jueves, 2 de febrero de 2017

Crítica: Atroz

‘En México puedes asesinar a cualquiera y salirte con la tuya…’ Con esta cita tan contundente de Rudolph Giuliani, ex-alcalde de Nueva York, junto a unos datos estadísticos que aseguran que el 98% de 27500 asesinatos se quedan sin resolver. Afirmaciones algo ostentosas, pero que, seguramente, son más reales de lo que puedan parecer a simple vista. Así abren los créditos iniciales de Atroz (Atrocious), film dirigido por Lex Ortega en 2015, basado en un cortometraje propio del realizador de idéntico nombre.

Dichos créditos iniciales nos muestran la parte más oscura y decadente de la ciudad de México; una urbe plagada de vagabundos, prostitutas y mucha pobreza. En estas primeras imágenes que pasan por nuestra retina, a modo de grafitis integrados en el paisaje urbano, se muestran los logotipos de los principales implicados en el proyecto; Grotesque, Rabya producciones y Art I Direction I Animation. Una forma no especialmente novedosa, pero igualmente práctica y fluida. Después de dirigir varios cortometrajes y un segmento de México Bárbaro, Atroz es el debut como director de Lex Ortega en el mundo del largometraje, que además de escribir el guión con la colaboración de Sergio Tello, también se ha guardado el papel protagonista de la película. La cual, ha contado con Ruggero Deodato (Holocausto caníbal) como productor asociado.

Antes de valorar la película como es debido, hay que remontarse al ultragore alemán de los años 90. Directores como Olaf Ittenbach con films como The Burning Moon (1992) o Premutos: The Fallen Angel y Jörg Buttgereit con Nekromantik (1987), Der Todesking (1989) o Schramm (1993), nos sirven como absoluta referencia para entender y valorar positivamente la intención de Lex Ortega en su debut. Incluso, el mediometraje Aftermath de Nacho Cerdá o Tesis de Alejandro Amenábar tienen una cabida y posible comparativa con Atroz, sobre todo, Aftermath.

Dos asesinos seriales a quienes les son confiscadas unas cintas de vídeo, tras ser detenidos por causar un accidente de tránsito. Tales cintas contienen asesinatos brutales que muestran la maldad humana, así como los antecedentes, parafilias y la psique de estos asesinos.

La gran pregunta ¿es una buena película Atroz? Sí, pero exclusivamente en su categoría gore. Hablando cinematográficamente, no demasiado, por no decir nada. Pero hay películas en las que hay que valorar y, sobre todo, entender bien las intenciones de su director. Y este es un caso muy claro. Mi época de ver ultragore de los 90, ya pasó, pero la propuesta de Lex, me parece un digno homenaje a ese tipo de películas. Y creo que el presupuesto de 7000 $ está muy bien invertido en sus efectos especiales. Creo que los medios disponibles son pocos, pero están bien distribuidos a lo largo de la película y las situaciones con dichos efectos especiales más comprometidas, se resuelven con cierto ingenio.

A nivel técnico, fotografía e iluminación, poco hay que rascar en favor de la propuesta. Ésta camina entre el falso documental y el found footage, y aunque se las arregla bastante bien con cámara doméstica en mano y con una puesta en escena y estética muy de los 90, no esperes un gran pulso fílmico porque te vas a llevar una gran decepción. Aunque, con la oleada de found footage que hemos vivido en la última década, esto no debería suponer un problema para cualquier espectador acostumbrado a este subgénero ‘parkinsoniano’.

Con la ayuda de cintas mini DV o VHS (ya he dicho que era muy de los 90) el realizador mejicano se las arregla bastante bien para ir encajando las piezas del sencillo puzle argumental, que poco a poco desvela una historia de traumas familiares. Un manido argumento que Lex utiliza en el segundo tramo del film en el que se apoya fuertemente para intentar justificar la gratuita violencia con la que hace méritos por impresionarnos en la primera mitad de película. En esta segunda mitad, cualquier fan del ultragore, va a seguir disfrutando tanto como en la primera mitad de la película, un tramo mucho más despreocupado de la trama. Cuando el guión pretende dar cohesión a las situaciones anteriores (la tortura gratuita) la película pierde algo de fuerza en su relato. Y el giro final es algo difícil de creer, pero cierra la historia a tiempo sin caer en demagogias.

El mayor mérito del que puede presumir Atroz, sin duda, es la parte de efectos especiales con unos logrados y resolutivos efectos totalmente artesanales realizados por Reality FX. En una época que ya muy pocos apuestan por el látex, la sangre de bote y otras desagradables sustancias, Lex ha puesto toda la carne en el asador en ese aspecto. Cualquier fan o ex-fan del ultragore alemán de los 90, disfrutará como un poseso con la cantidad de semen, sangre, heces y otros fluidos corporales que se entremezclan de la forma más asquerosa posible salpicando el objetivo de la cámara, literalmente.

En cuanto a nivel interpretativo, pues he visto auténticos desastres en otras producciones de semejante índole. En Atroz los personajes no destacan, pero cumplen su cometido. Las interpretaciones son naturales y sin caer en histrionismos, pero lamentablemente no llegas a empatizar u odiar a ninguno de sus personajes, en ese aspecto son más bien planos. También he de confesar, que me había puesto las expectativas por los suelos, antes de verla. Me daba miedo hasta el título, pensaba que sería Atroz en el peor de los sentidos. Y lo cierto es que es en el mejor posible para un producto de este tipo. Si has disfrutado alguna vez con películas como Nekromantik o Premutos, sin llegar a la ‘calidad’ de estas, Atroz es de lo más entretenida.

Lo mejor: El desfase y sus efectos especiales artesanales.

Lo peor: Que no todo el mundo tendrá el estómago preparado para tanta guarrada junta.


4 comentarios:

El Rector dijo...

"México Bárbaro" me pareció horrorosa y mis últimos encuentros con el cine latinoamericano de corte más "transgresor" no han sido todo lo satisfactorias que me hubiesen gustado, jeje. Súmale que tampoco soy muy seguidor del ultragore almenán noventero y bueno, esta sesión de torturas varias cámara al hombro como que me hace bastante poco tilín. Me aburren sobre manera este tipo de propuestas efectistas.

y no será porque no me vayan las guarradas :)

Saludos.

JuanCar dijo...

Me sumo a tu comentario punto por punto.
Y mira que me encanta la violencia cinematográfica, pero por supuesto, como bien dices libre de efectismos.

Todo el mundo habla de lo violenta que es "La matanza de Texas" o "Los renegados del diablo", sin embargo la sangre la cuentas por gotas en cada una de ellas.
Ahí reside la genialidad del director.

Por otra parte, no me gusta nada esa ronda de películas llamadas ultragore Alemán.
Alguna de ellas contiene escenas que sobrepasan el ridículo más absoluto.

Saludos

ariel dijo...

me parecio dura y jugada,mas en la linea de A Serbian Film que del exagerado y a veces ridiculo ultragore aleman,recomendable para los amantes de las emociones fuertes.

El Rector dijo...

Juancar, incluso me han llegado a hablar de la cinta de Hooper como de una película gore, cuando curiosamente, como comentas, no tiene ni una gota de sangra. Hay muchas formas de perturbar y de mostrar violencia y como siempre, en la sutileza, está el encanto. Algo que como se ha demostrado, no está al alcance de todos los cineastas.

Tampoco soy yo muy fan del ultragore alemán que digamos.

Ariel Moreno, la diferencia es que "A Serbian Film" es una brillante película de gran nivel técnico y con un muy interesante trasfondo y "Atroz", se queda en la simple provocación.

Saludos.

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