miércoles, 24 de octubre de 2012

Crítica: Nailbiter

La distancia es el infierno. Una mujer con problemas con la bebida causados por las largas ausencias de su marido, un militar del ejercito de los Estados Unidos. Madre además, de tres hijas en edad adolescente todas ellas, año arriba año abajo. Pero la espera termina, por muy nublado que esté el cielo, este siempre se termina despejando, siempre, y entonces, asoma el sol y brilla con más fuerza que nunca, porque a veces, el brillo del sol puede ser la cosa más bonita del universo. El padre de familia regresa de permiso y toda la familia sueña con el anhelado reencuentro, por lo que deciden hacer un largo viaje hacia el aeropuerto, en otra ciudad, muy lejos de su hogar, para darle la bienvenida: “No quiero que lo primero que vea al bajar del avión, sea la cara de una azafata en lugar de la mía”, justifica la madre a sus tres hijas el largo viaje que les aguarda por delante.

Pero el destino es caprichoso y la toma con quien menos lo merece, el azar también pone de su parte, su granito de arena en nuestras miserias diarias. En este caso, ambos se ceban con la familia cuando atravesando una pequeña población, un tornado hace acto de presencia y con él, el caos. En busca de refugio, madre e hijas se cobijan en el sótano de una casa de campo a la espera de que pase la tormenta, de que todo regrese a la normalidad y puedan continuar su camino hacia la felicidad, porque siempre hay un camino a la felicidad, aunque a veces nos cueste vislumbrarlo entre la niebla del dolor y la desesperación. Pero acechan tantos peligros a lo largo del camino, tantos problemas que escapan a nuestro control, que a veces es difícil recorrerlo sin toparte con uno de narices y quedarte paralizado ante tu propio y terrorífico reflejo en el espejo, por más bella que una sea.

En ese sótano, lejos de la salvación, lo que la familia encuentra es una llave que abre la puerta de sus peores pesadillas, de aquellas que te agarran el estomago con fuerza y aprietan, aprietan tanto que siquiera eres capaz de comer, de respirar, de sonreír. Un oscuro secreto, estos siempre lo son, se esconde en los habitantes de la casa, y estos no permitirán que madre e hijas prosigan con el viaje que les debe alejar del infierno. Porque el infierno siempre termina por alcanzarnos y es entonces, cuando uno debe demostrar quien es, de que está hecho, demostrar que a veces, dos simples palabras, pueden apaciguar el dolor de la quemadura ocasionada por las llamas.

Fantástica premisa de la que parte “Nailbiter”, esta que os acabo de relatar. Apasionante en sus inicios por lo poco usual de meter a una madre y sus tres hijas en la carretera en esta nueva “road-movie” sobrenatural la cual me es imposible no comparar, con la francesa “La Meute” , con la cual además, guarda en común un mismo adjetivo: decepcionante. Y es que pasada la tormenta, siempre llega la calma, al menos eso dicen, ojalá tengan razón, y en “Nailbiter” esto puede aplicarse a las mil maravillas, pues cuando el huracán ya ha montado todo el escenario de la obra y se marcha por donde vino, de allá de donde quiera que vengan los huracanes, es cuando la calma se ahoga en sus propios fluidos corporales, en su propio vacío, en su propia soledad y florece en negativo hacia el más absoluto de los tedios. Tortura hacia un espectador que una vez abre la caja que tan bien envuelta venía, descubre que lo que hay dentro no es ni mucho menos lo que esperaba, y lo odia. Difícil es la redención para aquel que no sabe decir “lo siento”. Imposible para quien no quiere aprender a hacerlo.

“Nailbiter” nos sumerge en un oscuro sótano junto a cuatro mujeres asustadas que intentan comprender el mal que las está engullendo. Un thriller sobrenatural que tira demasiado de artificios sentimentaloides para intentar tapar sus muchas carencias, de entrada, que no tiene absolutamente nada que contar que no se haya contado antes, que no tiene ni una sola idea propia que poner sobre la mesa y que las que maneja, prestadas, lo hace con desidia y alarmante falta de chispa... pobres de aquellos que pierdan la chispa... y más pobres aquellos que le encuentren más allá de las estrellas y no puedan alcanzarla más que en sus sueños. Pues será su vago recuerdo, al despertar, lo único que hará más llevadero el dolor de la corrosiva nostalgia.
 
Y entre tanto, el espectador que sigue precipitándose por el vacío que lleva a la cama antes de hora, y ve pasar durante la caída por su lado, personajes desdibujados, tópicos en forma de policía inocentón (pobre de aquel que peque de inocente en tierra de serpientes y pobre también aquel que peque de astuto e intente manipularlas, dirían aquellos mal pensados que se han olvidado de pensar), situaciones de manual obsoleto y unas criaturas que se dejan ver muy poco, no por tímidas, por cutres. Y es que la falta de recursos artísticos de “Nailbiter” salta a la vista cuando se nos muestran de refilón las criaturillas que se esconden detrás del escenario durante la eterna y hermética primera hora de metraje, muchos más resultonas insinuando, que enseñando, pues parecen sacadas de alguna atracción de terror de feria ambulante de segunda y es que cuando oigas ruido de cascos, lo más probable es que sean caballos, no unicornios, como me dijo no hace mucho alguien que sabe bastante más de todo que yo, aunque él tiene la ventaja de no ser de este mundo.

“Nailbiter” es otra gran decepción que sumar a la larga lista que nos acompañará a lo largo de nuestras vidas, un prólogo prometedor, un nudo soporífero y un desenlace cómico es lo que nos depara la velada. Fuerte tirón de orejas para el señor Patrick Rea (director del filme) y su película, la cual, no le cambiará el mundo a nadie.
 
“Jai guru de va ommmm”

Dejate atrapar por la tormenta y que te lleve donde deba llevarte, por lejos que sea: La incertidumbre de sus primeros veinte minutos y comprobar que al menos, la muerte, en esta ficción, no entiende de edades.
 
Corre a esconderte cuando la sientas llegar y maldícete luego por haberla dejado escapar: Lo mal llevada que está una situación potencialmente muy interesante para construir una buena historia de terror y la indiferencia que transmite cada plano, cada secuencia, cada situación.
 
 

6 comentarios:

El Rector dijo...

Oz, agradezco tus palabras, siempre es agradable ver que la gente valora y encuentra interesante lo que haces.

Saludos.

thewronggirl dijo...

Entonces no merece la pena verla? Porque si es así, exijo un mail explicando qué hay en el sótano. Y quién dice 'exijo', dice 'va, porfi, porfa, please'.

El Rector dijo...

TWG, créeme, lo que hay en ese sótano, no te va a quitar el sueño, ni para bien ni para mal.

No pierdas el tiempo con esto.

Saludos.

Missterror dijo...

y sabes una cosa Rec??? Que te quiero

El Rector dijo...

Missterror, Pues si que te ha molado la crítica, no?

Así da gusto escribir, a ver si los demás toman ejemplo :)

Saludos ruborizados.

Sergi Soler dijo...

Bueno también me has convencido de no verla...aunque conociendo tus gustos no sé...Pero lo que has dicho que se parece a La Meute ya me has hecho decidir en que NO la quiero ver.

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