right, Wrong Girl! :) Many thanks
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