Crítica: Honeymoon

Existen una serie de aptitudes personales, que a base de trabajo y esfuerzo, pueden desarrollarse y por lo tanto, mejorarse. El talento, no es una de ellas. O lo tienes, o no lo tienes, así de simple. Una vez visionada la ópera prima de la jovencísima Leigh Janiak, queda claro que ésta novel cineasta va sobrada, de talento digo, y desde ya, es uno de los nombres a seguir dentro del panorama actual del cine de terror y es que su debut, “Honeymoon”, irrumpe en sociedad como una de las propuestas cinematográficas de género, más sorprendentes del año. Al menos, servidor, ha quedado absolutamente rendido a sus pies con una cinta, que podrá verse en pantalla grande en la inminente edición del festival de Sitges.

“Honeymoon” nos propone un relato de terror binomial, recorriendo la misma senda que ya transitasen filmes como “Anticristo” (“Antichrist”, Lars Von Trier, 2009) o “Scenic Route” (Kevin Goetz & Michael Goetz, 2013), en donde todo el peso del mismo, es soportado por dos únicos personajes (más allá de alguna aparición testimonial de terceros). Los paralelismos con la cinta de Trier son palpables, si bien en esta ocasión el fondo es radicalmente opuesto, pues no es una tragedia lo que mueve a los protagonistas de la historia hacia una alejada cabaña en medio del bosque, sino una alegría, para ser exactos, una luna de miel.

Janiak rinde así pleitesia a una de las iconologías por antonomasia del cine de terror: la cabaña en el bosque, escenario recurrente dentro del género que ha servido para representar mil y una obras, algunas de ellas de absoluto culto.

Con una puesta de largo pausada (incluso contemplativa), en la cual la directora, asume sin pudor alguno el riesgo de aburrir o exasperar al espectador más impaciente, a bien de dibujar con el mimo pretendido (y requerido), la relación entre los dos personajes protagonistas, una joven pareja de recién casados dispuestos a disfrutar de una austera pero feliz, luna de miel, “Honeymoon” podría definirse en su primer tercio de vida, como un anuncio de compresas. Todo dulce, muy dulce, empalagoso por momentos y entre algodones de color rosa. Lo que vendría siendo una representación gráfica muy acertada de ese estado de la mente, el cuerpo y el alma, conocida como amor.

Este ejercicio de intoxicación por glucosa, es básico a la hora de entender el resto del filme, en el fondo, una clara metáfora sobre uno de los males endémicos de las relaciones humanas: la desconfianza. Basándose en los cimientos de dicha actitud innata al ser humano (y en gran parte de las ocasiones, justificada), se construye un filme de terror perfectamente extrapolable a la vida real y en el que sin duda, más de uno se verá identificado. No existe nada más terrorífico, más tenebroso y más insano, que despertarte una mañana y ver que esa persona en la que siempre has confiado, la cual creías conocer como la propia palma de tu mano, deja de remar en tu misma dirección para convertirse en una auténtica desconocida.

“Honeymoon” es uno de los documentos más fidedignos a la hora de plasmar esa desagradable sensación producida por la desconfianza, que hayan visto mis ojos. Resulta delicioso el mal trago que nos hace pasar la directora, al hacernos partícipes de la abrupta pero al mismo tiempo orgánica transición que experimenta la pareja de recién casados cuando los tonos pastel, comienzan a degenerar en grises, preámbulo a las más negra de las oscuridades. Contemplar el rostro de la persona que tienes al lado, hermoso y familiar por fuera, desfigurado por dentro cuando buscas en sus ojos y te das cuenta de que algo ha cambiado, pues la mentira y el engaño lo pudren todo, y cuando la desconfianza llama a la puerta, no hay lugar donde esconderse.

El proceso auto-destructivo de los dos personajes (cada uno a su manera), es el eje principal sobre el que gira una trama que evoca irremediablemente a títulos como “La Invasión de los Ultracuerpos” (“Invasion of the Body Snatchers”, Philip Kaufman, 1978) o “La Cara del Terror” (“The Astronaut´s Wife”, Rand Ravich, 1999) y que destaca en todo momento por una cinematografía fresca y dinámica pese a las aparentes limitaciones narrativas. Un uso brillante de la cámara, que sabe estar siempre en el lugar adecuado en el momento adecuado para cual voyeur, masturbarse al tiempo que desnuda todas y cada una de las miserias interiores del protagonista para ir generando in crescendo, una sensación progresiva de suspense en el espectador, que logra alcanzar altísimas cotas en su macabro último acto, el cual consigue arañar la fibra sensible del ya concienciado respetable sin necesidad alguna de recurrir a grandes efectismos visuales, tomando prestados eso si, elementos del mismísimo Cronenberg para tal fin.

Destacar como nunca, la impecable interpretación de los dos actores que encarnan el tour de force: Rose Leslie (“Juego de Tronos”) y Harry Treadaway (“City of Ember”) como Bea y Paul respectivamente. Ambos brillantes en sus roles.

“Honeymoon”, otro gran título que añadir a la buena cosecha de éste sorprendentemente productivo 2014 en lo que se refiere al fantástico. Una película sobrecogedora que combina con maestría el thriller psicológico con la serie B y que sin duda alguna, hará las delicias de los paladares más exigentes en éste delicioso e incómodo híbrido entre “La Semilla del Diablo” (“RoseMary´s Baby”, Roman Polansky, 1968) y “Amor” (“Amour”, Michael Haneke, 2012). Suspense y tensión en estado puro y aun y así, que nadie tenga duda alguna de que la realidad, sigue superando a la ficción.

Lo mejor: Su terroríficamente precisa y fidedigna descripción de la desconfianza, así como su capacidad para compartirla con el espectador y mantenerlo en suspense hasta el final. Por no hablar de lo incomoda que resulta a partir de determinado punto.

Lo peor: Su primer tercio, pese a ser un "mal" necesario, puede desesperar a más de uno y de una.