jueves, 24 de septiembre de 2015

Crítica: Altar

Cantaba Julio Iglesias aquello de “Tropecé de nuevo con la misma piedraaaaaa”; pues bien, esta “Altar” podría utilizar esta canción, aunque cambiando luego el sentido romántico de la misma, como tema central de su Banda Sonora ya que su propuesta es la misma que la de otros cientos de películas de género. Y no, esta vez no bromeo, ni siquiera exagero ya que si en el mundo del terror hay un planteamiento que se repite pasen los años que pasen es el de, o bien un grupo de jóvenes que se lo pasan “de muerte” antes de la tragedia, o el de una familia con niños que se traslada a una casa encantada. Pues este último y como he dicho, reconocible concepto es el que nos presenta esta película.
El otrora laureado Nick Willing, autor entre otras de aquella recordada “Fotografiando hadas”, guionista y director de este film, nos trae a una restauradora y su esposo escultor viajando hasta una mansión perdida en los fríos y desolados páramos escoceses con tal de devolverle el esplendor de antaño bajo encargo de su nuevo dueño, una tarea que durará seis meses con la que la familia podrán sanear su precaria situación económica. 

Para empezar, original no se puede decir que sea la presentación. Encima, a lo manida de la idea se suman unos efectos secundarios/colaterales que si bien pueden ser pasados por alto, perdidos quizás en maldecir a su responsable por tal sarta de clichés y tópicos, no escaparán a los más susceptibles marcando de paso el devenir del film. Y es que a los protagonistas les acompañan sus hijos, una adolescente y un chiquillo algo menor que su hermana; pues bien, si en un principio viajan para seis meses, en ningún momento tenemos la sensación de que alguien se ha preocupado por su educación o ha pensado en estos. De hecho, el par de retoños se convierten flagrantemente en “carne de cañón” cuando se recurre únicamente a ellos para servir de objetivo del fantasma de turno. 

Y ya que hemos sacado a relucir lo de los seis meses, decir que otro de los fallos del film es que el paso del tiempo no está muy definido, víctima de un montaje un tanto espeso. Lo trastabillado del mismo se hará patente sobre todo en el desenlace de la producción, tan torpe y desacertado que por sí solo es capaz de quitarle toda emoción convirtiendo la que debería ser la escena más importante de la película en un verdadero jarro de agua fría… por no decir helada. Pero no adelantemos acontecimientos. 

Para realizar esta “Altar” se ha elegido una mansión que al menos sí que da respuesta a lo que uno espera en este tipo de producciones. Inmensa, con muchas estancias, escaleras por doquier que conducen a pasillos interminables, grandes vidrieras y algunas peculiaridades que son las que le dotan de carácter. Aquí el ‘altar’ del título tarda un poco en aparecer, pero cuando lo hace luce tanto que hasta uno se queda con la sensación de que ha sido desaprovechado. De todas formas, el lúgubre jardín con esa fuente clásica y figuras bizarras, completan un conjunto solvente. 

Por lo que respecta al desarrollo de la historia podríamos decir que la película se debate casi por igual entre defectos y aciertos. Para empezar, eso mismo, no hay que esperar mucho a que concurran los primeros fenómenos extraños. Además, aquí se ha optado por dividir la atención entre dos grandes focos, uno el espíritu que habita la mansión, y dos, el paulatino desorden que sufre la psique del progenitor. Con ello, si es verdad que nada de lo que nos cuentan es nuevo, casi no tendremos tiempo para aburrirnos. Lo curioso del caso es que por encima de una presumible tensión, la causante de que no caigamos víctimas del hastío será el juego de “parecidos razonables” al que nos somete su director. 

A cualquiera le vendrá enseguida a la cabeza el nombre de “El resplandor” cuando vea que al protagonista empieza a soltársele un tornillo. Pues bien, en lugar de maquillar el asunto, el cachondo de Willing nos hace un pequeño homenaje a Kubrick mostrándonos al benjamín de la familia por los corredores de la mansión si bien no a bordo de un biciclo sí que detrás de un juguete teledirigido. ¿Casualidad o conjetura de una mente calenturienta como la mía? Ni una ni otra, es algo buscado ya que uno podrá seguir viendo guiños a otros films como “Hellraiser”, “Psicosis” u otros que me callo para no fastidiar el “juego”, según vaya avanzando el metraje. 

Con esto Willing no solo atrapa al aficionado sino que lo distrae de las otras torpezas que van asaltándonos. La principal, la mediocre puesta en escena sobre todo a la hora de que la fantasma haga acto de aparición. Su representación mediante filtros que dan el aspecto de una imagen reflejada en espejos, es tan ridícula, que ni en un mal telefilm o serie televisiva patria se atreverían con tal afronta. ¿De verdad pretendían dar miedo con ello? Es tan –bajo mi punto de vista- patético que parece que alguien se dio cuenta y a partir de la segunda mitad se invirtió algo del presupuesto cambiando el aspecto de la desdichada haciéndonosla menos teatral y más, como corresponde, sobrenatural. 

Tras ello, el trasfondo de la historia que a fuerza de bandazos con ínfulas de giros argumentales y conceptos místicos erráticos, uno termina dejándose llevar para no terminar igual de desquiciado que el protagonista. Porque ya me dirás tú… ¿Sociedad Rosacruz? ¿De verdad saben lo qué es? ¡¡¡¿¿¿¿Metempsychotic pharisee???????!!! ¿¿¿¡¡¡Pukka!!!??? ¿Pero eso no eran unos dibujos animados surkoreanos? ¿Y el coche fantástico/fantasma? ¿Y el altar? Al menos, a uno siempre le queda el recurso de soltar ese exabrupto liberador del ‘WTF !!’ (o ‘¡pero qué coño!’ para los más cañís…)

Sobre el desenlace y demás explicaciones, podemos encomendarnos al párrafo anterior: mejor será dejarlo correr. 

Por suerte, si bien Willing no recupera el prestigio perdido tras haber enterrado su talento en un sinfín de series de televisión, en el apartado artístico con dos reclamos tan relativamente importantes como Modine y Williams, “Altar” logra situarse por encima de esas producciones domesticas a las que por formas y ambición se podría igualar. 

Matthew Modine era un actor que iba para estrella y que, como otros tantos casos, se ha quedado en el camino estancándose como gancho de producciones de Serie B. No es un mal actor, al revés, aquí demuestra ser bastante competente, pero en su momento no supo destacar frente a la dura competencia de su generación y malas decisiones terminaron por arrinconarlo. Aquí, como ya he dicho, sale favorecido ante sus compañeros de reparto debido sobre todo al agradecido rol que le toca interpretar, pero dudo que el nivel medio del conjunto le sirva para llamar la atención de productores y directores de casting más importantes. 

Por su parte Olivia Williams sigue demostrando que es una actriz que no se resigna a quedarse como una más de montón a la que la madurez, por edad, le ha llegado demasiado pronto sin llegar a despegar. Esta no es su mejor interpretación dado que por mucho dramatismo que lleve implícito su papel, no deja de ser un estereotipo; sin embargo, al igual que Modine, se nota que son gente con las tablas suficientes que además no pueden permitirse lo de dejarse llevar. 

Resumiendo, a “Altar” le falta originalidad, concreción y haber acertado en algunos aspectos de su puesta en escena, pero a pesar de ello se deja ver gracias a la mezcla de sabor clásico, elegancia y, afortunadamente para sus responsables, que el nivel medio del género actualmente es muy bajo.


7 comentarios:

Anónimo dijo...

Vaya, recuerdo en su día alquilar Fotografiando Hadas en VHS en el videoclub (¿VHS?¿Videoclub? Qué son esas cosas???) ilusionado por las buenas críticas y llevándome una decepción tremenda. No me parece mal que su director se perdiera de mi vista. Hay pelis que desde el principio sabes que no aportan nada (como el reciente remake de Poltergeist) pero te tientan por aquello de amar el terror clásico (que para mi generación es el terror de los 70 y 80). Así ayer estuve a punto de pillarme el DVD del remake de Poltergeist...que viene en versión extendida (eso que puso de moda James Cameron con Aliens). En fin, ya sé que no hay que ver Altar (que ni me sonaba ni la esperaba) igual que tampoco habrá que ver el innecesario remake de El Ente (apadrinado por James Wan), pero a uno siempre le pica la curiosidad con esto del terror ¿no?

Chanpoo dijo...

Yo soy de tu generación -creo- y me pasa lo mismo. Como tú dices el remake de "Poltergeist" es innecesaria, pero yo me vi la VE y no sé si era porque no me esperaba mucho, pero me entretuvo. Sí, no voy a discutir porque es obvio que es peor que la original, pero viendo los truños que hay... Y de eso se aprovechan muchos, de nuestro "amor" al género. Al menos "Altar" es potable.

Anónimo dijo...

La verdad es que sí que prefiero ver el remake de Poltergeist (aunque sea por el placer culpable de rajar de ella) que la nueva producción de la Bloomhouse. Recuerdo lo mucho que alabaron Oculus y luego voy me pillo el DVD (porque soy de los que aún coleccionan DVD's) y menuda decepción y encima con esa estética de telefilm que tiene el terror barato de hoy (ahora lo llaman indie, que queda mejor). De hecho es la estética de telefilm (cosas de la era digital) lo que me ha hecho alejarme tanto de la serie B (de nuevo decir que ahora lo llaman terror indie, cosa de las etiquetas de moda) porque es insoportable ver que hasta las salpicaduras de sangre las hacen por ordenador...uff. Un ejemplo de film que no aporta nada nuevo y que sin embargo disfruto como un cerdo es Frágiles de Balagueró (ahora que se cumple el décimo aniversario de su estreno): una peli que cuenta lo mismo de siempre, con un argumento más visto que la Pantoja y sin embargo me funciona. Si hasta el personaje negro te recuerda al Halloran de El Resplandor! Pero me funciona. No ya sólo por la exquisita presencia femenina (que sería del cine de terror sin las actrices???) sino por ese ambiente tan clásico como confortable...siempre estamos entre el deseo de que nos sorprenda y el de revisitar lugares entrañables que ya conocemos. Eso mismo me pasó con The Hole 3D de Joe Dante, film que nadie se molestó en ver pero que a mí me parece una joyita entrañable...entre otras cosas porque en ese film no aparece ni un móvil ni un portátil! Cine ochentero en el nuevo milenio...qué cosas.

Chanpoo dijo...

¿Dónde está el botón de "Me gusta" para tu reflexión? Ah, no... que aquí no hay... Lástima. Reflexión que por cierto comparto al 100% aún habiéndote dejado por maldecir las infames "found footages". ^__^

Anónimo dijo...

Teniendo en cuenta que la madre de todas las found footage (otra etiqueta moderniki, ¿alguien se imagina en los 80's utilizando una etiqueta así?) es Holocausto Canibal, desde luego el subgénero ha degenerado lo suyo. Pero es el signo de los tiempos. Antes se decía pelis de tiros (o del chicknorris) ahora se dice Actioner. Antes era comedia romántica, ahora se dice RomCom (incluso dramedy y tonterías similares). Y bueno, ya sabes, que si GorNo (Torture-Porn), que si Found Footage. Slasher suena ya antiguo (más antiguo aún eso de splatter que quedó casi en los 90's). La cosa es que hay que inventar nuevas etiquetas para los viejos trucos. Hoy ya nadie sabe lo que es un mondo canibalesco. Y cuando ven una peli coreana como Dos Hermanas no se dan cuenta que está plagiada de El Otro de Robert Mulligan (igual que The Ring se copiaba de Al Final de la Escalera, el megaclásico con George C. Scott). Ahora todo debe parecer nuevo para que no se vean las viejas costuras. Y mientras Jonathan Glazer haciendo obras maestras como Under The Skin (para eso no hay etiquetas) y regalándonos a la Johansson en pelotas...y nosotros perdiendo el tiempo beatificando a Adam Guard que lo único que hace es fusilar las bandas sonoras de Carpenter...

Chanpoo dijo...

Hombre... lo de "The Ring" copia de "Al final de la escalera" no lo veo, no...

Anónimo dijo...

SPOILER: George C. Scott agobiado por hechos sobrenaturales cuando la solución es un pozo donde residen los restos de un niño al que mataron...The Ring lo mismo pero con niña y con cinta VHS...`sé que es una cosa que casi nadie ve, pero yo en cuanto vi The Ring lo vi muy claro e incluso me indigné por el plagio...jeje

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