Crítica: Psiconautas, Los Niños Olvidados

“Repite conmigo, somos los niños olvidados. No tenemos padre ni madre, buscamos en la basura nuestro porvenir. El futuro ya ha pasado, la basura es el presente, la sangre es nuestra ley.” Bonito, ¿verdad? pues con esta sentencia nos abren los oídos y los ojos para lo que se nos avecina en “Psiconautas, los niños olvidados”.

Pero antes de hablar de esta cinta, hemos de echar una mirada al año 2010. Salía a la luz en aquel entonces un corto llamado “Birdboy”, que ganó el Goya al mejor corto de animación. No diré que su visionado es obligatorio antes de ver la película, pero sí que os diré, ¡haced el favor de verlo antes de ver la película! En “Birdboy” (dirigida por Pedro Rivero y Alberto Vázquez), vemos cómo fue al accidente que da lugar al mundo postapocalíptico que nos encontramos después. La apacible vida de la isla y sus habitantes se verá truncada por un catastrófico accidente en la zona industrial. En “Psiconautas, los niños olvidados”, se nos muestra ya la vida de los huérfanos que deja la tragedia (aquellos que no tienen padre ni madre), de los que sobreviven intentando que todo sea “normal” y claro está, de Birdboy.

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“La película nos escupe en la cara el retrato de una sociedad, que, pese a su surrealismo, nos resulta cercana”

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Pero, ninguna de las dos cintas podría haber sido posibles sin la obra de Alberto Vázquez. En 2006, Alberto dio a luz un cómic titulado “Psiconautas”. En él se basa el corto de “Birdboy” y, “Psiconautas, los niños olvidados”, se trata ya de la adaptación animada de la obra. Pedro Rivero y Alberto Vázquez, se unen así en la dirección de esta obra y ojito al bebé tan mono que les queda. Pero estos chiquillos tienen solera. A Alberto Vázquez lo conocemos por obras suyas como “El evangelio de Judas” o “Sangre de Unicornio”. A Pedro Rivero por “La Crisis Carnívora”, creada en su propia productora, Abrakam Estudio.

Con los preliminares hechos (ya sabéis que son importantes), nos metemos en harina, en la historia de “Psiconautas, los niños olvidados”. Alberto y Pedro nos cuentan la vida distintos personajes tras el accidente de la zona industrial en la isla. Se centran en la historia de Dinki y Birdboy. Su historia de amor ya nos era introducida en el corto “Birdboy” (en serio, tenéis que verlo). Ahora, tiempo después, Dinki trata de escapar de la isla con sus amigos Sandra y Zorrito. También trata de que Birdboy le acompañe en esta huida, pero este ha de luchar con sus propios demonios.

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“La cinta sorprende por una crudeza que contrasta con la candidez (casi siempre), de sus ilustraciones”

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La película nos escupe en la cara el retrato de una sociedad, que, pese a su surrealismo, nos resulta cercana. Adicciones, abusos, acoso escolar, desprecio por la naturaleza, contrabando, fanatismo, drogas legales y, por encima de todo, la ley del más fuerte. La cinta sorprende por una crudeza que contrasta con la candidez (casi siempre), de sus ilustraciones. En “Psiconautas, los niños olvidados”, se contó con animadores ya conocidos en “Birdboy” como Khris Cembey y Santi Riscos. Así como con los ilustradores José Domingo, Martín Romero y Giovanna Lopalco.

Dotan a los personajes de la película de rasgos animales, algo común en la animación pero que, en este caso, contribuye a que la cinta y lo que cuenta, se universalice al quitarnos de encima el concepto de ser humano y sus razas. La forma de dibujar a los personajes me trae al recuerdo desde personajes de mi más tierna infancia, como Patty de “La Aldea del Arce”, a personajes que bien podrían estar sacados del Infierno de uno de los cuadros de El Bosco. Estos personajes crean de forma oscura y cuqui (pongamos que la película es como los integrantes de un grupo de death metal a los que quieres apretar los carrillitos), una atmósfera grotesca que en ocasiones roza lo delirante (que rima con hilarante). Yo personalmente, aluciné y me partí de risa con un Niño Jesús de goma que llora sangre. Lo siento, esas cosas me hacen gracia.

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“La forma de dibujar a los personajes me trae al recuerdo desde personajes de mi más tierna infancia, como Patty de La Aldea del Arce, a personajes que bien podrían estar sacados del Infierno de uno de los cuadros de El Bosco”

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Pero no sólo las imágenes, el cuidado trabajo de doblaje, con unas voces adultas, que en cuerpos de niños y adolescentes no sólo quedan bien, sino que son realmente creíbles. Tal vez sea porque lo que viven, no nos parece tanto una historia infantil, sino que vemos más reflejados caracteres adultos. Caracteres de adultos coherentes (bueno, más o menos), frente a adultos totalmente desvirtuados.

Pese a la rotundidad de la historia y de sus personajes, hecho de menos algo. Al terminar la película me queda esa sensación de pensar “vale, ¿y?”. Aunque tal vez, esa fuese la intención de sus creadores, no en vano el propio Alberto Rivero ha dicho que la película es, “una anti-fábula sin moraleja”. Con moraleja o sin ella, os animo a despertar vuestro lado psiconauta y a compartir con Birdboy sus mundos. Buen viaje.