ASTINUS NOS HABLA SOBRE EL AUTÉNTICO TERROR QUE SE SE ESCONDE TRAS ESTE PÓSTER HOMENAJE A "LA SEMILLA DEL DIABLO"
AVISO SPOILERS “The Midwife” (2021) es una de esas películas algo inclasificables por la cantidad de cuestiones que podrían resaltarse en su breve recorrido de apenas ochenta minutos. No por la calidad de sus planteamientos sino, precisamente, por todo lo contrario. Cuando uno piensa en lo que implica un filme de Serie Z en pleno 2021 no puede dejar de atribuirle todas las características fundamentales a esta pequeña producción británica que arrastra tantos fallos estructurales como momentos de chiste. Una auténtica llamada de atención para ahorrar líneas a las personas que no quieran aventurarse en el inestimable recorrido que haremos diseccionando buena parte de esta. Y aseguro que merece la pena, por muy mal que suene, incluso darle una oportunidad cuando se llega al final de este análisis. Eso sí: solo si te sobra el tiempo y tienes una de esas tardes donde quieres ver cuán lejos puede llegar la falta de talento de no una, sino dos personas encargadas de la dirección.
“Más allá de la incapacidad de mantener un tono serio, de alojarse en el susto costumbrista mal ejecutado y de una dirección penosa demasiado amateur, la película adolece de cualquier sentido y gusto por intentar mantener una tensión decente”
Llama la atención que sean dos figuras las que levanten este producto tan poco bendecido, sin quedar otra explicación que el hecho de poder compartir responsabilidades. Y eso que su cartel (y tráiler, que religiosamente visualizo antes de adentrarme en una película) prometen mucho más de lo que dan. El primero por su cercanía (casi copia) de “Rosemary´s Baby” (Polanski, 1968), de la cual deberían haber tomado algo más que su referencia de diseño. Poco o nada tiene que ver con su contenido, salvando la figura de una protagonista embarazada embutida en la paranoia más desconcertante. Respecto al tráiler, tiene el arte de tomar lo poquito salvable, hacer un mejunje atractivo y darle un toquecito sonoro que ya quisiera la película para sí. Casi que son los dos elementos más destacados de la película, y eso que siquiera hemos empezado a verla.
Abre la misma con una escena in media res algo tortuosa en la que vemos a la que será nuestra protagonista intentando quitarse la vida. El plano nervioso augura lo que se repetirá el resto del metraje, una mano tambaleante que rezuma filmación doméstica (no creo que sea a conciencia, esto no es un mockumentary) y unos planos situados con poca capacidad compositiva. Esto lo observaremos tras la primera escena, en la que un mal encuadre nos presenta una bonita casa organicista en la que se desarrollará por completo la película. Conversaciones intrascendentes que siquiera presentan adecuadamente al dúo protagonista, una feliz pareja en la que todo parece ir bien, acompaña los primeros compases sin que pase absolutamente nada hasta que, salido de quién sabe dónde, aparece una matrona a la que nadie parece haber avisado para revisar el estado del neonato. Vestida con aires sesenteros y un cartel en la frente en la que se puede leer soy la ostia de malvada, la profesional (si es que puede decirse así) repasa el estado del bebé y acompaña con esa típica frase que no se cree ni ella misma de todo está bien. Será el momento en el que aparezca el cuarto personaje en escena, una amiga que parece estar muy unida a la pareja.
“Incluso con poco presupuesto, las escenas que podrían resultar más escabrosas están llenas de efectos insulsos con la lente o el clásico cambio de planos rápido”
Uno va mirando el móvil esperando que los minutos nos ofrezcan algo especialmente bueno, y no se hace de rogar: la protagonista tiene un aborto y empieza un intento de proceso de duelo patológico que ni está bien llevado, ni resulta creíble ni aporta otra cosa que no sea hastío. No es lo predecible de este, sino su continúa reiteración en el mismo modus operandi. Alucinación, no es real, estoy bien, alucinación, no es real, estoy bien. Así navegamos por el ecuador de la película mientras que la pareja y la amiga se lían porque, claro, la situación en casa es tensa (literalmente, así lo definen) Mientras esto pasa la protagonista vuelve a quedarse embarazada de nuevo (sorpresas del guion) y la matrona es invocada como por arte de magia para que siga, esta vez sí, el proceso desde el principio con métodos que ella misma define como “tradicionales” y que van desde la hipnosis hasta el meter mierda en el trío de personajes restante. Todo ello con una sobreactuación que quita el hipo.
Resulta que la protagonista, por si esto no fuese poco, ha querido guardar las cenizas de su bebé muerto para recordarle. Hasta aquí todo normal, pero quedémonos con este artefacto que tendrá un momento final grandioso. La protagonista acaba enterándose del romance de su pareja con la otra, y la matrona sigue metiendo mierda hasta convencerla de echar frutos secos en la comida con intención de ¿matar? a su pareja, a lo cual la otra accede. Todo sobre la marcha. Ambas no se molestan en machacar unos trozacos tan grandes como un dedo índice de señor grueso y echarlos a una salsa de tomate que luego comen todos sin que nadie se de cuenta de que esos trozos, insisto, enormes, están en la misma. Resultado: la pareja la palma por una especie de shock anafiláctico. Luego se cargan a la amiga/amante de este, y quedan al final la matrona y la protagonista, que parece no ser consciente de lo que ha hecho. No importa: la antagonista se encargará de decirle que quiere su hijo y que va a matarla también porque “insertar razón sin justificación alguna”. En una confrontación final en la buhardilla de la casa, decorada como la habitación de un recién nacido por que sí, la matrona va a asesinar a la protagonista cuando, de repente, llega el mejor momento de la película. De una cuna surgen unas cadenas que atrapan su cuello y la ahogan. Nunca vemos quién ha sido (el plano subjetivo es maravilloso, nótese la ironía), pero no importa porque la película nos lo aclara unos segundos después. La urna del bebé surge temblando ligeramente en el centro de la cuna. Sobran las palabras. Una urna ha sembrado justicia y ha protegido a su madre de una malvada matrona. ¿Se puede llegar a un nivel más alto? Desde luego. La protagonista sale y se abraza a la pareja y la amiga diciendo una frase lapidaria que en español sería algo así como el bebé viene en camino. Insuperable.
“Las interpretaciones acompañan la sensación con el resto de sus atribuciones. Sobreactuadas, cero convincentes y con una recitación de diálogos memorizados como si de un anuncio de cadena local se tratase”
Más allá de la incapacidad de mantener un tono serio, de alojarse en el susto costumbrista mal ejecutado y de una dirección penosa demasiado amateur, la película adolece de cualquier sentido y gusto por intentar mantener una tensión decente, una aclaración convincente y un mínimo de interés por lo que cuenta. No es que no se tome en serio a sí misma, es que parece parodiarse y burlarse sin rubor de lo patético de su planteamiento. Incluso con poco presupuesto, las escenas que podrían resultar más escabrosas están llenas de efectos insulsos con la lente o el clásico cambio de planos rápido como el siguiente: plano de la mujer viendo la urna al fondo en un encuadre medio; plano de los ojos de la mujer; plano de la urna rodando; plano de ella gritando. Demasiado duro para la mente.
Las interpretaciones acompañan la sensación con el resto de sus atribuciones. Sobreactuadas, cero convincentes y con una recitación de diálogos memorizados como si de un anuncio de cadena local se tratase. Y mira que Tiffany Ceris tiene experiencia en esto de la Serie Z, con casi una decena de filmes domésticos entre los que está “The Exorcism of Anna Ecklund” (2016) como su mejor pase, lo cual ya es decir.
Si has llegado hasta aquí, enhorabuena. El repaso a la película es suficiente para plantearse un visionado rápido, de estos que saltas con el botón del ratón o el mando diez minutos de cada cuatro que ves. También se puede intentar analizar desde una lección tan importante como todo lo que no debes hacer cuando diriges una película de terror. O un buen repaso de la sobreactuación como forma de vida actoral. Quizás quieras disfrutar de ese final tan, hay que reconocerlo, poco agraciado como extremadamente rompedor. ¿Cuántas urnas has visto sujetar una cadena y ahogar a alguien? Merece la pena solo por eso.
6 comentarios:
Que estomago, amigo Astinus....me mola el olor a amateur, pero a esta no me acercaré ni con pinzas. Aprecio tu sacrificio!
Pues la película será infame pero tu crítica es absolutamente genial Astinus. Casi me meo :-) :-) Mi mas sincera enhorabuena
PD: solo por curiosidad, al final se abraza a la pareja y a la amiga? quiere decir a los cadáveres? o es que no estaban muertos de verdad? En cualquier caso maravilloso!! :-)
Lo peor de todo es que parace que el nivel de celuloide infecto no siquiera da para la carcajada... Benditos arrestos los tuyos Astinus!
Saludos
Mabuse, gracias por tu comentario. Nos alegra repartir felicidad entre los aficionados, allá donde no llegan las películas, como parece ser es el caso.
Saludos.
Por supuesto no veré la infame película, pero me ha encantado el análisis y crítica, muy divertidos.
1- El esposo muere porque era alérgico al maní, es lo que pusieron en la comida
2-La habitación estaba decorada porque era un altar que el esposo y la roomie estuvieron preparando
3-La matrona NO quería al bebé, solo era una típica boomer que decía "como tu vida es fácil, no mereces ser madre"
La película va más sobre alucinaciones intrascendentes. Es un film sencillo y mal logrado pero igual te recomiendo que pongas más atención a las películas, seguro también te has perdido de detalles importantes en películas que sí valen la pena.
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