Quizá es cuando la joven en un inmaculado vestido blanco sega su propia diabólica cola. O quizá cuando un par de globos oculares caen despreocupados al suelo como si fueran bolas de ping pong durante la transformación de hombre a lobo. O incluso cuando uno de los personajes murmura: (refiriéndose a una chica) parece una morsa con infección de orina. La cuestión es que a lo largo de los trece episodios de la serie que presenta Netflix sobre madres e hijos, vampiros y hombres lobo, asesinatos y medicinas siniestras, sexo y… mucho más sexo, te preguntas a ti mismo: ¿es esto teatro del bueno o teatro del malo?
Es una enrejada cruzada con maestría por los productores Eli Roth (Hostel) y Brian McGreevy, quién también ha escrito bastantes de los episodios a la par que la novela en la que se basa la serie. En el caso de que alguien creyera que esto iba a ser una estafa templadita a lo Crepúsculo sobre criaturas de la noche en el instituto, dadle otra vuelta. (Cualquier comparación cae bajo su propio peso tras la escena asexuada de un trío en el primer episodio). “Este es un pueblo extraño. Puedes sentirlo en los huevos”, dice el adolescente gitano (pero de rumano, de titirititero; no de rumba andaluza), algo descuidado; Peter Rumancek (Landon Liboiron), quién, junto a su adorada madre, Lynda (Lili Taylor), llega a esta pequeña villa de Pennsylvania justo antes de que una chica sea salvajemente asesinada (“sus partes femeninas devoradas primero”).
Todos los ojos se posan sobre los nuevos vecinos cuando la estudiante Christina (Freya Tingley) comienza el rumor de que es un hombre lobo. (Sin ánimo de espoilear a nadie demasiado… en verdad lo es. Su transformación es épica, da mucho miedo y es realmente bruta para un trabajo para televisión. ) Peter se hace amigo con pequeñas reticencias del rico del pueblo Roman Godfrey (Bill Skarsgård, el hermano de Alexander), un heredero de la familia Godfrey con bastantes demonios interiores – se corta mientras hace el amor, hipnotiza a sus enemigos con la mirada, y tiene una relación un tanto extraña con una madre que está ida de la olla, Olivia (Famke Janssen), mujer que es descrita por el diario local como “la más bella y odiada en Hemlock Grove”. Roman reserva todos sus encantos para su prima Letha (Penelope Mitchell), quién dice haberse quedado encinta de un ángel, y hacia su hermana Shelley (Nicole Boivin), una gigante deforme aunque gentil cuya piel brilla como el corazón de ET cuando la tocan. (Un trabajo asombroso el de Boivin, que le da una ternura inmensa al personaje de una chica que sólo habla en gruñidos a menos que use la voz computarizada de una máquina.).
Para bien o para mal, Hemlock Grove se toma su tiempo con las tramas argumentales, asegurando que cada una de ellas pueda madurar. Transporta cada acción cruel con gusto aunque tiene muchos momentos livianos. (A veces sólo hace falta una referencia a Dirty Dancing para cambiar la atmósfera de una escena). Ni una sola vez en estas trece horas me aburrí con los personajes (testamento de grandes actuaciones) o con sus historias (incluso el triángulo amoroso Roman-Peter-Letha me pareció fresco), aunque alguna vez, Hemlock reculaba más que ir adelante. Un experimento secreto del científico sádico del pueblo, Dr. Pryce (Joel de la Fuente) acaba siendo terriblemente predecible, cuando una harto repetida referencia a la cita de Confucio –“He visto el dragón” se explica sin el rock and roll necesario. Y aunque el sórdido mundo es cautivador, todavía me debato con algunos aspectos de la conclusión, que rezuman misoginia de la vieja escuela al castigar a toda mujer y joven que se atreve a disponer de su propia sexualidad.
Una vez toda la sangre se ha limpiado, Hemlock, como muchas otras historias de terror antes que ésta; habla del monstruo que todos llevamos dentro y los lazos humanos que nos previenen de convertirnos en bestias nosotros mismos. “No hay magia en el mundo más fuerte que la vida misma” dice Lynda, una voz inquebrantable de sabiduría. “Y la vida es amor”. Si, incluso una serie que nos muestra a un hombre lobo sacando dedos humanos de las entrañas de un gato poseído puede tener su corazoncito.
3 comentarios:
Estupenda disección y suficiente para que me la coma con patatas, aunque a priori me huele a una True Blood 2.0 y aquella no es que me entusiasme (al menos, en sus dos primeras temporadas).
Saludos.
Pues yo esta la tenía desechada por completo, pero me has abierto el apetito.
Realmente yo creí que sería un Crepusculo en entregas, pero mira tú por donde que parece que va a ser el lobo tan fiero como lo pintan...
Me has convencido. La veré!!!!
saludos
Lo mejor es la transformación a lobo. Es total...
A ver yo soy muy teen pero aquí hay mucho sexo y tripas... a mi me encanta!
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