sábado, 13 de marzo de 2021

Crítica: The Call

ASTINUS NOS HABLA SOBRE EL NUEVO REFRITO DE TIMOTHY WOODWARD JR, AHORA CON DOS ILUSTRES COMO LIN SHAYE Y TOBIN BELL A MODO DE GANCHO


Póster para The Call (2020)
Un grupo de jóvenes la lía parda y las consecuencias son nefastas para estos. En una frase puede resumirse todo un subgénero dentro del terror como son cierto tipo de revenge movies, en las que por los excesos propios del momento los infortunios se convierten en condenas. “Scream” (1996) o “I Know What You Did Last Summer” (1997) ya jugaban con esta prerrogativa, aunque los ejemplos son numerosos y se mueven entre la comedia negra o el drama absoluto. En el fondo, da igual. La estructura es siempre la misma: un grupo de chavales idos de tono cometen un acto terrible y este dispara el mundo sobrenatural (o no) para comerse unos momentos truculentos y definitivos. Vamos, que te devuelven el doble de lo que hiciste. 


"Es fácil distinguir los paralelismos entre A nightmare on Elm Street (1984) y esta película. Desde el minuto uno, los homenajes y significados se suceden” 


chico al teléfono
Con esa premisa empieza “The Call” (2020), otra obra más de Timothy Woodward Jr., especialista en películas de serie B que se mueven entre el terror (si no habéis visto “The Final Wish”, ahorraos el hacerlo) y el thriller. Productos y más productos llenos de clichés y referencias mutadas sobre los mismos asuntos sin aspiración alguna. Planas en su concepción, arquetípicas en su producción. Normalmente, este tipo de productos pueden funcionar para una tarde de sobremesa, pero en un mundo cada día más hiperconectado y sobreproducido, es interesante plantearse si la cantidad sigue funcionando mejor que la calidad… o la falta de talento. 

chica pensativa
Más allá de eso, en “The Call” tenemos un grupo de jóvenes que acuden todos los años a casa de una anciana a realizarle perrerías varias, al estar relacionada esta con la muerte de una chica. El odio hacia la mujer les conduce a pincharle las ruedas, destrozarle cristales o insultarle sin freno. Tanto es así, que la mujer (interpretada por una fantástica Lin Shaye) se suicida. Su espíritu, henchido de venganza y demonios, decide vengarse de estos. Más allá de lo curioso (y hasta algo forzado) de la participación de los jóvenes en el “juego de la bruja”, la película llega un momento en que se convierte en toda una declaración de onirismo y asesinatos a partes iguales. Seguro que os suena de algo. 

aparición fantasmal
Es fácil distinguir los paralelismos entre “A nightmare on Elm Street” (1984) y esta película. Desde el minuto uno, los homenajes y significados se suceden. Al poco de los minutos iniciales, veremos una escena prácticamente similar a la película de Wes Craven: uno de los protagonistas tumbado en un cuarto recargado de mampostería ochentera, escuchando con unos cascos negros pegado a las orejas música boca arriba en la cama, en una pose casi idéntica a la que veíamos a un joven Johnny Depp tararear. También podríamos hablar de la mera presencia de Lin Shaye (aquí en el papel de malota absoluta) o la recreación de ese doble mundo en el que se mueven los protagonistas. Cuando la mujer muere, la forma que tiene de atraerlos hacia ese otro espacio onírico es a través de una llamada. En el momento en que esperas en el teléfono, te diriges a un lugar vinculado a tu pasado, donde la bruja tendrá el control del mismo y enfrentará tus peores temores hasta provocarte la muerte. Si a eso le sumamos las referencias a ambientes fabriles, llenos de tubos oxidados, paredes sucias y luces parpadeantes, poco más nos queda que decir. Se comparan ambas películas porque tienen mucho que decirse la una a la otra, aunque la evidencia de calidad no discurra por los mismos derroteros. 


“Ya hemos hablado de Lin Shaye y su buen hacer, pero hay otro elemento más que añade fuerza al cartel y atrae las miradas de los espectadores: Tobin Bell” 


Lyn Shaye y Tobin Bell en The Call
Y ese es el principal problema de la película. Hay que reconocerle al director la capacidad de trabajo con el presupuesto disponible, obrando con inteligencia los recursos: no vamos a ver grandes aspavientos CGI, sangre a raudales o efectos llamativos. La sobriedad forma parte de la película y persigue fortalecer otras cuestiones, como el manejo de la tensión o el refuerzo de la importancia del guion, aunque terminan sin ser suficiente

Lyn Shaye demoniaca
Muchas escenas se alargan hasta el hastío, y la parsimonia de algunos momentos cansa y anima que dejes de prestar atención en lo que estás viendo. Quizás sea así porque, hasta bien entrada la mitad de la película, no hemos comenzado con lo que más nos gusta de este tipo de películas: ver cómo mueren los protas, conocer sus miedos, su pasado y apostar sobre seguro acerca de quién se salvará y quién no. Y aquí radica otro problema importante: cuando todo parece estar solucionado, cuando no hay mucho más que hablar, volvemos en cierta medida al punto de partida. Y eso cansa, porque adolece de una capacidad de cerrar el film que, de haber sido de otra manera, habría aportado mucha fuerza al conjunto. 


“El problema de The Call es su aparente indiferencia si restásemos las dos veteranas estrellas en su reparto. Existen alternativas mucho más potentes e interesantes” 


chico poseído
Ya hemos hablado de Lin Shaye y su buen hacer (no deja de sorprender la cantidad de películas de segundo orden que hay en su recorrido profesional), pero hay otro elemento más que añade fuerza al cartel y atrae las miradas de los espectadores: Tobin Bell como el marido de la bruja anciana. Hay que reconocer que pone los pelos de punta escucharle en un momento de la película algo similar a let´s play a game, lo que nos conducirá irremediablemente a la saga “Saw” (2004) de James Wan. Pequeños detalles como ese se abordan a lo largo de todo el filme y entroncan directamente con el buen acierto de ficharle tanto a él como a Lin Shaye para la película; sin ser protagonistas, sin tener muchos minutos en la pantalla, suben el listón interpretativo y se erigen, con diferencia, como los dos mejores personajes del reparto. Del resto no merece la pena puntualizar nada llamativo, cumpliendo sin más. 

El problema de “The Call” es su aparente indiferencia si restásemos las dos veteranas estrellas en su reparto. Existen alternativas mucho más potentes e interesantes para estos días de invierno, incluso en su propia liga. Los paralelismos con grandes éxitos, lo farragoso de su tramo final, la falta de ritmo y el hecho de que le sobre más de un cuarto de hora de metraje juegan muy en su contra, todo ello teniendo en cuenta que este film de sobremesa no tiene, por otro lado, nada que nos haga llevarnos las manos a la cabeza. Pero es insuficiente.


1 comentarios:

Krueger dijo...

Es curioso como envejece hasta el slasher sobrenatural, lo que antiguamente hubiera sido un virginal pazguato transmutado en serial killer, adopta ahora las formas de la senectud.

Solo por las referencias a Pesadilla en Elm Street pretendo dar una oportunidad a la cinta y eso que vi The Final Wish...

Saludos y muchos años más de Lin Shaye

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