miércoles, 3 de febrero de 2021

Crítica: The Reptile

ARTORIUS NOS HABLA SOBRE OTRO PEDACITO DE FANTÁSTICO SESENTERO PERTENECIENTE A LA CLASE MEDIA HAMMERIANA


The Reptile 1966 póster
Me encanta el género de terror británico de mediados el siglo XX, especialmente todo lo relacionado con la Hammer. A día de hoy, cierto es, hay clásicos de esa época que han perdido contundencia, sobre todo en lo referente a su capacidad de producir espanto en el espectador. Pero incluso en sus obras menores se respira ese algo inimitable de perversión, misterio y rancias aristocracias que intentan enfrentarse a lo desconocido sin perder las formas en ningún momento hasta que... bueno, hasta que ya no queda otra que reconocer que, en el fondo, estas loquita/o porque te claven los colmillos de turno para liberarte de tanto coñazo de modales victorianos.  


“Recuerdo sesudos análisis de esta obra que la definían como un filme de horror feminista, otros que era un canto a la homosexualidad” 


aristócratas ingleses
Es en ese nicho de presunta mediocridad en el que se sitúa esta “The Reptil” (1966), cuya simple carátula ya era un spoiler de la trama completa y con uno de los maquillajes en apariencia más cutres pero a la vez más icónicos y resultones de la factoría Británica.  En la campiña inglesa una serie de muertos producto de un presunto brote de peste negra siembra el pánico. A ese lugar acude el hermano de uno de los difuntos a investigar y su muy rubia, mordible y para los cánones de la Hammer, escasamente voluptuosa esposa, encontrándose con un percal tremendo de cadáveres con el rostro ennegrecido por betún, mordiscos a traición y tramas tremebundas relacionadas, como no, con maldiciones de origen colonial y no británico. ¿El resultado? Pues puro divertimento, querido público. Uno que si analizamos con atención resulta bastante interesante.    

mujer reptil de la Hammer
Para empezar, observar de nuevo las obsesiones britanófilas de la Hammer: como ya ocurre en “The Ghoul” (1975), o incluso yendo más allá en “Drácula” (1958), el peligro viene del contacto con lo foráneo, con las extrañas filosofías extranjeras que contaminan a los buenos, decentes y reprimidos ingleses con depravaciones varias: canibalismo, vampirismo, cultos heréticos y un sin fin de barbaridades que no dejaban de ser roturas de los tabús normativos de la estricta sociedad inglesa. Por ello tienen, como no, el encanto de lo prohibido y lo oculto que conlleva sentirte libre de toda convención social y bailar en brazos de la satisfacción de los peores impulsos del ser humano. Y es que el romanticismo, tanto en cine como en literatura, vende y mucho.  


“Los medios, como siempre en la Hammer, son escasos pero muy bien invertidos. Los actores, la mayoría provenientes de la esfera teatral, interpretan con muchísima solvencia”   


mujer en camisón chupada
Pero aquí tenemos un caso un tanto... diferente. Recuerdo sesudos análisis de esta obra que la definían como un filme de horror feminista, otros que era un canto a la homosexualidad... ¿mí opinión? La verdad es que un pizquita de todo. Porque esta película tiene (no creo que sorprenda a nadie), a un bicho que muerde. Y de género femenino. Acecha en las sombras, influenciado por el salvaje misticismo colonial hindú, y clava sus colmillos con un ansia enfermiza que lo hermana con la lujuria del mordisco vampírico, pero despojándolo completamente de la seducción oscura del no muerto.   

Jacqueline Pearce en The Reptile
Esta es una criatura que se arroja sobre ti en la oscuridad y por sorpresa. Una criatura femenina para más señas, que busca tu cuello chasqueando enfermizamente la lengua y te penetra con sus colmillos de una manera fálica y violenta para, en lugar de chupar eróticamente la sangre, descargar su veneno mortal. Vamos, tenemos aquí un monstruo femenino que tiene “pene” metafórico como los colmillos del vampiro clásico, pero que ni es sierva del aristócrata de culto, actúa de forma violenta y eyacula una carga mortal en el interior de sus víctimas, todos ellos recios mozos británicos. El único que se salva de la letal mordedura se debe a que la criatura le muerde y el alzacuellos le para parte del mordisco “que no puede penetrar hasta el fondo de la herida”: Sutil, ¿verdad?   

Jacqueline Pearce y Jennifer Daniel
Pero ojo, también tenemos la relación de dos personajes femeninos, una de ellas la vergüenza de su padre por seguir modas y corrientes filosóficas hindúes, que mantienen una bonita relación de amistad que podría haber derivado en algo interesante... y que deriva en un momento en que el monstruo se abalanza sobre una de ellas, latigueando la lengua intentando según el director imitar el movimiento de una serpiente, y dando la imagen en pantalla de lo que parece ser una insinuación de sexo oral con la joven altamente gráfica. Pongan un momento incestuoso de violación a base de mordiscos como momento culmen de la obra y ya tienen material para debate entre hammerofilos por los siglos de los siglos.   


“una dirección con demasiada estética de telefilme, pero con una brutal gestión de las sombras y los ambientes malsanos”   


Jennifer Daniel acechada por mujer reptil
No se engañen, no van a ver nada gráfico más en materia sexual que esto, pero es tan basto y poco elegante en comparación con otras producciones de la factoría inglesa que destaca y mucho, ganándose el estatus de película de culto. Los medios, como siempre en la Hammer, son escasos pero muy bien invertidos. Los actores, la mayoría provenientes de la esfera teatral, interpretan con muchísima solvencia, y la familia Franklyn, padre e hija, son tremendamente inquietantes como grupo familiar roto y con pulsiones inconfesables bajo un matiz de respetabilidad rural que se va fracturando bajo el peso de la locura y pensamientos poco píos.    

voyeur en vantana
Añadan a esto una dirección con demasiada estética de telefilme, pero con una brutal gestión de las sombras y los ambientes malsanos, un acompañamiento musical decente, muertes sobreactuadamente agónicas y una atmósfera inquietante, y tendrán todo lo bueno y lo malo que puede ofrecer esta película. ¿El monstruo? Bastante icónico pero no recomiendo mirarlo mucho porque los defectos del maquillaje relucen en demasía si le prestas demasiada atención. Lo cual me recuerda, en el terreno de lo negativo, el final de la criatura que es anticlimático no, lo siguiente. Mención especial para la bellísima Jacqueline Pearce. Que ojo tenía la productora para las actrices (Caroline Munro, solo por recordar alguna de beldad, o la maravillosa antagonista de “El Circo de los Vampiros”), sobre todo para los personajes que colindan con lo sobrenatural y lo perverso. Como siempre digo, denle una oportunidad a los clásicos, aunque sean menores, como es el caso, porque siempre tienen cosas buenas por ofrecer. 

Lo mejor: El ambiente malsano, que es media película. La criatura y sus apariciones. El substrato de fondo de la historia. 

Lo peor: El maquillaje de baratillo. Enseñan demasiado al bicho. El aroma a telefilm barato en algunos momentos. La resolución. Es un "¿ein?" de los que hace época.


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