Crítica: The Soul Eater

MISSTERROR NOS HABLA SOBRE EL NUEVO TRABAJO DE LES ENFANTS TERRIBLES, AHORA, ENROLADOS EN EL THRILLER POLICÍACO Y EL FOLK HORROR

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Hace unos días en el Nido celebrábamos la existencia de una película como “The Substance” (2024) y el resurgir de la nouvelle horreur vague. Innegablemente, Francia definió su propio estilo en el cine de terror con películas emblema como “Trouble every day” (Claire Denis, 2001) “Martyrs” (Pascual Laugier, 2008), “À l’interieur” (Julen Maury y Alexandre Bustillo, 2007), “Haute tensión” (Alexandre Aja, 2003), “Frontière(s)” (Xavier Gens, 2007), “Ills” (Xavier Palaud y David Moreau, 2006) o “La horde” (Yannick Dahan y Benjamin Rocher, 2010). Claramente, una explosión de títulos tan rotundos era complicada de mantener en primer nivel muchos años por lo que, que en menos de dos décadas, los grandes nombres del cine de terror francés desaparecieron o se dejaron la inspiración por el camino.

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“unos directores capaces de debutar con algo tan grandioso como À l’interieur tienen talento, pero tan difícil es llegar a la cima como mantenerse en ella” 

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Alexandre Aja no levantó cabeza desde su mayor éxito con el remake de “The hills have eyes” en 2006, pese a los intentos de volver a la densa senda de la hemoglobina con “Piranha 3D” (2010). Pascual Laugier se toma tiempos tan largos entre película y película que terminas por perderle la pista y con ello la esperanza. Xavier Gens va como pollo sin cabeza en la industria del cine y Maury y Bustillo , pese a mantener una carrera relativamente prolífica, claramente han ido de más a menos, siendo “Kandisha” (2020) su momento menos inspirado. 

Con este panorama, poca esperanza quedaba en el Nuevo Extremismo Francés. Fueron Julia Ducornau y Coralie Fargeat quienes, afortunadamente, desempolvaron la máquina de la oscuridad, la sangre y el horror y patearon al público para que no perdiéramos de vista gran parte de lo que Francia tiene que ofrecer. Aun así, somos capaces de reconocer que digamos lo que digamos, somos idólatras y que cada vez que suenan nombres propios del cine gabacho, se nos seca la boca de puro nervio y ganas de ver lo que los otrora grandes directores tienen que ofrecer. Este es el caso de Julen Maury y Alexandre Bustillo, hacedores de una de las mejores películas del género de todos los tiempos. En lo personal, llevo muchos años yendo de decepción en decepción con ellos, pero siempre mantengo viva la esperanza. Está claro que unos directores capaces de debutar con algo tan grandioso como “À l’interieur” (2007) tienen talento, pero tan difícil es llegar a la cima como mantenerse en ella. 

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“los directores franceses se suben al carro del cine polar francés y se sumergen en el thriller policiaco más áspero” 

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Tres años después de la insulsa “The Deep house” (2021), Bustillo y Maury vuelven a la carga con “The Soul Eater” (2024), un thriller sobrenatural que no tiene nada que ver con “À l’interieur”, tal y como ellos mismos comentaron en la presentación de esta película en el festival de Sitges. En este título, los directores franceses se suben al carro del cine polar francés y se sumergen en el thriller policiaco más áspero para plantear un enigma y encararse a la oscuridad de la mano de dos investigadores. Una estructura clásica en una película que se sirve del fantástico para mostrar monstruos reales con la idiosincrasia del contexto rural. 

No cabe duda de que el entorno natural escogido para contar esta historia es uno de los puntos fuertes. Un pueblo entre montañas más cercano al mundo de los monstruos que al mundo de los humanos siempre encaja como un guante en cualquier investigación. Como no podía ser de otra forma, tanto los personajes autóctonos como los forasteros ejemplifican a la perfección las consecuencias de la despoblación rural. Esto es algo importante porque “The Soul Eater” no pierde jamás un tono marchito. Una sensación que se cuela en el espectador de manera constante para compensar el poco rigor con el que se van esclareciendo los hechos, la cantidad de tópicos y el vago manejo de la tensión. 

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“Como thriller, no aporta nada nuevo a la ingente cantidad de películas de suspense con mucha mejor factura. Como película de terror, ni está ni se la espera” 

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Probablemente, el hecho de los que los intérpretes no hayan puesto nada de su parte y parezca que no hayan creído en el proyecto no ha ayudado a que esta película explote su potencial. Como thriller, no aporta nada nuevo a la ingente cantidad de películas de suspense con mucha mejor factura. Como película de terror, ni está ni se la espera y como ejercicio de puesta a punto de unos directores que manejaron con pulso la cámara de la incomodidad, solo queda un residuo de tiempos pasados en una única escena con denominación de origen (eso sí, una escena memorable). “The Soul eater” es un thriller genérico que se siente como un “The Tall Man” (Pascal Laugier, 2012) con menos presupuesto y un importante batiburrillo de ideas que supongo que estén bastante mejor resueltas en la novela en la que se inspiran, “Le mangeur d'âmes” (Alexis Laipsker, 2021). 

La factura técnica es correcta, destacando la fotografía y el uso del sonido. Narrativamente, tiene una descripción de personajes tan directa que juega en contra de las reglas del thriller, haciendo que se aten cabos rápidamente y se pierda el factor sorpresa. Por otra parte, como ya he comentado, la defensa de los personajes por parte de la rescatada actriz Viginie Leyoden (“La playa”, 2000) y Paul Hamy machacan cualquier atisbo de empatía. Mirando todo el conjunto, es complicado entrar del todo en una película que parece hecha por dos directores que perciben la industria del cine como un mero trabajo y un día más en la oficina. En este caso, en la oficina de Prime Video Francia. Poco más que decir para adornar la nueva decepción de unos directores que en su día estuvieron en mi podio de la genialidad.